Rebeld¨ªa y ambici¨®n contra los ocupantes
Al S¨¢der es el l¨ªder del ¨²nico movimiento de masas surgido tras el fin de la dictadura
M¨²qtada al S¨¢der es tanto fruto de la ambici¨®n pol¨ªtica como de su historia familiar. Hijo del predecesor de Al¨ª al Sistani como l¨ªder espiritual de los chi¨ªes de Irak, qued¨® hu¨¦rfano en 1999 cuando el r¨¦gimen de Sadam Husein asesin¨® a Mohamed Sadeq al S¨¢der y a sus dos hijos mayores, los hermanos de M¨²qtada. Ahora se ha erigido como referente del ¨²nico movimiento de masas surgido tras el fin de la dictadura.
Pero el relieve de los Al S¨¢der, una de las grandes familias de cl¨¦rigos de Nayaf, ven¨ªa de antes. Un t¨ªo de M¨²qtada, Mohamed B¨¢quer al S¨¢der, fue uno de los fundadores del movimiento isl¨¢mico de Irak en los cincuenta, del que surgi¨® Al Dawa. Su posterior apoyo a Jomeini y a la revoluci¨®n isl¨¢mica iran¨ª, le cost¨® la vida en 1982, cuando Sadam luchaba contra Ir¨¢n y cualquier veleidad proiran¨ª equival¨ªa a alta traici¨®n.
Como ¨²nico superviviente var¨®n, M¨²qtada ha heredado el nombre familiar y todo su peso. Sin embargo, su juventud -a¨²n no ha cumplido los 30 por m¨¢s que sus colaboradores le a?adan a?os- impide que haya adquirido la autoridad religiosa consustancial a los grandes l¨ªderes chi¨ªes. De hecho, el testigo de su padre lo recogi¨® el ayatol¨¢ Kadhem Haeri, quien a¨²n no ha regresado de su exilio en Ir¨¢n. De ah¨ª que los grandes ulemas desestimaran inicialmente su intromisi¨®n, aunque el creciente apoyo de la calle les ha obligado a tenerle en cuenta.
Con olfato pol¨ªtico, M¨²qtada se moviliz¨® r¨¢pidamente tras la ca¨ªda del r¨¦gimen de Sadam el 9 de abril. Enseguida puso en pie una red de servicios sociales -al estilo de Hezbol¨¢ en el sur de L¨ªbano-, en uno de los arrabales chi¨ªes m¨¢s pobres de Bagdad, Ciudad Sadam, pronto rebautizada como Ciudad S¨¢der, en memoria de su padre. Tambi¨¦n se apresur¨® a nombrar imames para las mezquitas abandonadas por los cl¨¦rigos afectos al r¨¦gimen depuesto.
Desde el principio se neg¨® a cooperar con los ocupantes extranjeros, lo que dejaba claro su enfrentamiento con el liderazgo conservador de Sistani. M¨²qtada ha despertado los recelos tanto de EE UU como de los cl¨¦rigos veteranos, que ven en su actitud un intento de usurpar su liderazgo, un grado alcanzado en d¨¦cadas de estudio de las escrituras religiosas. Este extremo no parece preocupar a sus seguidores, chi¨ªes pobres y sin empleo que reverenciaban a su padre y ahora escuchan con pasi¨®n sus llamamientos a imponer la ley isl¨¢mica y sus soflamas nacionalistas.
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