Bruselas y el antiterrorismo
La Uni¨®n Europea crea la figura del 'se?or Antiterrorismo'
Gijs de Vries, el nuevo se?or Antiterrorismo de la Uni¨®n Europea, va a dejar en los pr¨®ximos d¨ªas su domicilio de La Haya para establecerse en Bruselas e intentar coordinar una pol¨ªtica com¨²n, en un terreno muy delicado despu¨¦s de los atentados de Madrid, y para intentar vencer el escepticismo que ha desatado entre los especialistas el nombramiento de este hombre, que no procede de las esferas de la justicia ni los servicios de informaci¨®n y que, por consiguiente, a priori, no goza de la confianza de quienes, en el futuro, podr¨ªan promover una nueva forma de cooperaci¨®n entre los Estados miembros.
"Esta designaci¨®n no es m¨¢s que una medida publicitaria, simb¨®lica. Cuando no se sabe qu¨¦ hacer, se nombra a un coordinador. Para actuar de verdad contra el terrorismo, para utilizar las informaciones, es preciso depender de una autoridad. Si Europa pretende actuar con eficacia, necesita dotarse de una estructura centralizada de investigaci¨®n, y no de una nueva direcci¨®n de correo". Christian de Valkeneer, miembro del tribunal de apelaciones de Bruselas y profesor de procedimiento penal en la Universidad de Lovaina la Nueva, expresa una opini¨®n tajante sobre la iniciativa de la cumbre europea de Bruselas, cuyo objetivo principal es, seg¨²n ¨¦l, tranquilizar a la opini¨®n p¨²blica.
Previamente, este magistrado fue juez de instrucci¨®n especializado en casos de terrorismo. Manej¨® expedientes que desembocaron, en 2003, en el proceso emprendido en Bruselas contra dos ramas islamistas compuestas por unas veinte personas. La primera preparaba un atentado, seguramente contra la base militar estadounidense de Kleine Brigel, en la provincia belga de Limbourg. La segunda hab¨ªa permitido a dos marroqu¨ªes asesinar en su territorio a Ahmed Shah Massoud, el dirigente de la resistencia afgana contra los talibanes, la v¨ªspera del 11-S. Estas dos redes, pr¨®ximas a la corriente salafista y mutuamente relacionadas, ten¨ªan conexiones en otros pa¨ªses de la UE, y hab¨ªan tenido relaci¨®n, sobre todo, con Richard Reid, el hombre que hab¨ªa querido hacer estallar un avi¨®n de la l¨ªnea Par¨ªs-Miami.
Europeo convencido, Christian de Valkeneer ha vivido durante muchos meses los gozos y las sombras de una cooperaci¨®n que, ante todo, depende de la buena voluntad de los actores. Ha llegado a la conclusi¨®n de que "desde el 11-S, hemos perdido dos a?os y medio". A su juicio, existen varios problemas, entre ellos la acci¨®n com¨²n en distintos pa¨ªses, con la coordinaci¨®n de dicha acci¨®n y la utilizaci¨®n, en tiempo real, de los resultados que de ella puedan derivar. A pesar de las buenas intenciones que expresaron los dirigentes europeos al d¨ªa siguiente de los atentados contra EE UU, este aspecto sigue sin resolverse, puesto que no todos los Estados han ratificado a¨²n el acuerdo que se aprob¨® en su momento. Aparte de los equipos comunes de investigaci¨®n que se preve¨ªan, opina el juez belga, habr¨ªa que pensar tambi¨¦n en equipos de magistrados comunes, porque est¨¢ convencido de que, si no se unifican los procedimientos, los sistemas judiciales compartimentados seguir¨¢n llevando a cabo, cada uno por su lado, investigaciones, traducciones y comparecencias que ser¨ªan mucho m¨¢s eficaces y r¨¢pidas si se hicieran en com¨²n. Eso s¨ª, para ello es preciso modificar ciertas mentalidades y costumbres: los polic¨ªas brit¨¢nicos tienen un m¨¦todo de registro totalmente diferente del que se utiliza en otros lugares de la Uni¨®n; los servicios oficiales alemanes, a veces, tardan seis meses en responder a una solicitud de informaci¨®n presentada por otro pa¨ªs. En cuanto a la orden de detenci¨®n europea, Christian de Valkeneer no duda en considerarla una herramienta poco interesante.
Es decir, como otros interesados que trabajan sobre el terreno, este juez cree que, al margen de las declaraciones de buenas intenciones, las susceptibilidades nacionales van a continuar frenando, todav¨ªa durante mucho tiempo, una cooperaci¨®n judicial indispensable en la lucha, no s¨®lo contra el terrorismo, sino contra el gran crimen. Y sugiere medidas dr¨¢sticas: la instauraci¨®n de una "investigaci¨®n judicial europea" que otorgar¨ªa a los jueces competencias supranacionales. En su opini¨®n, esta materia deber¨ªa dejarse en manos de "un organismo basado en un sistema jurisdiccional, una jurisdicci¨®n concreta, con ministerio fiscal, autoridades judiciales, magistrados y servicios de polic¨ªa". Motivo suficiente para forzar el abandono de las soberan¨ªas y una aut¨¦ntica acci¨®n com¨²n que, pese a proclamarse en cada cumbre, est¨¢ muy lejos de ser realidad: todos los expertos saben que, aunque los Veinticinco muestran unanimidad a la hora de denunciar a Al Qaeda, no est¨¢n ni mucho menos de acuerdo en una definici¨®n com¨²n de terrorismo, y algunos, sobre todo en el norte, siguen poniendo en la balanza la libertad de pensamiento y la represi¨®n de ciertas corrientes extremistas.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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