Cruzada contra los 'sin papeles'
El Gobierno israel¨ª quiere expulsar del pa¨ªs a cerca de 200.000 trabajadores ilegales para paliar el incremento del paro
Seis meses despu¨¦s de que el primer ministro israel¨ª, Ariel Sharon, anunciara una cruzada contra los trabajadores extranjeros ilegales en Israel y se comprometiera a expulsar a m¨¢s de 50.000 en menos de un a?o, ha advertido de que prepara una segunda etapa de esta misma operaci¨®n destinada a deshacerse de las "decenas de miles" de palestinos que se encuentran tambi¨¦n de manera fraudulenta en el interior del pa¨ªs. Se desconocen cifras, pero se calcula oficialmente que en Israel hay m¨¢s de 200.000 sin papeles asentados permanentemente.
La operaci¨®n contra los trabajadores extranjeros ilegales y la expulsi¨®n de los palestinos asentados fraudulentamente en Israel son las dos caras de una misma moneda, que tiene como objetivo combatir el paro que se ha disparado desde hace tres a?os en el pa¨ªs, como consecuencia del estallido de la Intifada, alcanzando a cerca del 11% de la poblaci¨®n - 260.000 personas-, y reconducir y reequilibrar una pol¨ªtica demogr¨¢fica que afecta negativamente a la poblaci¨®n jud¨ªa frente a la poblaci¨®n ¨¢rabe.
Ni muro ni los cierres de Gaza y Cisjordania han logrado acabar con el mercado negro
La lucha contra los inmigrantes clandestinos se inici¨® en Israel en septiembre, tras un discurso del primer ministro Sharon, en el que se comprometi¨® en un plazo de un a?o a expulsar a 50.000 extranjeros ilegales. Para llevar a t¨¦rmino esta operaci¨®n, se cre¨® la Polic¨ªa de Emigraci¨®n, con cerca de 500 funcionarios, se la dot¨® de un importante presupuesto y se les dio un paquete de medidas legales, entre las que se encuentra la rapidez y agilidad en los tr¨¢mites de expulsi¨®n.
La operaci¨®n hasta ahora ha resultado un ¨¦xito, seg¨²n se desprende de los primeros balances oficiales: 57.000 extranjeros han sido interrogados en los ¨²ltimos seis meses; 11.000 han sido deportados a su pa¨ªs de origen; 15.000 negocios, investigados, y alrededor de 2.000 empresarios, encartados. 60.000 extranjeros han abandonado el pa¨ªs voluntariamente, atemorizados por la presi¨®n oficial. Todo ello sin tener en cuenta una serie de episodios pintorescos, entre los que se encuentran, por ejemplo, el descubrimiento de que el chal¨¦ del ex primer ministro Ehud Barak era custodiado por un extranjero ilegal, oriundo de Ucrania, que lleva siete a?os en el pa¨ªs, o que la familia del tambi¨¦n ex jefe del Gobierno Benjam¨ªn Netanyahu ha contratado durante los ¨²ltimos a?os los servicios de al menos cuatro trabajadores tailandeses o filipinos sin papeles. Todo ello aderezado con an¨¦cdotas jocosas como la detenci¨®n de un diplom¨¢tico chino en Tel Aviv al que se confundi¨® con un trabajador ilegal.
Kav La Oued, una organizaci¨®n no gubernamental dedicada a la defensa de los trabajadores ilegales en el interior de Israel, asegura que esta batalla est¨¢ abocada al fracaso, ya que "el pa¨ªs es como un enorme queso de Gruy¨¨res". "A medida que salen los trabajadores ilegales expulsados del pa¨ªs, entran otros por el lado opuesto".
Adem¨¢s, las necesidades est¨¢n ah¨ª, seg¨²n se desprende de las declaraciones de algunas personalidades y dirigentes del pa¨ªs, incluido el mismo ministro de Infraestructuras, que reclama 800 trabajadores extranjeros para construir el muro de separaci¨®n con los territorios palestinos, los 10.000 que reclama el mercado para asistir a los enfermos y ancianos, o los 4.000 que reclaman los granjeros.
La segunda parte de la batalla contra los trabajadores ilegales empezar¨¢ pr¨®ximamente con la expulsi¨®n de los palestinos, seg¨²n asegura el primer ministro, Ariel Sharon, en las declaraciones que el lunes ser¨¢n difundidas en la prensa israel¨ª. El inicio de esta segunda fase de la operaci¨®n est¨¢, sin embargo, supeditado a la construcci¨®n del muro de separaci¨®n, seg¨²n anunci¨® el propio jefe de Gobierno.
Ni el muro ni los cierres de Cisjordania y Gaza, impuestos por el Ej¨¦rcito de manera dr¨¢stica en los ¨²ltimos meses, han conseguido, sin embargo, cortar el flujo de trabajadores palestinos que cada d¨ªa acuden al mercado negro laboral de Jerusal¨¦n, Tel Aviv o Haifa, por caminos tortuosos, aun a costa de jugarse la vida. Es la mano de obra barata, que ha empezado a suplir las vacantes dejadas por la expulsi¨®n de trabajadores extranjeros.
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