Figo levanta al Madrid de la lona
El portugu¨¦s y Guti dirigen la brillante reacci¨®n del equipo madridista en la segunda parte tras un mal primer tiempo
A toque de corneta, reclamados por un gran Figo, el Madrid fue m¨¢s lejos de lo que se pens¨® durante la primera parte. Le marc¨® cuatro goles al M¨®naco, que se adelant¨® en el primer tiempo, entre los constantes errores del Madrid y el nerviosismo del p¨²blico, que pas¨® de los abucheos al entusiasmo seg¨²n llegaban los goles. Todo eso sin olvidar el castigo a Guti, castigo injusto porque fue uno de los jugadores determinantes en el segundo periodo. Guti asumi¨® todas las responsabilidades de la direcci¨®n en medio de la marejada y llev¨® a su equipo a un resultado que se ensuci¨® a ¨²ltima hora con el tanto de Morientes.
Con los ¨²ltimos antecedentes, el Madrid ten¨ªa asegurado el sufrimiento. As¨ª sucedi¨®. Padeci¨®, recibi¨® un gol en el primer tiempo, se escucharon las censuras de los aficionados y se lleg¨® a un punto cr¨ªtico. Fue precisamente ese instante el que sac¨® el poder competitivo del equipo. El Madrid necesitaba un est¨ªmulo, algo que le agitara y le sacara de la pesadumbre. Durante el primer tiempo hab¨ªa jugado con la aton¨ªa que produce el des¨¢nimo. No le faltaron un par de ocasiones -un cabezazo sencillo que Ronaldo envi¨® fuera ante la perplejidad general y un tiro al palo de Zidane- pero a su f¨²tbol le faltaba energ¨ªa y soltura. Era el juego de un equipo cabizbajo, descosido en todas las l¨ªneas, un equipo sufriente que no encontr¨® el alivio del gol. S¨®lo Figo se elev¨® sobre la mediocridad general para inquietar a la defensa del M¨®naco, un equipo bien franc¨¦s, o a la idea que antes se ten¨ªa de los equipos franceses: jugadores de buena factura t¨¦cnica, m¨¢s preparados para los partidos blandos que para las noches duras, con un jugador afilado, dif¨ªcil de controlar por su rapidez y verticalidad. Es Giuly, el peque?o delantero que dio toda clase de problemas a la defensa local en el primer tiempo. Nadie lo pas¨® peor que Helguera, uno de los m¨¢s afectados por el desplome f¨ªsico y an¨ªmico del equipo en los ¨²ltimos d¨ªas. El ingreso de Pav¨®n por el lesionado Ra¨²l Bravo solucion¨® parte del problema con Giuly, pero en medio de un feo panorama que finalmente no se aclar¨®.
REAL MADRID 4 - M?NACO 2
Real Madrid: Casillas; Salgado, Helguera, Mej¨ªa, R. Bravo (Pav¨®n, 28); Beckham, Guti (Borja, 77); Figo, Ra¨²l, Zidane; Ronaldo (Solari, m. 81).
M¨®naco: Roma; Givet (Ibarra, m. 83), Rodr¨ªguez, Squillaci, Evra (El-Fakiri, m. 88); Bernardi, Zikos, Ciss¨¦ (Plasil, m. 65), Rothen; Giuly y Morientes.
Goles: 0-1. M. 43. Squillaci resuelve un barullo en el ¨¢rea tras un saque de esquina. 1-1. M. 50. Beckham saca un c¨®rner y Helguera cabecea adelant¨¢ndose al portero. 2-1. M. 69. Zidane fusila tras un rechace de Roma a tiro de Figo.
3-1. M. 76. Figo lanza un penalti, rechaza Roma y el propio Figo cabecea. 4-1. M. 80. Ronaldo cruza un zurdazo tras pase de Zidane. 4-2. M. 83. Morientes cabecea un centro de Plasil.
?rbitro: Lubos Michel (Eslovaquia). Amonest¨® a Bernardi, Squillaci y Beckham.
Unas 65.000 personas en el Bernab¨¦u.
