?Retirar las tropas o cambiar la pol¨ªtica?
1. El mundo se nos ha hecho peque?o. Nada de lo que en ¨¦l ocurre nos es ajeno. El terrorismo globalizado de destrucci¨®n masiva no tiene patria, porque se basa sobre la idea de universalidad de la batalla. La opci¨®n por el cambio que la ciudadan¨ªa tom¨® en las elecciones puede tener efectos en las estrategias del poder global. Por estas dos razones Espa?a ha estado en portadas y en p¨¢ginas de opini¨®n de la prensa mundial.
Ha ca¨ªdo la primera carta de la baraja de las Azores. Parec¨ªa que Aznar lo ten¨ªa todo atado y bien atado. Pues no. El PP pierde: un serio aviso para Bush y Blair. Rodr¨ªguez Zapatero ratifica su promesa electoral de sacar las tropas de Irak y la Administraci¨®n americana se siente desafiada. El Gobierno de Estados Unidos teme una serie de retiradas en cadena. Y que su estrategia de guerra contra el terrorismo pierda adeptos.
Formalmente, la Administraci¨®n de Bush ha reaccionado con realismo. Desde el Departamento de Estado se suscribe la tesis de que Aznar ha ca¨ªdo por su mala gesti¨®n del atentado. En la cultura americana no hay lugar para la compasi¨®n con el perdedor. Aznar ya es el pasado. Paul Wolfowitz -como si por unos momentos se hubiese extraviado entre Marte y Venus- dice que tendremos "que dar razones a Espa?a para estar ah¨ª". Pero Zapatero no se librar¨¢ de todo tipo de presiones y chantajes. The New York Times invitaba a la Administraci¨®n americana a hacer de la necesidad virtud: "Zapatero tiene ahora una oportunidad para utilizar su nuevo mandato para presionar a Washington para que busque la ayuda de las Naciones Unidas. Y la Administraci¨®n de Bush ha aprendido que necesita las Naciones Unidas". El papel de Espa?a ha cambiado en dos d¨ªas. La sumisi¨®n incondicional de Aznar al presidente Bush daba fotos pero ning¨²n poder de decisi¨®n ni de cambiar las cosas. Zapatero llega, la Administraci¨®n americana se mueve, Blair trata de aprovechar la circunstancia para buscar en la ONU una resoluci¨®n que apacig¨¹e los esp¨ªritus.
2. La ciudadan¨ªa espa?ola sancion¨® las mentiras y los desprecios de Aznar. Todo gobernante vive rodeado de aduladores: entre esta espesa nube nadie tuvo el coraje de hacerle ver al presidente que se puede tomar una decisi¨®n en contra de una opini¨®n mayoritaria pero nunca se puede actuar con desprecio a los que se oponen y condenando a las tinieblas a los que les apoyan. "Votando a un nuevo Gobierno -ha escrito Paul Krugmann- los espa?oles exigieron la responsabilidad (accountability), que es la esencia de la democracia". Los espa?oles no son corazones de hielo. Era imposible votar sin tener presente la matanza que acababa de ocurrir. A pesar de ello, el 90% de los electores (encuesta Opina) asegura que decidi¨® su voto antes del atentado. Acusar a los espa?oles de contemporizar (appeasement) con el terrorismo es una ofensa a los ciudadanos de un pa¨ªs que lleva casi cuarenta a?os soportando el terrorismo de ETA (y, dicho sea de paso, con escasa ayuda internacional y escasa comprensi¨®n: muchos medios anglosajones todav¨ªa hablan de ETA como movimiento de resistencia vasco).
