El grado cero de la teor¨ªa
Cuanto m¨¢s incomprensibles son un hecho, una creencia o una f¨®rmula especulativa, tanto m¨¢s se disparan la imaginaci¨®n y la verborrea al interpretarlos. As¨ª ocurr¨ªa anta?o con el sexo de los ¨¢ngeles, con la Inmaculada Concepci¨®n y la Sant¨ªsima Trinidad o con los trabajos de H¨¦rcules, y sucede todav¨ªa con el jard¨ªn ingl¨¦s, cuyo deliberado desorden y desali?o, seg¨²n Kant, nunca llega a complacernos pero en cambio estimula nuestra fantas¨ªa y nos hace pensar.
La espantosa salvajada cometida el 11 de setiembre de 2001 por un pu?ado de fan¨¢ticos contra el Pent¨¢gono y las Torres Gemelas del World Trade Center de Nueva York es un caso t¨ªpico que, por no tener contornos ni perfiles definidos, desata la especulaci¨®n y toda suerte de teor¨ªas desenfrenadas, cuanto m¨¢s delirantes, mejor. Es tan abrumador el manto de la nada que cubre nuestras vidas ah¨ªtas, que un acto luctuoso de destrucci¨®n masiva como ¨¦ste, y para colmo, televisado, se presenta como ocasi¨®n ¨²nica: ?al fin un Acontecimiento, algo que nos haga pensar! En efecto, el denominado 11-S lo tiene todo para atraer a los aficionados a la semiolog¨ªa. Por una parte, ya lo dijo el alcalde Giuliani, es el "primer acontecimiento del siglo XXI" (qu¨¦ ilusi¨®n, ?hemos cambiado de ¨¦poca!). Por otro lado, los pilotos suicidas, con su humana inhumanidad, se parecen a los replicantes de Blade Runner (otra sobredimensionada ocurrencia que hizo estremecer a los filosofantes al acecho del Acontecimiento). La autor¨ªa y la motivaci¨®n del atentado son tan enigm¨¢ticos como The Mattrix, y en ¨²ltima instancia, el hecho en s¨ª, filmado desde todos los ¨¢ngulos posibles, es como una suerte de aleph borgeano donde se cruzan, por obra de un malvado millonario saud¨ª, los ejes de lo real, lo imaginario y lo simb¨®lico, algo que ya apunt¨® ese astuto ep¨ªgono de Lacan que es Slavoj Zizek en un art¨ªculo que se ha hecho c¨¦lebre.
W. T. C.
Antonio Fern¨¢ndez-Alba y Jos¨¦ L¨®pez Albadalejo (editores)
Colegio Oficial de Aparejadores de Murcia / Fundaci¨®n Cajamurcia. Murcia, 2003
158 p¨¢ginas. 15 euros
POWER INFERNO
Jean Baudrillard
Traducci¨®n de Isidro Herrera
Arena Libros. Madrid, 2003
88 p¨¢ginas. 9,75 euros
?Por qu¨¦ no hab¨ªa de contribuir
Espa?a a la inagotable sobreinterpretaci¨®n del 11-S si aqu¨ª se producen fil¨®sofos y semi¨®logos como jamones en Huelva? El volumen titulado WTC, 11-9-01 es un ejemplo cabal de esta semiolog¨ªa ad hoc. Re¨²ne un conjunto de prolijas elucubraciones sobre el atentado, sufragadas con los ahorros de Murcia, y enseguida se ve que a sus autores les interesa mostrar que es mucho, much¨ªsimo m¨¢s, lo que "comprenden" del fen¨®meno que lo que en verdad saben de ¨¦l, y entretanto compiten entre s¨ª a ver qui¨¦n escribe la frase m¨¢s sublime: "La sobreimposici¨®n de la horizontalidad naturalizada de una verticalidad culturalista", "la macrogeometr¨ªa elemental del pentagonismo", la "retaguardia hist¨¦rica", que acompa?an con las t¨ªpicas categor¨ªas del g¨¦nero: implosi¨®n, transparencia, vac¨ªo fundante, fractalidad, macrodescontextualizaci¨®n de la iconicidad, etc¨¦tera. Fatua jerigonza que sin embargo no oculta lo evidente: que toda semiolog¨ªa es comentario de im¨¢genes y que ninguno de los que contribuyen al volumen escap¨® a la fascinaci¨®n del espect¨¢culo de la destrucci¨®n -igual que le sucedi¨® a Stockhausen cuando al parecer involuntariamente dijo que el monstruoso atentado ten¨ªa connotaciones f¨¢usticas y, por tanto, pod¨ªa compararse con una gran obra de arte-. Pero la espectacularidad del 11-S es justamente el aspecto m¨¢s banal de la salvajada: ponga usted un centenar de c¨¢maras en medio del bombardeo de Dresde o, si pudiera ser, en el saqueo de Roma o la ca¨ªda de Troya, y con toda seguridad su mirada quedar¨¢ arrobada por la destrucci¨®n y saldr¨¢ usted hablando de implosiones ret¨®ricas y de fractales y de la volatilidad del icono. Libro desatinado, pues, en el que s¨®lo al final Francisco Jarauta pone algo de sobriedad al intentar de dibujar el nuevo contexto geopol¨ªtico que traza el atentado del 11-S.
