Funeral y solidaridad
Adem¨¢s de segar brutalmente 190 vidas, los atentados del 11-M cambiaron tr¨¢gicamente -y en muchos casos para siempre- la existencia de una multitud de personas: los m¨¢s de 1.500 heridos y los familiares y amigos de las v¨ªctimas directas. La sociedad espa?ola debe ofrecerles de un modo constante todo el apoyo material, moral y psicol¨®gico que necesitan. Tambi¨¦n hay que detener y juzgar a los criminales del 11-M y hay que combatir el terrorismo yihadista, como hay que combatir todas las formas de terrorismo, con dureza e inteligencia, de un modo global y all¨ª donde se precisa. Pero sobre todo no hay olvidar a esos miles de personas cuyas vidas ya nunca ser¨¢n igual, y especialmente a los que sufran graves secuelas en su salud.La celebraci¨®n, ayer, de un funeral de Estado -que congreg¨® a los responsables de las instituciones democr¨¢ticas espa?olas y a l¨ªderes de medio centenar de pa¨ªses- constituy¨® un emotivo homenaje a los muertos, los heridos y sus familiares y amigos. La conmoci¨®n de los participantes, y en particular la viv¨ªsima emoci¨®n de la entera familia real espa?ola, fue un b¨¢lsamo para los amigos y parientes de los fallecidos.
S¨®lo hay un pero. Cometi¨® un error quien decidi¨® que el funeral tuviera un car¨¢cter estrictamente cat¨®lico. Espa?a es un Estado que, desde la proclamaci¨®n de la Constituci¨®n, no tiene car¨¢cter confesional. Entre los fallecidos el 11-M -de 13 nacionalidades diferentes- hab¨ªa personas que no eran cat¨®licas: ortodoxos, probablemente cristianos no cat¨®licos de distintas confesiones, musulmanes, agn¨®sticos y ateos. Basta conocer los detalles de sus vidas rotas para percibir que las v¨ªctimas del 11-M son un espejo de la nueva sociedad espa?ola: joven, trabajadora, abierta y plural. Estos momentos tan dif¨ªciles ponen a prueba a las sociedades que los sufren y crean nuevas solidaridades. Frente al terrorismo, y en apoyo de quienes lo han sufrido, se fragua el patriotismo constitucional que lleva a los ciudadanos a defender y a identificarse con la Constituci¨®n que hace posible la vida en com¨²n y que los terroristas quieren destruir. Por eso lo correcto hubiera sido un funeral de Estado laico o una ceremonia religiosa ecum¨¦nica, formatos parecidos a los empleados en EE UU tras el 11-S y en Marruecos tras los atentados de Casablanca.
Ahora hay que concentrarse en garantizar que las v¨ªctimas no queden desatendidas cuando el dolor y la emoci¨®n comiencen a menguar. Es una buena noticia que ya hayan comenzado las concesiones de permisos de residencia a los inmigrantes irregulares que sufrieron la barbarie del 11-M. El Gobierno en funciones y su sucesor no deben cesar en el cumplimiento de esa promesa expresa de Aznar. Tambi¨¦n debe materializarse la idea de coordinar todo el apoyo presente y futuro a las v¨ªctimas en un ¨²nico organismo administrativo. Ser¨ªa espantoso que dentro de alg¨²n tiempo los medios de comunicaci¨®n tuvieran que reflejar quejas por desatenci¨®n o burocracia de las v¨ªctimas del 11-M.
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