La pluralidad de la ciencia
Sean cuales sean las lecturas que se hagan del resultado de las elecciones generales del 14 de marzo, entre ellas debe figurar, prominente, el deseo de cambio que ha manifestado una parte muy importante de los electores. Instalados firmemente como estamos en un r¨¦gimen democr¨¢tico, afortunadamente esos deseos de cambio no tienen que referirse, necesariamente, a todo aquello que han hecho o pretendido hacer -y a c¨®mo lo han hecho o intentado hacer- el se?or Aznar y su Gobierno. No es mi intenci¨®n repasar aqu¨ª la larga lista de posibles cambios que el nuevo Gobierno podr¨ªa o deber¨ªa intentar llevar a cabo para cumplir con las esperanzas y responsabilidades que el electorado ha depositado en el PSOE; ¨²nicamente quiero referirme a uno, que tiene que ver con la ciencia. Y es que, si hay cambios necesarios, ciertamente uno de ellos tiene que ver con la promoci¨®n de la investigaci¨®n cient¨ªfica.
Hasta que el terrorismo impusiera el pasado -y ya siempre negro en nuestra memoria- d¨ªa 11 de marzo de qu¨¦ ten¨ªamos, por encima de todo, que hablar y preocuparnos, uno de los puntos que no faltaban en los programas de, sobre todo, los grandes partidos nacionales era el de la necesidad de mejorar la situaci¨®n en que se encuentra la ciencia en Espa?a. Si crey¨¦ramos en lo que se nos dec¨ªa entonces, la ciencia espa?ola vivir¨¢ en la pr¨®xima legislatura una ¨¦poca de crecimiento, recibiendo de la Administraci¨®n la atenci¨®n que merece en un mundo en el que el conocimiento y la creatividad cient¨ªficas constituyen no s¨®lo un valor cultural, sino tambi¨¦n, y para algunos sobre todo, socioecon¨®mico.
Ahora, conocidos los resultados electorales, ya no se trata de promesas, sino de cumplirlas. Que no se repita lo que sucedi¨® la pasada legislatura. Cuando escribo estas l¨ªneas, tengo ante m¨ª el texto que se distribuy¨® con las palabras que Aznar pronunci¨® en Barcelona el 10 de julio de 2000 al presentar el entonces reci¨¦n creado Ministerio de Ciencia y Tecnolog¨ªa. "El desarrollo de la sociedad de la informaci¨®n, la pol¨ªtica de innovaci¨®n y tecnolog¨ªa", manifest¨® entonces, "estar¨¢n en la base de las decisiones m¨¢s importantes que habr¨¢n de abordarse en un futuro que ya ha comenzado. Por eso, no basta con mejorar la gesti¨®n de los programas de investigaci¨®n o coordinar m¨¢s adecuadamente los esfuerzos p¨²blicos y privados". Y a?ad¨ªa: "Debemos ser capaces de dar un paso m¨¢s. Nuestro objetivo es transformar profundamente la realidad de la investigaci¨®n en nuestro pa¨ªs". Cuatro a?os despu¨¦s, el saldo real es extremadamente pobre: el porcentaje del PIB para I+D apenas ha crecido, existiendo indicios para pensar que, de hecho, puede haber disminuido si se tienen en cuenta los fondos desviados para la compra de tecnolog¨ªa militar, y se ha destrozado lo que, al menos para m¨ª, era una buena idea, un ministerio que reuniese y promoviese tanto los intereses cient¨ªficos como los tecnol¨®gicos, pero sin obstaculizar el desarrollo de la investigaci¨®n cient¨ªfica m¨¢s b¨¢sica. Ocho a?os -y ocho a?os pueden ser (lo han sido, de hecho) muchos en ciencia y tecnolog¨ªa- de Gobierno del Partido Popular no han servido, ni de lejos, para cumplir, ni siquiera para orientar, esa tarea hist¨®rica pendiente que es hacer que Espa?a disponga de los medios necesarios para intentar convertirse en una potencia cient¨ªfica mundial.
Por su parte, el Partido Socialista Obrero Espa?ol, y muy en particular, su l¨ªder, el se?or Rodr¨ªguez Zapatero, llevaban haciendo hincapi¨¦ durante alg¨²n tiempo en la importancia que para Espa?a tiene la investigaci¨®n cient¨ªfica, y redoblaron sus manifestaciones y promesas durante la campa?a electoral. A su favor tienen, por supuesto, el carecer de responsabilidad en todo aquello que ha pasado -m¨¢s bien, que no ha pasado- en la ciencia espa?ola durante los ¨²ltimos a?os. No podemos, ahora que se abre una nueva etapa en la pol¨ªtica espa?ola, pensar que el nuevo Gobierno no cumplir¨¢ lo que ha prometido. Ahora bien, la promoci¨®n de la ciencia es una tarea delicada, que requiere, entre otras cosas, de una percepci¨®n correcta, equilibrada, de lo que es la ciencia. Una visi¨®n que tal vez sea dif¨ªcil conseguir en tiempos como los actuales. Me explico.