Zapatero llega con el apoyo de once millones de votantes. El cumplimiento de su promesa de retirar las tropas de Irak es, desde este punto de vista, irrenunciable: para muchos de sus votantes -y especialmente los nuevos u ocasionales (j¨®venes y voto ¨²til de otros partidos, especialmente IU)- esta promesa ha sido determinante al decidir el voto. En Espa?a hay un amplio consenso ciudadano contra la doctrina de la guerra preventiva, contra el unilateralismo americano y, en general, contra la estrategia de refuerzo de su hegemon¨ªa impuesta por la Administraci¨®n de Bush despu¨¦s del 11-S. Zapatero lleva, por tanto, esta representaci¨®n sobre sus espaldas. Estuvo detr¨¢s de las pancartas en las manifestaciones contra la guerra -lo que le cost¨® airados desprecios de Aznar- y expres¨® siempre su rechazo a la estrategia americana. Por tanto, no cumplir tan reiterada promesa electoral ser¨ªa una enorme frustraci¨®n que, sin duda, afectar¨ªa a los indicios de regreso de la ciudadan¨ªa a la pol¨ªtica que se han detectado en el ¨²ltimo a?o.
La decisi¨®n de retirar las tropas no es un hecho aislado. Forma parte de su estrategia en pol¨ªtica exterior: la recuperaci¨®n del consenso en Espa?a, la restauraci¨®n de la confianza con los aliados europeos, el reforzamiento de la Uni¨®n Europea, el fin de la sumisi¨®n incondicional a los Estados Unidos y el paso de la guerra preventiva a la lucha antiterrorista.
3. Sin embargo, entre la promesa de Zapatero, hace ya un a?o, y su elecci¨®n ha pasado algo muy grave: la matanza de Madrid, atribuida al terrorismo islamista. Es este hecho el que induce las dudas y las cr¨ªticas. Los argumentos cr¨ªticos son conocidos: los espa?oles han votado ego¨ªstamente pensando que, si se quitaban de encima a Aznar, Espa?a dejar¨ªa de ser objetivo del terrorismo global. Despu¨¦s de esta experiencia, cada vez que los terroristas quieran cambiar una mayor¨ªa har¨¢n un atentado antes de unas elecciones. La retirada de las tropas de Irak ser¨ªa una victoria de los terroristas, porque era uno de los objetivos de su acci¨®n. Y "el 11-M recuerda que el mundo civilizado est¨¢ en guerra" y en esta guerra "no hay lugar para la neutralidad" (argumento Bush).
Los ciudadanos espa?oles no son culpables de las mentiras de Aznar. Lo que hizo bola de nieve electoral fue la conjura de los irritados: la indignaci¨®n de los ciudadanos que perdieron la confianza con un presidente que les meti¨® en una guerra, contra su voluntad, con argumentos que han resultado falsos, y que ha estado hasta el ¨²ltimo momento tratando de manipular la lucha antiterrorista a su favor. En horas dif¨ªciles, Zapatero pareci¨® m¨¢s de fiar. La democracia es reflexi¨®n, como dice Glucksmann, y la reflexi¨®n requiere tiempo. Pero cambiar la fecha de las elecciones s¨ª hubiese sido aceptar el chantaje terrorista. Un dolor tan grande necesita rituales de elaboraci¨®n: las grandes manifestaciones de rechazo al terrorismo y el ritual del voto democr¨¢tico. A Aznar le ha tocado el papel de chivo expiatorio para salvar la moral y la cohesi¨®n de la sociedad. Puede ser injusto, pero se lo ha ganado a pulso. El desprecio a la ciudadan¨ªa es el m¨¢s grave pecado en democracia.
