Valle salado
La sala de la Casa de Cultura Ignacio Aldecoa recoge la segunda exposici¨®n fotogr¨¢fica despu¨¦s de que sustituyese en estos menesteres a la del Archivo Hist¨®rico del Territorio de ?lava. La t¨®nica y calidad de la misma mantiene el mismo grado de inter¨¦s que todas las que le precedieron en uno u otro lugar. No en vano la responsabilidad de coordinaci¨®n sigue recayendo en las mismas personas que han sabido hacer de Vitoria, de manera muy afinada, una de las citas obligadas para los que gustan de la fotograf¨ªa en todas sus dimensiones y categor¨ªas. En esta ocasi¨®n las im¨¢genes que se presentan corresponden a cuatro autores aunque en uno de los casos sea un equipo de dos personas. Han sido ellos, con su distinta forma de mirar los que se han encargado de realizar el proyecto con el sugerente t¨ªtulo Valle Salado, a propuesta de los responsables de la sala en el municipio alav¨¦s de Salinas de A?ana. Si bien las terrazas salineras de esta localidad han sido fotografiadas por aficionados y profesionales de manera incesante estas nuevas visiones merecen ser observadas con el detenimiento necesario, m¨¢xime cuando los autores que han intervenido son nombres de prestigio. Encontramos entre ellos a Joan Fontcuberta (Barcelona, 1955) cuya originalidad, m¨¢s que el de los detalles y vistas generales que ha tomado, se encuentra en el proceso de revelado. Ha a?adido en el mismo el cloruro s¨®dico (muera) con que los manantiales alimentan las salinas. Esto hace que la sal, rastros y materia, est¨¦ presente en la imagen. Gloria Massana ha intervenido sobre el paisaje con unos elemento de color rojo muy llamativos y Cesar San Mill¨¢n (Vitoria, 1956) ha sido el encargado de tomar la transformaci¨®n ejecutada buscando los mejores contrastes con el azul de los cielos o el propio blanco-hueso que ofrece la sal. En otra vertiente, el trabajo en blanco y negro presentado por Oscar Molina (Madrid, 1962) ofrece una lectura un tanto equ¨ªvoca. Sus paisajes parecen entrever cierta vocaci¨®n po¨¦tica, incluso melanc¨®lica, pero tambi¨¦n pueden entenderse como algo inocuo, donde la intenci¨®n del fot¨®grafo ha quedado cercenada por lo subyugante del escenario. Alberto Schommer (Vitoria, 1928), el acad¨¦mico de San Fernando, ofrece toda una lecci¨®n de su saber hacer. Su inter¨¦s se ha centrado en los habitantes del lugar. Los ha recreado en planos medios, en color, posando contra el fondo blanco de una pared y luz solar. Mujeres y hombres frente a la c¨¢mara, sobre ellos, a modo de encadenado en transici¨®n se superponen ligeramente vistas tradicionales de las salinas. Aunque bastante manido, manera contundente de establecer relaci¨®n claras del personaje su lugar de origen o de residencia.
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