?Que nadie toque a los periodistas!
Todos los a?os, aproximadamente por estas fechas, aparece un informe que es a la vez deprimente y tambi¨¦n bastante maravilloso. Se titula Ataques contra la prensa en 2003 (o el a?o anterior que fuera), y lo redacta una organizaci¨®n con sede en Nueva York llamada Comit¨¦ para Proteger a los Periodistas [CPJ, siglas inglesas]. El t¨¦rmino "periodistas" se usa, en general, para incluir a redactores, c¨¢maras, corresponsales especiales y otros involucrados en la informaci¨®n y la transmisi¨®n de noticias. El Comit¨¦ se estableci¨® en 1981 para documentar y combatir los cientos de casos en los que autoridades nacionales o locales, bandas armadas, capos de la droga y sicarios de la Mafia atacaban a periodistas valientes que cubr¨ªan y filmaban sus actuaciones. Tristemente, el trabajo del Comit¨¦ no ha perdido nada de importancia hoy en d¨ªa. En 2003, 36 periodistas murieron trabajando, un aumento alarmante en comparaci¨®n con el a?o anterior, en el que hubo un total de 19; adem¨¢s, otros 136 periodistas languidec¨ªan en prisi¨®n o bajo arresto domiciliario a finales del a?o pasado. Ataques contra la prensa documenta todos estos casos, y los organiza regi¨®n por regi¨®n y pa¨ªs por pa¨ªs. Esto supone una lectura interesante, ya que nos proporciona una especie de mapamundi indicando d¨®nde los medios son libres y d¨®nde no.
36 periodistas murieron trabajando en 2003, un aumento alarmante en relaci¨®n con el a?o anterior, en el que hubo un total de 19
El grotesco dictador de Bielorrusia, Alexandr Lukashenko, afirm¨® que el periodismo deber¨ªa ser concebido en funci¨®n de las necesidades del Estado
El Comit¨¦ para Proteger a los Periodistas documenta los ataques contra la prensa sin tener en cuenta su ideolog¨ªa pol¨ªtica y es una voz que llega al poder
Por norma general, los pa¨ªses que sufren otras lacras -corrupci¨®n, falta de democracia, inobservancia de los derechos civiles, conflictos ¨¦tnicos, reg¨ªmenes autoritarios, migraciones forzosas, agitaci¨®n social- son aquellos en los que m¨¢s probabilidades hay de que se produzcan ataques contra periodistas locales y extranjeros. Esto se debe, en parte, a que los periodistas, por su profesi¨®n, se ven impulsados a informar sobre tales sucesos (?cu¨¢ntos hay informando de graves delitos en Finlandia o Nueva Zelanda?), pero principalmente porque los que abusan de su poder quieren suprimir tales noticias.
A cualquiera familiarizado con los informes anuales del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, o Amnist¨ªa Internacional, o Transparency Inc. (con informes sobre la corrupci¨®n), los pa¨ªses nombrados en la lista del CPJ le resultar¨¢n deprimentemente familiares; de hecho, es f¨¢cil suponer que si un pa¨ªs aparece en cualquiera de esos informes, lo m¨¢s probable es que est¨¦ tambi¨¦n en otro. Pr¨¢cticamente todos los pa¨ªses de la antigua Uni¨®n Sovi¨¦tica y la ex Yugoslavia tienen apartados en los que se detallan ataques contra la libertad period¨ªstica: asesinatos, desapariciones misteriosas, encarcelamiento y acoso. A los intermediarios del poder y a los g¨¢nsteres de los anteriores reg¨ªmenes les ha resultado verdaderamente dif¨ªcil abandonar sus sucios h¨¢bitos cuando su pa¨ªs ha sido declarado figuradamente una democracia.
El grotesco dictador de Bielorrusia, el presidente Alexandr Lukashenko, afirm¨® abiertamente el pasado abril que el periodismo deber¨ªa ser una "profesi¨®n concebida en funci¨®n de las necesidades del Estado", y ha tomado medidas en¨¦rgicas contra los nuevos canales independientes, tanto nacionales como extranjeros. Este mismo sentimiento lo comparten sus equivalentes de ?frica, Latinoam¨¦rica y Asia. Los directores que llaman la atenci¨®n sobre los delitos oficiales, los c¨¢maras que intentan filmar actos de violencia, los periodistas que env¨ªan cr¨®nicas a los medios extranjeros, todos son objeto de acoso, amenazas contra sus familias, inspecciones forzosas, confinamiento y muerte. Normalmente, el Gobierno en el poder no acepta responsabilidad alguna por las muertes; al parecer, las ejecutan asaltantes desconocidos, quiz¨¢ bandoleros (sic) locales. Tras una investigaci¨®n irregular, un investigador corrupto o asustado declara que el caso est¨¢ cerrado. Y el mundo sigue girando.
