Vor¨¢gine israel¨ª
El asesinato por Israel del jefe de Ham¨¢s, la m¨¢s relevante diana de sus misiles en m¨¢s de tres a?os de Intifada, ha desatado un clamor de venganza entre los palestinos, la furia del mundo isl¨¢mico, la condena de Europa y el desentendimiento de Washington, que en plena precampa?a electoral se ha refugiado en in¨²tiles llamamientos a la cordura. La muerte del jeque Yassin, patrocinador de la lucha armada y los atentados suicidas para poner fin a la ocupaci¨®n israel¨ª, es la prueba de hasta qu¨¦ punto la iniciativa conocida como Hoja de Ruta es un legajo sepultado por el ciego terrorismo de ambos bandos y la inoperancia internacional.
El primer ministro israel¨ª sabe que, al margen de satisfacer una pulsi¨®n de venganza, el asesinato no resuelve nada. Sharon ha ordenado a sus helic¨®pteros liquidar al anciano jeque -que ya estuvo antes en su punto de mira- por una cuesti¨®n de oportunidad: para mantener la din¨¢mica de escalada b¨¦lica que le mantiene en el poder y para zanjar cualquier tentaci¨®n de Ham¨¢s de atribuirse como victoria propia la anunciada evacuaci¨®n por Israel de la franja de Gaza. La voladura del carism¨¢tico l¨ªder tetrapl¨¦jico es una prueba brutal de que el Gobierno israel¨ª no reconoce ning¨²n interlocutor pol¨ªtico en el campo palestino y franquea un nuevo l¨ªmite hacia una violencia incontrolable.
En sus casi veinte a?os de existencia, Ham¨¢s se ha convertido en el m¨¢s importante de los grupos armados palestinos, con insuperable predicamento en Gaza, donde su militancia fan¨¢tica -ha matado a cientos de israel¨ªes en atentados suicidas- y su red de ayuda social han suplido la ineficacia y corrupci¨®n del movimiento Fatah, del presidente Arafat. La desaparici¨®n de Yassin no decapita a Ham¨¢s, sino que deja a la organizaci¨®n extremista isl¨¢mica, integrada como ninguna otra en el tejido social palestino, en manos de dirigentes a¨²n m¨¢s radicales, incrementa su prestigio y, como se apunt¨® ayer, multiplica la avalancha de aspirantes al martirologio del cintur¨®n bomba.
Suplementariamente, el asesinato disminuye la maltrecha autoridad del confinado Arafat y veda al primer ministro Ahmed Qurei, una figura casi decorativa desde que asumi¨® en octubre su imposible cargo, cualquier intento negociador o de disciplinar al extremismo palestino. En las circunstancias impuestas por los cohetes de Sharon, hablar de coexistencia con el enemigo equivale a ser instant¨¢neamente catalogado de traidor.
En el contexto de una absoluta falta de horizontes para el conflicto, el asesinato de Yassin ha llevado a su apogeo la ret¨®rica de los llamamientos occidentales a la calma. El Cuarteto se reun¨ªa anoche urgentemente, mientras EE UU, ¨²nico actor con capacidad de influir decisivamente en la tragedia de Oriente Pr¨®ximo, afirmaba desconocer los planes de Sharon y se limitaba a pedir cordura a las partes. Un enfrentamiento de medio siglo va adquiriendo as¨ª la condici¨®n de agujero negro hist¨®rico capaz de acabar devorando la estabilidad de buena parte del planeta.
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