Resistencia
Ni a los pol¨ªticos ni a los mercados parece dispuesto a dar su brazo a torcer el Banco Central Europeo (BCE). La presi¨®n de los primeros se hizo suficientemente expl¨ªcita cuando, el 27 de febrero, el canciller Schr?der, al tiempo que suger¨ªa a las autoridades estadounidenses mayor atenci¨®n al tipo de cambio del d¨®lar frente al euro, hac¨ªa lo propio a los miembros del Consejo de Gobierno del BCE acerca de la conveniencia de bajar los tipos de inter¨¦s. Ambas solicitudes estaban destinadas a facilitar la recuperaci¨®n de las muy debilitadas econom¨ªas centrales de la eurozona, Alemania de forma particular. Los observadores justificaron la decisi¨®n de mantenimiento de los tipos de inter¨¦s, tras la reuni¨®n del 4 de marzo, en la defensa de la autonom¨ªa de la instituci¨®n frente a los gobiernos nacionales. Entonces, la tasa de inflaci¨®n de la eurozona ya estaba por debajo del objetivo m¨¢ximo del 2%, y la correspondiente a febrero cay¨® al 1,6%, nivel en el que se ha mantenido durante el pasado marzo. El tipo de cambio era de 1,2488 d¨®lares el 27 de febrero, cediendo hasta 1,2225 d¨®lares el 4 de marzo, no muy distinto al que reg¨ªa ayer.
Adem¨¢s de la cesi¨®n de la inflaci¨®n, una importante diferencia entre aquel momento y el presente, es la mayor probabilidad con que en esta ocasi¨®n anticipaban los mercados financieros la bajada del repo por el BCE. La rentabilidad del bono p¨²blico alem¨¢n con vencimiento a diez a?os estaba en el 4,04% el 27 de febrero, aumentando hasta el 4,12% en el cierre del d¨ªa anterior al Consejo de Gobierno del 4 de marzo. Ahora est¨¢ en el 3,95%. Los tipos descontados por los futuros no han sido menos expresivos: el d¨ªa anterior al 4 de marzo los vencimientos cortos no descontaban bajadas del BCE (en el 2,035% cotizaba el futuro del Euribor a tres meses), revertiendo la ligera cesi¨®n que acompa?¨® a las declaraciones de Schr?der del d¨ªa 27 de febrero. En las v¨ªsperas de esta ¨²ltima reuni¨®n las expectativas de bajadas se llegaron a situar por debajo del 1,90 para el vencimiento de junio de 2004.
Esa anticipaci¨®n de los mercados no era caprichosa. A la sucesi¨®n de indicadores hist¨®ricos expresivos de la debilidad de la recuperaci¨®n de las principales econom¨ªas de la eurozona, se han a?adido los no menos elocuentes que reflejaban la escasa confianza de las familias y de las empresas, algunos de ellos consecuentes con el aumento de la aversi¨®n al riesgo tras los atentados del 11-M. El propio Trichet no debi¨® ver las cosas tan claras cuando tras la reuni¨®n anterior a la de ayer dedic¨® una parte de su intervenci¨®n a animar a los consumidores a gastar. Del reciente informe trimestral de la Comisi¨®n tampoco se pueden deducir mejores expectativas, haciendo hincapi¨¦ en la mayor incertidumbre que hoy rodea esa esperada recuperaci¨®n, aspecto en el que coincide el comunicado del presidente del BCE tras su comparecencia de ayer.
La principal variable a observar del an¨¢lisis econ¨®mico en el que el BCE fundamenta sus decisiones, la evoluci¨®n a medio plazo de la inflaci¨®n de la zona, no deber¨ªa inquietar excesivamente: el eventual repunte por efectos base o por el precio de las importaciones de algunas materias primas, desde la tasa hist¨®ricamente baja actual, puede verse compensado por la evoluci¨®n del tipo de cambio del euro, al tiempo que, como reconoce el BCE, las tensiones salariales al alza son m¨ªnimas. Por lo que hace a la otra direcci¨®n de su an¨¢lisis, el monetario, ni M3, ni la evoluci¨®n del cr¨¦dito al sector privado deber¨ªan inquietar. La abundante liquidez hoy existente no es precisamente la antesala de un consumo desaforado por los europeos.
Que una cesi¨®n en el tipo de referencia del BCE ( hist¨®ricamente bajo del BCE, aunque significativamente m¨¢s elevado que el vigente en EE UU y Jap¨®n), no es por s¨ª sola la palanca de la recuperaci¨®n definitiva de las econom¨ªas m¨¢s d¨¦biles, es algo asumido. Pero no lo es menos que una reducci¨®n favorecer¨ªa la suavizaci¨®n de las cargas financieras de aquellas familias y empresas altamente endeudadas, cuyas econom¨ªas apenas crecen, y la reconducci¨®n del tipo de cambio del euro a un nivel m¨¢s compatible con la recuperaci¨®n de la competitividad perdida por las exportaciones de la zona.
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