Consenso antiterrorista
Zapatero ser¨¢ consecuente con su compromiso de mantener el Pacto Antiterrorista hasta la desaparici¨®n de ETA. Para hacer visible ese compromiso, convocar¨¢ al otro firmante, el PP, a fin de reafirmar su vigencia. Hace un mes, el PP cuestion¨® la continuidad del pacto mientras los socialistas no rompieran su acuerdo de gobierno en Catalu?a con Esquerra Republicana. Simult¨¢neamente, Zapatero tratar¨¢ de encontrar alguna f¨®rmula que permita asociar al conjunto de fuerzas democr¨¢ticas en un compromiso expreso de combatir al terrorismo.
Desde su firma, a fines de 2000, diversas voces han pedido la ampliaci¨®n del pacto a otras fuerzas. El objetivo esencial del acuerdo era hacer ver a ETA que ning¨²n cambio de mayor¨ªa modificar¨ªa la negativa compartida a negociar con ETA, es decir, a pagar un precio pol¨ªtico por el fin de la violencia. De ah¨ª que los firmantes fueran los dos partidos con posibilidades realistas de gobernar. Y es ahora mismo, con el cambio de mayor¨ªa, cuando ese contenido tiene que reafirmarse con claridad. En la pr¨¢ctica, el acuerdo sirvi¨® tambi¨¦n para poner en marcha las reformas legales que condujeron a la ilegalizaci¨®n y disoluci¨®n del brazo pol¨ªtico y otros instrumentos del complejo coactivo organizado en torno a ETA. Casi nadie cuestiona hoy la legitimidad y la eficacia de esa iniciativa.
Rebajar o modificar su contenido para sumar a otros firmantes habr¨ªa impedido seguramente alcanzar ese objetivo. Tampoco parece buena idea hacerlo hoy, si ello pone en riesgo su continuidad. Sin embargo, es cierto que hoy existen condiciones que no hab¨ªa hace cuatro a?os para intentar, en paralelo, un acuerdo m¨¢s amplio, que cumpla un papel similar al del Pacto de Madrid. El principal inter¨¦s de tal iniciativa ser¨ªa asociar al nacionalismo vasco democr¨¢tico a un compromiso de principios en materia antiterrorista.
El PNV, que preside Imaz, ha rechazado la idea de pagar un precio pol¨ªtico a ETA, con o sin tregua. Hay condiciones, por tanto, para un entendimiento: para que las divergencias sobre otras cuestiones, como las relacionadas con el plan Ibarretxe, no impidan un acuerdo contra el terrorismo de ETA de todos los partidos democr¨¢ticos. Se tratar¨ªa de un pacto paralelo al actual, sin que fuera aceptable la condici¨®n de que el PSOE y el PP anularan el que firmaron en 2000.
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