Cuba y China
Hay ciertos "casos importantes" en los que se debe hacer especial hincapi¨¦; y m¨¢s, quiz¨¢, si uno est¨¢ pensando en viajar a esos pa¨ªses o invertir all¨ª. De acuerdo con el informe del CPJ, el Gobierno cubano se aprovech¨® de que la opini¨®n mundial estaba centrada en Irak para lanzar su propio ataque contra periodistas independientes, 29 de los cuales fueron encarcelados. Esto convierte a Cuba en el segundo mayor encarcelador de periodistas; China sigue manteniendo una amplia ventaja, con 39 personas de los medios encarceladas. (Ser¨ªa interesante, a falta de una palabra mejor, pedir a la Casa Blanca explicaciones de por qu¨¦ trata al primero de esos pa¨ªses ofensores de manera tan distinta a como trata al segundo). Por otra parte, ?en qu¨¦ puesto exactamente se encuentra el aborrecible r¨¦gimen de Kim Jon Il, que entre los 200.000 presos pol¨ªticos que se le atribuyen incluye a muchos culpables (!) de leer la prensa extranjera? De modo que, ?qui¨¦nes son los buenos, los pa¨ªses cuyo nombre nunca aparece en el informe del CPJ? Todos los pa¨ªses del oeste y el norte de Europa, por supuesto, m¨¢s Canad¨¢, Australia y Nueva Zelanda, los pa¨ªses del Caribe (aparte de Cuba y la Rep¨²blica Dominicana), las islas del Pac¨ªfico, Botsuana y algunas naciones africanas de mente abierta. Es maravilloso ver que los pa¨ªses b¨¢lticos, Polonia, Hungr¨ªa y la Rep¨²blica Checa se encuentran en esta lista de no transgresores, en vista de las opresiones que sufrieron durante el pasado siglo.
Hay otros dos apartados dignos de menci¨®n, ambos lamentables y profundamente embarazosos para los principios que ellos mismos proclaman. El primero trata de Israel, donde el relato de la intimidaci¨®n, el acoso, la confiscaci¨®n de equipos, los disparos y el apaleamiento de periodistas y (especialmente) c¨¢maras que cubren los acontecimientos que tienen lugar en los territorios ocupados es verdaderamente preocupante. (Si los lectores de esta columna pro israel¨ªes tienen objeciones a la frase anterior, les sugiero que lean las p¨¢ginas 191-193 del informe antes de quejarse).
Abusos en EE UU
El segundo, por desgracia, es Estados Unidos, pero el Comit¨¦ para Proteger a los Periodistas es bastante categ¨®rico a la hora de llamar la atenci¨®n sobre los m¨²ltiples abusos que se cometen dentro del pa¨ªs, incluidas las restricciones a los periodistas extranjeros y el descr¨¦dito y el acoso a dibujantes y corresponsales de la oposici¨®n. Los casos peores tienen que ver con la intimidaci¨®n a los redactores, directores y c¨¢maras estadounidenses y (especialmente) extranjeros que cubr¨ªan la guerra de Irak desde dentro de ese pa¨ªs: m¨¢s de una docena de ellos perdieron la vida durante 2003, y, aunque algunas bajas fueron claramente accidentales, Ataques contra la prensa deja muy claro que otras parecen mucho m¨¢s sospechosas y que se dio mucha y muy pesada intimidaci¨®n f¨ªsica, al estilo de la utilizada por Ej¨¦rcito israel¨ª. (De nuevo, antes de quejarse, lean las p¨¢ginas 186-191 de este informe). ?Cu¨¢l es, entonces, la buena noticia? Ante todo, que el Comit¨¦ para Proteger a los Periodistas existe y documenta los ataques contra la prensa "sin tener en cuenta su ideolog¨ªa pol¨ªtica" (como establece su propia constituci¨®n). Segundo, que no es una chirriante agitaci¨®n marginal, sino una voz fuerte e independiente que llega a los pasillos del poder; por ejemplo, hay un maravilloso prefacio del presentador de ABC News Ted Koppel, el cual no solamente resalta la importancia del trabajo del Comit¨¦, sino que tambi¨¦n critica a los medios estadounidenses por, bueno, su falta de valent¨ªa en comparaci¨®n con los periodistas extranjeros. Por ¨²ltimo, el informe anual de Ataques contra la prensa es se?al de que, independientemente de los horribles actos contra la libertad de expresi¨®n cometidos en el pasado, pocos abusos de ese tipo podr¨¢n pasar inadvertidos en las pr¨®ximas d¨¦cadas.
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