La inagotable met¨¢fora del jud¨ªo errante

Daniel Burman tiene 30 a?os, es jud¨ªo argentino y vivi¨® en el barrio del Once, en Buenos Aires. Es director de cine. Daniel Hendler tiene dos a?os menos, es un actor uruguayo, de Montevideo, y le quedan muy pocas asignaturas para terminar Arquitectura. Es muy posible que no se licencie. Son amigos, pero sobre todo muy buenos compa?eros de trabajo. Berl¨ªn los traslad¨® al cielo. El abrazo partido, segunda pel¨ªcula (la primera fue Esperando a Mes¨ªas) que comparten como director y actor, fue la m¨¢s grata y tierna sorpresa del ¨²ltimo festival berlin¨¦s.

El filme, que se estrena hoy en Espa?a, consigui¨® el Gran Premio del Jurado y el Oso de Plata al mejor actor para Hendler. "Yo estoy acostumbrado a la Argentina, en la que uno escribe sabiendo que no va a filmar, y cuando uno filma piensa que quiz¨¢s nunca se va a estrenar. Eso te da una gran libertad. No voy a negar ahora que el premio no me importa, me importa y mucho, es un peso y una responsabilidad que uno debe administrar pero sin quedar atado", asegura Burman en Madrid.

La c¨¢mara en mano utilizada por Burman ha encontrado en Hendler el 'alter ego' que buscaba

Hendler, con la sensaci¨®n de no haberse distanciado todav¨ªa lo suficiente, dice que lo vivido en Berl¨ªn es "una recompensa a la paciencia". "El actor es alguien que siempre est¨¢ esperando: en el rodaje, cuando no trabaja...; lo importante es buscar un equilibrio a esa espera para poder hacer cosas lindas. Yo no me voy a subir al carro buscando beneficios, pero este premio me da m¨¢s confianza para seguir esperando", a?ade Hendler.

El abrazo partido es la historia de un reencuentro entre un padre y un hijo, de la b¨²squeda de un pasado y el retrato de un abrazo demorado durante a?os. Esconde tambi¨¦n la inagotable met¨¢fora del jud¨ªo errante. Ariel (Daniel Hendler) es un jud¨ªo argentino que trabaja con su madre en un comercio de una galer¨ªa repleta de fascinantes personajes en el barrio del Once de Buenos Aires. Su padre se fue a Israel a luchar en una guerra de la que no volvi¨® cuando ¨¦sta termin¨®. Ariel quiere hacerse polaco, ¨¦l que viene de una familia jud¨ªa que huy¨® justamente del horror nazi en Polonia.

Hay mucho de la vida de Daniel Burman en El abrazo partido. Mucho de su fascinaci¨®n por el mundo del comercio, por "esos peque?os h¨¦roes cotidianos", y tambi¨¦n por el deseo repentino de hacerse polaco, de buscar sus ra¨ªces en Europa. Durante a?os, en el barrio del Once bonaerense, fue un espectador permanente de ese traj¨ªn de los comercios y los clanes familiares y sus c¨®digos propios. "Siempre me molest¨® mucho el hecho de que dentro del mundo del arte o la intelectualidad se consideren personas interesantes a los poetas, escritores o pintores y nunca a los comerciantes. Un tipo que se levanta por la ma?ana y pinta no necesariamente es m¨¢s interesante que uno que se levanta a las cinco de la ma?ana, compra un bol¨ªgrafo a cuatro y lo tiene que vender a 4,20". Burman tambi¨¦n busc¨®, como el personaje de Ariel en la pel¨ªcula, su pasado en Polonia. "Mis abuelos eran polacos y cuando le¨ª, en plena gran crisis argentina, que Polonia se iba a integrar en la UE me dije 'me hago polaco'. Fue una situaci¨®n surrealista porque nadie se quer¨ªa hacer polaco en esa ¨¦poca y menos un jud¨ªo como yo. Cuando busqu¨¦ los papeles para el pasaporte descubr¨ª un mont¨®n de cosas sobre mi pasado y obviamente sobre m¨ª mismo y mi identidad. Nunca me fui a Polonia, pero el pasaporte me sirvi¨® como salvoconducto mental para afrontar mejor la crisis".

Director y actor ya preparan el cierre de la trilog¨ªa con una nueva pel¨ªcula que rodar¨¢n a finales de a?o en Buenos Aires, con Ariel tambi¨¦n como protagonista y con la familia como n¨²cleo central. La c¨¢mara en mano utilizada por Burman en El abrazo partido -"todo ten¨ªa que estar supeditado a los actores, sin ning¨²n artificio t¨¦cnico"- ha buscado y encontrado en Hendler el ¨¢lter ego que buscaba. Y Hendler, que admira a John Cassavetes, dice que deja pasar la c¨¢mara para que sea ella quien observe a su personaje sin pujar o agregar nada m¨¢s. "Lo dif¨ªcil es permitir que la pel¨ªcula te recorra, yo dejo que me vea la c¨¢mara", asegura el actor, que ya ha perdido su anonimato en Montevideo y hasta le reconoce el "almacenero" de su barrio. Lo que no ha perdido es la paciencia y esa vuelta atr¨¢s, a la primera vez, para dar el salto al vac¨ªo que necesita para interpretar. "Es bueno desaprender y volver a sentir ese salto".

Un salto que repetir¨¢ con su compa?ero y amigo Daniel Burman.