Y despu¨¦s tenemos, con dantesco t¨ªtulo, una compilaci¨®n de art¨ªculos de peri¨®dico escritos a tenor del suceso por Jean Baudrillard: el semi¨®logo por antonomasia, el Gran Virtuoso del g¨¦nero. Sus escritos suelen ser prodigios estil¨ªsticos donde en ocasiones se encuentra uno con alguna ocurrencia brillante, y las m¨¢s de las veces con pases de prestidigitador c¨ªnico o de trilero. Su prosa parece un laboratorio de efectos especiales donde los recursos no son los algoritmos de un programa para trucar im¨¢genes sino los estilemas habituales de la filosof¨ªa de la cultura que se articulan para formar, en una combinatoria discreta, un enfoque o una conclusi¨®n inesperada que parecen inteligentes y no lo son. Y, no obstante, es muy dif¨ªcil no caer seducido por esta escritura. ?Por qu¨¦?
El m¨¦todo Baudrillard es muy f¨¢cil de aprender -por eso es tan habitual leerlo en imitadores-. Consiste en presuponer que, en el fondo, nada puede ser criticado, desentra?ado o expuesto, y en cambio todo es parafraseable, lo cual se apoya en un segundo supuesto, a saber, que todo puede decirse (y pensarse) de otra manera. Aqu¨ª, lo mismo que en un libro anterior (La guerra del Golfo no ha tenido lugar, Anagrama. Barcelona, 1991), la lectura del Acontecimiento -el 11-S- es tan intensa y al mismo tiempo tan perversa, que el desciframiento de sus signos conlleva innumerables significantes irresolubles de modo que, al final, quedamos atrapados en un marco donde s¨®lo existe el discurso, en un bla-bla en el que la teor¨ªa espejea la pretendida intrascendencia de lo real -el hecho en s¨ª- o, todav¨ªa m¨¢s, desrealiza lo real, como hacen todas las met¨¢foras, de tal modo que poco a poco, todo: la guerra, la pol¨ªtica, el islam, Nueva York, el capitalismo, el petr¨®leo y el Imperio y sus oscuros enemigos terroristas, todo se hace virtual. Se disipan la muerte en el WTC, el horror televisado, las consecuencias pol¨ªticas o estrat¨¦gicas del atentado y, por descontado, el balance despu¨¦s del hecho, que ya no es necesario. Se borra incluso la raz¨®n del sacrificio de los suicidas y la raz¨®n (o sinraz¨®n) de sus miles de v¨ªctimas inocentes; y as¨ª como el terrorismo es lo mismo que un virus inform¨¢tico, la doctrina de la seguridad basada en la guerra preventiva de Rumsfeld y Kagan se compara a un cortafuegos. De nada sirve que algunos comentarios se desacrediten por ellos mismos: por ejemplo, ya puede Baudrillard especular sobre la arquitectura de los rascacielos como modelo para ser destruidos, ya puede sancionar la muerte definitiva de ese modelo a consecuencia de este "acontecimiento simb¨®lico": dos a?os despu¨¦s nos enteramos de que las torres ser¨¢n reemplazadas por un nuevo monstruo, todav¨ªa m¨¢s alto que los originales. Pero seguramente a ¨¦l le da lo mismo.
Igual que ocurre con los semi¨®logos de Murcia, aunque con bastante m¨¢s pericia, Baudrillard no piensa ning¨²n Acontecimiento, tan s¨®lo lo estetiza. Con ello consigue poner la teor¨ªa en grado cero, es decir, la convierte en mera contemplaci¨®n del mundo. El efecto que produce leerlo es vertiginoso; parece como si las cosas fueran en verdad tal como ¨¦l las retrata: leves, insustanciales, meros signos en rotaci¨®n, que dir¨ªa Octavio Paz, y tan vertiginosa es la rotaci¨®n como espectaculares y efectistas son sus recursos, y carentes de sentido tambi¨¦n. Parece que quisiera liberarnos del pasmo del horror y en realidad nos escamotea el sentido. La sanci¨®n s¨®lo puede ser entonces moral ya que, libres de toda culpa o de responsabilidad, ya no sentimos la necesidad de tomar partido.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.