Cobard¨ªa
?Terrible palabra! Y la est¨¢n usando los deslenguados: retirarse de la guerra es una cobard¨ªa, dicen; y esa canalla a?ade que ser¨ªa reconocer el triunfo de Al Qaeda; colaborar con el terrorismo. No saben el valor que hace falta para ser pacifista en este pa¨ªs cuando hay un gobierno de mente samur¨¢i. O de poetas gritones: "?Que no puede esclavo ser / pueblo que sabe morir!". Vamos, vamos. El pueblo no quiere ya morir por las riquezas de los se?ores de la guerra, ni por sus votos. Para que vaya el Imperator a hacer que se come un pavo de cart¨®n piedra, como en la cena de valentones fat¨ªdicos de Don Juan Tenorio. Pens¨¦ que Richard Clarke hac¨ªa el acto de valor m¨¢s alto de su carrera cuando, el mi¨¦rcoles, dec¨ªa que el Gobierno le hab¨ªa enga?ado en las armas de Irak, y le hizo apoyar la guerra que ahora le horroriza. Veo a Bush tratar el mismo d¨ªa el mismo tema: de una manera repugnante y c¨ªnica. Hablaba, y dec¨ªa entre sonrisas, que buscaran por all¨ª a ver si encontraban las armas de destrucci¨®n masiva que no aparecen. Algunos escribanos de por aqu¨ª amenazan a Zapatero con lo que pueda pasarle en noviembre si gana las elecciones Bush: ahora gobierna en precario, por la campa?a. En precario est¨¢ Aznar, que tuvo su cena con Blair para incitarle a que presione a Zapatero. En precario est¨¢n los aznaristas que esperan a Bush para recuperar lo que pierden o van a perder. Ah, ya ha cesado Anson en la presidencia de La Raz¨®n -nombre parad¨®jico, contradictorio-; cae hacia arriba, y por ¨¦l me alegro: siempre quise que le pasase lo mejor. Vuelvo a Bush: en su mismo discurso, se mostraba orgulloso de dirigir "los ej¨¦rcitos de liberaci¨®n" de Irak y de Afganist¨¢n. Otra palabra de p¨¢nico: cuando nos liberaron fue horrible la matanza de liberados. ?Fuera los liberadores! Creen lo que dijo Aznar; desde que cay¨® Sadam "el mundo est¨¢ mejor". ?Jo! Quiz¨¢ no est¨¦n en el mundo los trenes de cercan¨ªas de Atocha.
Temo que no hay manera ya de liberar realmente al idioma; el universal, que se manifiesta en todas las lenguas. La perversidad se multiplica en mayor proporci¨®n que el n¨²mero de palabras que circulan. Inflaci¨®n de informaciones, discursos, art¨ªculos. S¨®lo el poder tiene la capacidad de dar a las palabras su uso real; a condici¨®n de que d¨¦ a los hechos su valor real, y no recompense a quienes las usan para crear v¨ªctimas, c¨¢rceles, pobres.
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