Al Madrid no le asegur¨® la eliminatoria su tormenta de goles, casi imprevistos a la luz de los acontecimientos del primer tiempo. Largo de la defensa a la punta, con varios jugadores lejos de su esplendor -Ra¨²l, Helguera y el atascado Zidane-, el Madrid funcion¨® mal en todas las l¨ªneas. El regreso de Ronaldo no signific¨® demasiado en ese periodo. En el medio campo, Guti no encontraba el hilo y Beckham recorr¨ªa el campo sin ning¨²n criterio, en un alarde f¨ªsico sin correspondencia futbol¨ªstica. El M¨®naco se limit¨® a aprovechar las facilidades para jugar con cierta comodidad. Fue raro ver a Morientes como segundo delantero. No est¨¢ dotado para la funci¨®n, pero result¨® da?ino en un par de balones que gan¨® por alto y permiti¨® observar la velocidad de Giuly. Una de sus llegadas produjo p¨¢nico en la hinchada, que respir¨® ante una nueva exhibici¨®n de Casillas en el mano a mano. Se escuchaban los silbidos del p¨²blico, que no sab¨ªa contra qui¨¦n dirigir su enfado. Se decidi¨® por Guti, sobre todo despu¨¦s del gol de Squillaci, lo que se entendi¨® como la peor noticia para un equipo casi derrumbado.
El tanto despert¨® todas las alarmas del Madrid. Si no era lo que necesitaba, lo pareci¨®. Entre el desafecto de la gente, el Madrid tir¨® con todo. Hizo un juego imperfecto y nervioso, pero impuso su escudo frente a un rival que nunca ha llegado tan lejos en la Copa de Europa. Un jugador se anim¨® por encima de todos. Figo se ha negado a capitular en este momento cr¨ªtico de la temporada. Con una determinaci¨®n impresionante, busc¨® los dos costados de la defensa rival, siempre con la sensaci¨®n de quebrar a los laterales. Fue un alarde de coraje y clase, una llamada a todo el equipo en unos instantes de gran dificultad, la clase de actuaci¨®n que merece la respuesta un¨¢nime de los dem¨¢s jugadores. Eso ocurri¨®. Con mayor o menor fortuna, todos los futbolistas del Madrid siguieron el ejemplo de Figo. Y ninguno fue m¨¢s determinante que el m¨¢s criticado. Guti hizo en el medio campo lo que Figo en las alas. Se pidi¨® todo el protagonismo y comenz¨® a dirigir el juego con criterio y profundidad. No le importaron los abucheos de la gente, que le reproch¨® dos errores en el pase a Ra¨²l. Guti exigi¨® la pelota, traz¨® pases excepcionales y oblig¨® al M¨®naco a encastillarse en el ¨¢rea. Desde ah¨ª, la tormenta.
Al primer tanto del Madrid, que encontr¨® la colaboraci¨®n de Roma en la jugada, sigui¨® un f¨²tbol de energ¨ªa creciente que contagi¨® a Zidane y luego a Ronaldo. Ya eran cuatro: Figo, Guti, Zidane y Ronaldo. Por detr¨¢s, Salgado percut¨ªa con su entereza habitual y Mej¨ªa progresaba hasta donde le llegaba el aliento para aclarar el paisaje a Figo. Llegaron los goles, algunos hermosos, como el cuarto, anotado por Ronaldo desde su posici¨®n predilecta, en el callej¨®n del diez. Otros fueron animados por la tenacidad, por el deseo de llevarse el partido a toda costa. Zidane acudi¨® para rematar un rechace del portero en el segundo tanto y Figo se lanz¨® de cabeza para resarcirse de un penalti mal tirado. El Madrid estaba a punto de ultimar la eliminatoria. No lo consigui¨®. Morientes record¨® que es alguien en el juego a¨¦reo y marc¨® el segundo gol del M¨®naco con un estupendo cabezazo, recibido con elegancia por la hinchada. En el banquillo, Guti no entend¨ªa nada. As¨ª es el Bernab¨¦u.
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