Entra
Entra una chica de pelo largo casta?o, ligeramente ondulado, que cree que el Gobierno es de alguna manera responsable. Entran dos chicos con una bolsa y dos raquetas de tenis que no ven responsabilidad en el Gobierno, s¨®lo en los terroristas. Entra un hombre con unos pantalones vaqueros nuevos que siente alivio porque ETA no haya sido responsable. Entra una pareja del brazo que no siente alivio ninguno. Entra un hombre con gafas oscuras que hubiera preferido que hubiese sido ETA. Entra una mujer con zapatos de tac¨®n obsesionada con todas las bolsas y mochilas que ve a su alrededor.
Entra un hombre que fue a votar porque hubo este atentado, y con ¨¦l entra una mujer que cambi¨® su voto, y con ellos entra otro hombre algo m¨¢s joven que no cambi¨® su voto ni lo hubiera cambiado por nada. Justamente despu¨¦s, casi atropell¨¢ndose, entra una muchacha que tampoco fue a votar esta vez. Entra un joven que ayud¨® a trasladar heridos. Y con ¨¦l una mujer que no ayud¨® y pudo, pero el miedo la atenaz¨® y se siente culpable sin motivo; y poco despu¨¦s, una mujer que no pudo ayudar, que quiso hacerlo y le recomendaron que esperara. Y entra un hombre que viaj¨® en otro vag¨®n, y tras ¨¦l entra un hombre con barba de tres d¨ªas que tard¨® horas en enterarse porque hab¨ªa trabajado en el turno de noche. Y entran un hombre y una mujer que se alegraron de que hubiera habido un atentado.
Y despu¨¦s entra una monja con sus h¨¢bitos que se siente culpable sin serlo. Y entra un matrimonio que nunca dice nada y que no se siente culpable de nada. Y entra un chico escuchando m¨²sica que no siente. Y entra una mujer que no tiene m¨¢s remedio que entrar y que perdi¨® a alguien en el atentado. Y entra otra mujer que no conoc¨ªa lo que era el odio y que ahora lo conoce. Y entra una enfermera que reconoce que estuvo en un hospital ese fat¨ªdico d¨ªa. Y entra una jubilada que a pesar de la lluvia sali¨® a manifestarse. Y entra un hombre que hoy cumple 32 a?os y que tampoco esta vez sali¨® a manifestarse. Y entra un chaval que no entiende nada. Y entra un hombre muy orgulloso de su corbata que cree que lo entiende todo. Y entra un hombre con sandalias que no quiere pensar. Y entra un estudiante que no para de pensar. Y entro yo. Y se cierran las puertas y el tren se pone en marcha.
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