Un diamante es para siempre... y usted tambi¨¦n puede serlo
2001, UNA ODISEA DEL ESPACIO, Cita con Rama, Las fuentes del Para¨ªso... Verdaderas joyas de la literatura de ciencia ficci¨®n, nacidas de la pluma del controvertido escritor brit¨¢nico sir Arthur C. Clarke.
Capaz de compaginar obras de las que emana el verdadero sentido de la maravilla, tan caracter¨ªstico del g¨¦nero, con aut¨¦nticos bodrios en los que se adivina la mano de un esclavo, Clarke ha encontrado acaso en el relato corto el medio ideal para explotar sus dotes como narrador y su legendaria maestr¨ªa en el uso de finales inesperados.
Casi un centenar de sus mejores relatos se encuentran recopilados en The Collected Stories of Arthur C. Clarke (2001), cuya lectura nos traslada a un amplio abanico de escenarios, desde s¨®rdidas guerras nucleares a enso?adores panoramas lunares, sin olvidar ocasionales incursiones al fondo del mar: es ¨¦ste el caso de El hombre que ar¨® el mar, relato originariamente publicado en el volumen Cuentos de la taberna del Ciervo Blanco, en la que el imaginativo Clarke presenta un curioso m¨¦todo para extraer valiosos minerales del fondo marino. Tambi¨¦n en el terreno de la especulaci¨®n cient¨ªfica, Clarke ha hecho uso de metales y piedras preciosas: as¨ª, ha llegado a sugerir que hacia el a?o 2050 los edificios terrestres se recubrir¨¢n de una fina capa de diamantes para protegerlos de las inclemencias del clima.
La mayor¨ªa de diamantes naturales tiene su origen en el interior de la Tierra. All¨ª, en el manto terrestre, capa que se extiende desde unos 60 a unos 3.000 kil¨®metros de profundidad, se dan las condiciones necesarias de presi¨®n y temperatura para manufacturar gemas de preciado valor comercial a partir del carbono all¨ª presente. Las preciadas gemas son arrastradas hasta la superficie terrestre mediante corrientes magm¨¢ticas procedentes del manto.
Sin embargo, existe otra fuente de diamantes, mucho m¨¢s modesta, que tiene su origen en la direcci¨®n opuesta: el cielo. Han le¨ªdo bien: la mayor parte de meteoritos de naturaleza presolar estudiados en el laboratorio presenta inclusiones de peque?os corp¨²sculos, formados en envolturas expulsadas en diversos episodios de la evoluci¨®n de las estrellas. De tama?o nanom¨¦trico, los primeros diamantes fueron aislados por Roy Lewis y colaboradores (Universidad de Chicago), en sendas muestras tomadas de los meteoritos Allende y Murchison. Por t¨¦rmino medio, cada una de estas min¨²sculas joyas contiene solamente alrededor de mil ¨¢tomos de carbono.
As¨ª las cosas, en agosto de 2002, LifeGem, una compa?¨ªa afincada en Chicago, anunciaba a bombo y platillo la incre¨ªble idea de reconvertir los restos mortales de difuntos sometidos a cremaci¨®n, en diamantes sint¨¦ticos. Ya en los a?os 50, General Electric empez¨® a manufacturar diamantes sint¨¦ticos para uso industrial, aunque ha habido que esperar a la d¨¦cada de los 90 para obtener piezas de cierta calidad.
La pregunta parece obvia: ?pueden fabricarse diamantes de cierta calidad a partir de la amalgama de materiales que conforman el cuerpo humano? Especialistas como Avrum Blumberg, catedr¨¢tico de qu¨ªmica en la DePaul University (tambi¨¦n en Chicago), opinan que s¨ª. Es m¨¢s, el director del European Gemological Institute, Mark Gershburg, sostiene que los propios diamantes elaborados por LifeGem, con tan peculiar materia prima, resultan indistinguibles de cualquier diamante sint¨¦tico.
As¨ª las cosas, uno se pregunta qu¨¦ probabilidad hay de que nos den gato por liebre, o dicho de otra forma, que en lugar de los restos del querid¨ªsimo t¨ªo Paco nos endosen un mero diamante sint¨¦tico a base de grafito ordinario. Es evidente que las t¨¦cnicas tradicionales de an¨¢lisis (dureza, densidad y medida del ¨ªndice de refracci¨®n (consultar el interesant¨ªsimo art¨ªculo de Charles Sheffield en www.fenrir.com/free_stuff/columns/science/sci-067.htm) s¨®lo permiten afirmar si el objeto en cuesti¨®n exhibe propiedades caracter¨ªsticas de un diamante.
Vista la reciente sarta de mentiras con la que algunos pol¨ªticos nos han obsequiado en nuestro pa¨ªs y teniendo en cuenta el coste de los singulares diamantes que manufactura LifeGem, entre 4.000 y 22.000 d¨®lares (algo menos en euros), por una gema de un cuarto a un quilate entero, no estar¨ªa de m¨¢s asegurarse...
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