Ojos salvados
Un equipo de oftalm¨®logos del hospital Gregorio Mara?¨®n atendi¨® en una sola ma?ana 150 casos de da?o ocular
Llegaban a los hospitales con quemaduras de p¨®lvora en los p¨¢rpados y en las pesta?as, desprendimientos y hemorragias en la retina e impactos de cuerpos extra?os en la c¨®rnea. Entre los objetos raros que se les metieron en los ojos a las v¨ªctimas del 11-M, lo que m¨¢s abundaba era "una cosa blanca que ten¨ªan clavada en la c¨®rnea y que se desmenuzaba al retirarla", describe Gonzalo Bartolom¨¦. Era uno de los m¨¦dicos del equipo de Oftalmolog¨ªa del hospital Gregorio Mara?¨®n de Madrid que se encontraban ese d¨ªa de guardia.
Gonzalo tiene 26 a?os y lleva dos a?os y medio como m¨¦dico residente de esta especialidad. "A algunos heridos les extrajimos 40 o 50 restos de esa cosa blanca de cada c¨®rnea y a los ocho que llegaron con perforaciones les operamos", relata Gonzalo. "De no haberles realizado una cirug¨ªa de urgencia pod¨ªan haber perdido la vista", a?ade.
Al equipo de tres m¨¦dicos de guardia de Oftalmolog¨ªa se le unieron otros seis de este hospital casi en el acto, en cuanto empezaron a llegar heridos. Atendieron en la ma?ana del 11- M (entre las 8.30 y las 12.30) a unas 150 personas y realizaron ocho operaciones.
Gonzalo calcula que en esas horas, hasta que ces¨® el aluvi¨®n de pacientes, atendi¨® a unas 40 v¨ªctimas del atentado. Recuerda especialmente a dos: Rebeca, de 14 a?os, y Adri¨¢n, de 15. A Rebeca le extrajo un cuerpo extra?o que le hab¨ªa perforado el cristalino y que le pod¨ªa haber producido una catarata. "Adri¨¢n estaba muerto de miedo, sent¨ªa mucho dolor y no pod¨ªa abrir los ojos. Tras ponerle una anestesia, los abri¨®, comprob¨® que pod¨ªa ver y se ech¨® a llorar. Ten¨ªa s¨®lo dos cuerpos extra?os blancos y afilados, uno en cada ojo, porque tuvo la suerte de llevar lentillas que pararon otros impactos. Si no, hubiera tenido m¨¢s de 20".
"La coordinaci¨®n de oftalmolog¨ªa estuvo muy bien organizada", explica Gonzalo. Hab¨ªa cuatro centros de intervenci¨®n: los boxes de urgencia (donde se daba una primera atenci¨®n), los cuartos de shock, los "quirofanitos" (el nombre que da a las salas donde se practican las curas) y los quir¨®fanos.
"Fue todo muy r¨¢pido. Atend¨ªamos a los pacientes sin saber de ellos mas que el nombre, el sexo y si ten¨ªan alg¨²n tipo de alergia. Muchos perdieron las pesta?as por las quemaduras, apenas o¨ªan (como consecuencia del ruido de la explosi¨®n) y ten¨ªan tatuajes en la cara de p¨®lvora", recuerda Gonzalo.
Esa ma?ana le vinieron muchos recuerdos a la memoria. Conoce bien el recorrido del tren de la muerte porque ha estudiado la carrera de Medicina en la Universidad de Alcal¨¢ de Henares. Hace unos a?os lo cog¨ªa todas las ma?anas para ir a estudiar. Aunque tiene ya experiencia, ese d¨ªa le vali¨® como toda la de un a?o. "Vi casos que no hab¨ªa conocido antes, muy graves, pero lo realmente nuevo fue la dimensi¨®n de la tragedia, la prisa con la que atend¨ªamos a unos y otros en esas cuatro primeras horas, y el miedo de la gente, que era su peor lesi¨®n".
Pero Gonzalo se queda con dos recuerdos positivos: "Desaparecieron los escalafones y se demostr¨® una humanidad indescriptible".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.