Bajarse del autob¨²s
En su doble condici¨®n de presidente en funciones del Gobierno (hasta que Zapatero sea investido para el cargo como vencedor de las elecciones legislativas del 14-M) y de presidente del PP (hasta que el futuro congreso del partido designe a su sucesor o le ratifique en el puesto), Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar ha desplegado su estilo marrullero, bronco y sof¨ªstico para atacar despiadadamente a los socialistas vencedores en los comicios. Durante la campa?a electoral, Zapatero se comprometi¨® a retirar las tropas espa?olas destacadas en Irak el pr¨®ximo 30 de junio -fecha de vencimiento del plazo inicialmente aprobado por el Congreso- si Naciones Unidas "no toma las riendas" de la situaci¨®n. La ventajista estrategia del presidente del Gobierno en funciones es ocupar todas las salidas del escenario para sacudirle a Zapatero cualquiera que sea la puerta escogida: la primera maniobra orientada en esa direcci¨®n ha utilizado miserablemente a soldados de la Brigada Plus Ultra como cimbel para atrapar al futuro presidente socialista en los cuernos de un dilema de imposible soluci¨®n.
La comedia de enredo puesta anteayer en escena por Aznar en Zaragoza con ese prop¨®sito no hizo sino sembrar de manera superflua la preocupaci¨®n entre las familias de 160 militares implicados en la operaci¨®n de rotaci¨®n cuatrimestral (prevista en su d¨ªa por el jefe del Alto Estado Mayor) de ese contingente. Pese a que Jos¨¦ Bono, ministro de Defensa in p¨¦ctore del pr¨®ximo Gobierno, comunic¨® hace una semana por fax al titular en funciones de esa misma cartera, Federico Trillo, que el PSOE no ten¨ªa "nada que oponer" a ese descontado relevo, Aznar orden¨® suspender la operaci¨®n hasta que Zapatero fijase su posici¨®n "de manera expl¨ªcita, sin margen para equ¨ªvocos o interpretaciones posteriores". El futuro presidente del Gobierno no cay¨® en la provocaci¨®n montada por esa reticente, desconfiada y hostil conminaci¨®n: a fin de acabar con la zozobra de los expedicionarios, ratific¨® -negro sobre blanco- las palabras de Bono y record¨® que ese relevo peri¨®dico era "un derecho de los soldados" y "una obligaci¨®n del Gobierno en funciones". Con su acostumbrado descaro para tergiversar los hechos, Aznar culp¨® a Zapatero del retraso padecido por los militares "que deber¨ªan haber partido" (olvidando a los soldados que deber¨ªan haber regresado) y se lament¨® -pu?o de hierro y mand¨ªbula de cristal- del "tono" y las "expresiones" supuestamente "descorteses" utilizadas por su corresponsal.
Durante el mitin celebrado el s¨¢bado en Vista Alegre, Aznar emplaz¨® a Zapatero a elegir entre lo malo y lo p¨¦simo si Naciones Unidas no se hiciera cargo de Irak el 30 de junio: o bien soportar el sambenito de haber incumplido una promesa electoral caso de no repatriar las tropas; o bien ser acusado de la infamia de rendirse ante el chantaje terrorista tras el sangriento aviso del 11-M en el supuesto de que s¨ª lo hiciera. Sin disculparse por haber seguido atribuyendo falsamente a ETA hasta la noche del 14-M la autor¨ªa del atentado con fines groseramente electoralistas, pese a que las investigaciones policiales apuntaron claramente desde la tarde del jueves 12 hacia la pista islamista, el presidente del Gobierno en funciones ha cambiado de caballo del Apocalipsis para galopar junto a Bush. Si el 11-S fue una declaraci¨®n de guerra contra Estados Unidos del terrorismo internacional, "Espa?a ha sido atacada" el 11-M por los mismos grupos isl¨¢micos fan¨¢ticos.
Aznar pide ret¨®ricamente "por favor" a su sucesor "que Espa?a no se baje del autob¨²s de la lucha antiterrorista", dando a entender as¨ª que el compromiso electoral asumido por Zapatero -antes del 11-M- de retirar las tropas si Naciones Unidas no tomara las riendas de la situaci¨®n deber¨ªa interpretarse como una cobarde deserci¨®n en la lucha contra el terrorismo: un combate hist¨®rico y anal¨ªticamente diferente, por lo dem¨¢s, de la invasi¨®n de Irak. La tendencia de Aznar y su entorno duro a patrimonializar como una finca partidista las instituciones, los s¨ªmbolos y los valores de todos los espa?oles no ha hecho sino agravarse con la p¨¦rdida de las elecciones: la oferta de Rajoy de encabezar la oposici¨®n patri¨®tica de los 9.630. 000 votantes del PP implica la expulsi¨®n a las oscuras tinieblas de la Anti-Espa?a de los 16 millones de ciudadanos que depositaron sus papeletas a favor de otras opciones.
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