El car¨¢cter nihilista del terrorismo islamista -la destrucci¨®n (incluida la autoinmolaci¨®n) como acto supremo que acerca a la divinidad- hace bastante absurdas las especulaciones pol¨ªticas sobre el mismo. La ¨²nica relaci¨®n entre terrorismo islamista e Irak es la oportunidad que le ha dado la guerra para encontrar un nue-
vo escenario -de f¨¢cil operatividad- para ejercer su violencia destructiva. Ni la victoria de Zapatero, ni la retirada de las fuerzas espa?olas de Irak son ninguna garant¨ªa de que Espa?a quede libre de amenazas. Al contrario, lo que acabamos de confirmar ahora es que en Espa?a hay una red terrorista islamista importante y enraizada por lo menos desde el a?o 2000, que jug¨® un papel decisivo en la preparaci¨®n del 11-S. Pese a ello, pese a los indicios que conoc¨ªan la polic¨ªa y los jueces, los servicios espa?oles no pudieron evitar la masacre del 11-M. La retirada de las tropas de Irak significa el rechazo de una pol¨ªtica antiterrorista -basada en el principio de la guerra preventiva contra el mal- que Espa?a no comparte y que s¨®lo sigui¨® por imposici¨®n del presidente Aznar. La guerra de Irak poco ten¨ªa que ver con el terrorismo, porque fue una guerra de demostraci¨®n de hegemon¨ªa. Los que se preocupan por la retirada de Espa?a har¨ªan bien en preguntarse, como hace Paul Krugman, por qu¨¦ los americanos en un momento dado se olvidaron de Bin Laden y centraron todas sus energ¨ªas en Sadam Husein (mientras los talibanes recuperaban terreno en Afganist¨¢n), por qu¨¦ la actual Administraci¨®n americana ha sido tan indulgente con reg¨ªmenes fuertemente implicados en el terrorismo, como Arabia Saud¨ª o Pakist¨¢n. 4. ?Por qu¨¦ Bush otorga tanta importancia a una salida espa?ola de Irak? Porque Espa?a jugaba un papel clave en su estrategia: su apoyo incondicional era decisivo para debilitar Europa e impedir cualquier desaf¨ªo a la hegemon¨ªa americana. Que Inglaterra tenga un pie al otro lado del Atl¨¢ntico forma parte de la historia e incluso de la propia l¨®gica de la Uni¨®n Europea; que los pa¨ªses del Este, que sufrieron la dominaci¨®n sovi¨¦tica y ven como Europa legitima el sistema autocr¨¢tico de Putin, tengan querencias proamericanas forma parte del proceso de aprendizaje; pero que Espa?a -que so?¨® con el modelo europeo y vivi¨® su ingreso como la prueba definitiva de consolidaci¨®n de su democracia- se inclinara acr¨ªticamente del lado americano era un modo eficaz de desactivar a Europa. Y no en vano la Uni¨®n Europea vive un par¨®n inquietante. Salir de Irak, por tanto, s¨®lo puede hacerse en clave de complicidades europeas. Y probablemente lo m¨¢s deseable ser¨ªa que Espa?a pudiera seguir colaborando en la construcci¨®n de Irak, porque las Naciones Unidas se hubiesen hecho real y efectivamente con la direcci¨®n del proceso. En el fondo, retirar las tropas de Irak tiene m¨¢s que nada un valor simb¨®lico. Lo importante es promover una pol¨ªtica diferente para la reconstrucci¨®n de Irak y para combatir el terrorismo. De momento, el terrorismo es una amenaza mayor que antes de la guerra de Irak. Lo importante es acabar con el atlantismo sumiso de Aznar. Y colaborar en una estrategia antiterrorista que cree complicidades -tambi¨¦n en el mundo ¨¢rabe- y no contribuya a la multiplicaci¨®n de los odios. Lo que preocupa de verdad a la Administraci¨®n americana es que Espa?a se sume a los que piensan que el terrorismo se combate de otra manera; que la guerra contra el terrorismo es un error estrat¨¦gico -por ineficiente- y pol¨ªtico -porque les da a los terroristas un estatus de enemigo que no les corresponde-; y que Espa?a deje de ser el eslab¨®n d¨¦bil de Europa, donde los americanos hab¨ªan situado su plataforma para montar una pinza perif¨¦rica contra el bloque franco-alem¨¢n. Contra esta estrategia, de la que Aznar fue fiel pe¨®n, tambi¨¦n votaron los espa?oles.
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