Vivimos en una ¨¦poca en la que se est¨¢ produciendo una aut¨¦ntica revoluci¨®n cient¨ªfica, centrada en las ciencias biom¨¦dicas en general y en la biolog¨ªa molecular en particular. Temas como genomas, clonaci¨®n, c¨¦lulas madre, terapia g¨¦nica o investigaci¨®n traslacional en biomedicina (la que incluye el proceso de transferencia de conocimiento y tecnolog¨ªa desde el laboratorio hasta la cabecera del enfermo y viceversa), por citar s¨®lo unos pocos, est¨¢n a la orden del d¨ªa. Como tambi¨¦n lo est¨¢n los frecuentes -y sin duda de ninguna clase, necesarios y bienvenidos- llamamientos recientes por parte de destacados miembros de la comunidad biom¨¦dica exigiendo un pacto de Estado para doblar la inversi¨®n en ciencia. Inmersos en semejante mundo biom¨¦dico, ?ser¨¢n capaces, es la pregunta que formulo, de formarse una imagen equilibrada de lo que es la ciencia los responsables pol¨ªticos que pronto intentar¨¢n dise?ar e implementar nuevas pol¨ªticas cient¨ªficas? En otras palabras, ?se dar¨¢n cuenta de que si se olvidan o marginan las otras disciplinas cient¨ªficas, el producto ser¨¢ una ciencia nacional deforme, incapaz probablemente de afrontar los retos, tanto cient¨ªficos como tecnol¨®gicos, que marcan la diferencia, aunque, por supuesto, haya que aprovechar las posibilidades que abre para el descubrimiento y desarrollo cient¨ªfico el momento revolucionario en que se encuentran las ciencias biom¨¦dicas?
No tengo, he de confesarlo, demasiada confianza en la visi¨®n de conjunto que posee la "clase pol¨ªtica" acerca de lo que es, significa y permite la ciencia. Han dado en el pasado sobradas muestras de ignorancia e indiferencia, cuando no de oportunismo. Hace no mucho, numerosos miembros de esa "clase" se apresuraban, y pugnaban entre s¨ª, por destacar en sus discursos la importancia de la microelectr¨®nica. Poco antes, otros -bastantes- hab¨ªan hecho hincapi¨¦ con entusiasmo en la necesidad de fomentar ¨¢mbitos como el de las ciencias medioambientales o, incluso, especialidades tan exigentes y fundamentales como la f¨ªsica de altas energ¨ªas, para la que solicitaban instalaciones que no siempre llegaron (ni volvieron a reclamarse). Hoy, la mayor¨ªa de los pol¨ªticos defienden con vehemencia y unanimidad, aunque debatiendo sobre las implicaciones morales, la necesidad de adentrarse en los nuevos mundos biom¨¦dicos (tambi¨¦n los hay que, como Aznar, han mostrado ¨²ltimamente su fascinaci¨®n por la -magn¨ªficamente publicitada- exploraci¨®n de Marte). Ignoro si ser¨¢ el ¨²nico ejemplo que puso, pero le¨ª en los peri¨®-dicos que al presentar el 5 de este mes el programa para ciencia del PSOE, el se?or Rodr¨ªguez Zapatero destac¨® que ¨¦l facilitar¨¢ la investigaci¨®n en c¨¦lulas madre. En la noticia publicada no se le atribu¨ªa ning¨²n otro ejemplo.
Insisto en que es preciso aprovechar la ocasi¨®n que ofrece la situaci¨®n y posibilidades de las ciencias biom¨¦dicas; no perder, como se perdi¨® en el caso del Proyecto Genoma Humano, la ocasi¨®n para los cient¨ªficos espa?oles, pero dudo mucho que la ciencia hispana llegue a ocupar en un futuro pr¨®ximo el lugar a que, al menos algunos, aspiran para ella en el conjunto de la ciencia internacional, si no se presta muy parecida atenci¨®n a otras ramas cient¨ªficas. Y pienso, con mayores razones, que, si no se hace as¨ª, no seremos capaces de competir en el universo de la industria fuertemente dependiente del conocimiento cient¨ªfico. El mundo, nuestro entorno, necesidades, inquietudes o, simplemente, deseos de conocer no se reduce a la biolog¨ªa: la f¨ªsica, qu¨ªmica, matem¨¢ticas o ciencias naturales, en sus casi infinitas subdivisiones, especialidades o combinaciones son absolutamente imprescindibles para comprender ese mundo que nos rodea y del que en ¨²ltima instancia dependemos. Para comprenderlo, y tambi¨¦n para controlarlo y beneficiarnos de ¨¦l.
