FRANCISCO JAVIER CASAS TORRESANO / Entre Bunbury y Dal¨ª

A Francisco Javier Casas Torresano, inform¨¢tico de 28 a?os y empleado de la empresa qu¨ªmica Sika, le volv¨ªa loco la m¨²sica de Enrique Bunbury. Ya era fan del cantante zaragozano cuando lideraba el grupo H¨¦roes del Silencio y, si pod¨ªa, no se perd¨ªa ninguno de sus conciertos. En el curso de un viaje de trabajo, Francisco Javier coincidi¨® en un aeropuerto con Bunbury, tocado con uno de sus habituales sombreros, pero no se sinti¨® capaz de decirle nada. "No pensar¨¢s que me iba a comportar como una quincea?era", le contest¨® a Sagrario, su madre, cuando ¨¦sta le recrimin¨® que no se hubiera acercado al cantante en esa ocasi¨®n.

En su cuarto, en la localidad madrile?a de Getafe, los compactos de Bunbury se amontonan junto a los libros de Dal¨ª, otro de sus mitos. La madre de Francisco Javier, que falleci¨® el 11-M cuando caminaba por uno de los andenes de la estaci¨®n de Atocha, busca el cuadro que su hijo dej¨® inacabado y en el que se nota la influencia que el pintor de Figueres ejerc¨ªa sobre su obra. Los dibujos de Francisco Javier, algunos copiados de las obras m¨¢s emblem¨¢ticas del artista surrealista, adornan las paredes de la casa de sus padres. Yolanda, su ¨²nica hermana, recuerda que empez¨® a estudiar en la Escuela de Artes y Oficios, pero que acab¨® decant¨¢ndose por la inform¨¢tica ante la urgencia por encontrar un trabajo.

Francisco Javier estaba pagando un piso en la localidad madrile?a de Pinto y pensaba irse a vivir con su novia el pr¨®ximo junio, mes previsto para la entrega de llaves. Le gustaba correr y ¨²ltimamente se hab¨ªa apuntado en un gimnasio para aliviar los dolores de espalda que le hab¨ªan quedado como secuela tras ser atropellado por un coche a principios de este a?o.