En un pa¨ªs con mayor tradici¨®n y logros cient¨ªficos ser¨ªa, seguramente, innecesario se?alar todo esto. Recordar, por ejemplo, que disciplinas de tanto valor social como la meteorolog¨ªa, la oceanograf¨ªa o la ecolog¨ªa implican muy variados saberes, desde la f¨ªsica de fluidos a la matem¨¢tica no lineal, pasando por ramas de la qu¨ªmica como puede ser la edafolog¨ªa (estudio de los suelos); que el tan deseado universo de las comunicaciones no es s¨®lo electr¨®nica, sino otras muchas cosas m¨¢s, como ciencia de los materiales y f¨ªsica cu¨¢ntica; que las predicciones econ¨®micas requieren de matem¨¢ticas muy avanzadas, del tipo de la teor¨ªa de juegos no cooperativos... y mil ejemplos m¨¢s. Adem¨¢s, aunque situ¨¢semos a la salud p¨²blica en el centro de nuestros intereses, de nuestros, podr¨ªamos a?adir, leg¨ªtimamente ego¨ªstas y muy personales intereses, tendr¨ªamos que darnos cuenta de que esa salud tiene tambi¨¦n que ver con cosas como control de emisiones de gases o de calidad de alimentos, procesos fisiol¨®gicos qu¨ªmico-f¨ªsicos, materiales y medios de comunicaci¨®n que utilizamos, fuentes de producci¨®n energ¨¦tica, medios de transporte o agricultura, dominios que de innumerables formas dependen de muy diversas ciencias. Nadie ignora, asimismo, que los centros de salud est¨¢n poblados de artilugios t¨¦cnicos que surgieron y se mantienen gracias a las habilidades de otras disciplinas, o que los mejores laboratorios biol¨®gicos moleculares necesitan de las m¨¢s avanzadas computadoras, y que cada vez m¨¢s depender¨¢n de las posibilidades que abre la nanotecnolog¨ªa, nueva disciplina en la que se utilizan instrumentos como pueden ser los ultraprecisos microscopios de efecto t¨²nel.
Tambi¨¦n habr¨ªa que recordar, en un mundo en el que la rentabilidad, la aplicaci¨®n, la, en definitiva, "econom¨ªa", se han constituido para muchos en norte y gu¨ªa, que la ciencia por s¨ª misma, que la investigaci¨®n cient¨ªfica ("pura" o "b¨¢sica" se denomina con frecuencia) que busca responder a todas las preguntas que podemos plantearnos sobre el "funcionamiento" de la naturaleza, tiene tambi¨¦n sentido, tambi¨¦n es necesaria. M¨¢s a¨²n, que es absolutamente imprescindible. El nuevo Gobierno debe alentar tambi¨¦n a, por ejemplo, los matem¨¢ticos que se ocupan de los problemas m¨¢s abstrusos y alejados (aparente o realmente, ?qui¨¦n lo sabe?) de las "aplicaciones", o a los f¨ªsicos que se esfuerzan por dise?ar o comprobar las teor¨ªas m¨¢s sofisticadas y exigentes acerca de la estructura de la materia. En ciencia, al igual que en la vida, que en nuestras relaciones personales, es siempre mal asunto ser cicatero, interesado, carecer de ambiciones elevadas.
En un pa¨ªs con otra tradici¨®n, dec¨ªa, tal vez no ser¨ªa necesario recordar estas trivialidades, pero no estamos en semejante lugar, en un pa¨ªs que posea sociedades cient¨ªficas fuertes y socialmente conscientes que se esfuercen en transmitir a la sociedad sus puntos de vista. Ahora que la "¨¦lite biom¨¦dica" se manifiesta, ?d¨®nde est¨¢n los cient¨ªficos de otras disciplinas (como los f¨ªsicos) que en otro tiempo alzaban con fuerza y frecuencia su voz? Y el problema se agrava debido a que el Ministerio de Sanidad ha sido en los ¨²ltimos tiempos mucho m¨¢s activo en la defensa de la necesidad de la investigaci¨®n cient¨ªfica (biom¨¦dica, claro) que el de Ciencia y Tecnolog¨ªa.
Hace poco, a principios de enero, este mismo peri¨®dico informaba sobre los resultados que acerca del origen de la simetr¨ªa en el cuerpo hab¨ªa obtenido el grupo de Juan Carlos Izpis¨²a -cuya recuperaci¨®n para la ciencia espa?ola se pretende desde hace un tiempo- en el Instituto Salk, en la Jolla (California). "Izpis¨²a", se dec¨ªa en la noticia, "no s¨®lo cuenta con bi¨®logos en su grupo, sino tambi¨¦n con f¨ªsicos y matem¨¢ticos, y su contribuci¨®n ha sido esencial", a?adi¨¦ndose que el cient¨ªfico espa?ol "defiende con firmeza el enfoque interdisciplinario que ha sido la clave del trabajo". La biolog¨ªa molecular y ciencias biom¨¦dicas ser¨¢n muy probablemente protagonistas destacados de la ciencia del siglo XXI, pero tambi¨¦n lo ser¨¢ la ciencia interdisciplinar, ciencia que re¨²ne lo que hasta ahora nuestras limitadas posibilidades manten¨ªan separado. Al fin y al cabo, la naturaleza es una y no varias. ?O no?
Jos¨¦ Manuel S¨¢nchez Ron es miembro de la Real Academia Espa?ola y catedr¨¢tico de Historia de la Ciencia en la Universidad Aut¨®noma de Madrid.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.