Porosidad
D¨ªgase lo que se diga, el terror pol¨ªtico, todo ¨¦l, ha adquirido una nueva dimensi¨®n en Espa?a. Lo ha hecho en Europa, desde luego; pero pienso en Espa?a y en el Pa¨ªs Vasco. Y pienso en ETA, evidentemente. Pienso en lo que de global tiene todo esto, y en lo que tiene de particular.
?Salta a la vista? Pudiera. Pero no todo el mundo nos hemos enterado, y haremos barbaridades porque s¨ª, por ignorancia. Porque hemos abandonado -colectivamente- la inteligencia sobre lo que son las sociedades: sobre su historia y su presente. Porque nos hemos enzarzado en minucias sobre Carlos III o Sancho III el Mayor. (No s¨¦ si les suena la Real Academia de la Historia, el PNV, Pilar del Castillo y la Editora Erein). Tampoco valen en esto expertos, no valen convencidos, s¨®lo cuenta el contacto con el fluir de la vida; s¨®lo cuenta el saber general que impregna capilarmente a cada uno de nosotros. Y ¨¦se, ¨¦se s¨ª, nos falta. Nos lo est¨¢n (estamos) hurtando.
Pero vayamos a lo que ¨ªbamos. Lo que antes era una lacra pendeja que arrastraba nuestra democracia desde aqu¨¦l momento en que la dictadura perdi¨® su nombre, se ha transformado ahora en asunto global que traspasa las fronteras. Hace tiempo que la sociedad occidental se ha dividido en subgrupos con sus culturas, obsesiones, redes sociales y medios de comunicaci¨®n. Nada es estrictamente de aqu¨ª o de all¨¢. Podemos compartir coches los coreanos y los bilba¨ªnos o podemos compartir la Coca Cola.
Esto es as¨ª. Pero, adem¨¢s, circulan otros canales de solidaridad y disidencia. Podemos cartearnos con amigos, sin habernos visto nunca (o apenas un triste verano), del condado de Kent en Inglaterra o de Johannesburgo. Todo eso exist¨ªa, lo sab¨ªamos, lo practic¨¢bamos. Atxaga tomaba sus historias desde Centroeuropa a China; Javier Muguruza (Hain Guapa Zaude, Enegarren Postala), de Kiko Veneno a los sones caribe?os. Somos una sociedad porosa y desubicada, cosmopolita y desarraigada, con todo lo bueno y lo malo que ello tiene. Somos una sociedad muy incardinada en una geograf¨ªa y muy receptiva, con todo lo bueno que eso tiene; o no. En todo caso, somos todo eso.
?Y el terror? ?Y ETA? No, amigo, ¨¦se tampoco escapa a nuestra desubicaci¨®n y a nuestra receptividad. A la porosidad del mundo de hoy. El terrorismo atraviesa fronteras: eso nos toca. Ya no, ya no volveremos a ser esa siniestra y extra?a lacra de la democracia espa?ola desde que la dictadura perdi¨® su nombre. No, ya no.
Las ondas expansivas de Atocha (11-M) han atravesado todos las capas de nuestra sociedad. Quien ha sido capaz ha recapitulado. A los otros les llevar¨¢ la riada.
ETA ha tenido dos cortes decisivos: aqu¨¦l 12 de julio de 1997 en que asesin¨® depravadamente a un joven inocente, Miguel ?ngel Blanco (todo lo que se diga es ret¨®rica), y este 11 de marzo. El terror ha atravesado las fronteras. Somos, afortunadamente, una sociedad porosa.
?Es nihilista el terror islamista (Andr¨¦ Gluksman)? ?Busca algo preciso ETA? Importa poco. Unos elevan la propia muerte a la categor¨ªa de auto-inmolaci¨®n por acceder al S¨¦ptimo Cielo. Otros no. Pero los hay tambi¨¦n que sucumben por las voces ancestrales. En todo caso, no hay objetivo, no hay raz¨®n (salvo que se la vayamos dando, que les hagamos el discurso... y que cada cu¨¢l se tiente los bolsillos). Y esa onda expansiva ha atravesado a todas nuestras subculturas. No se volver¨¢ a matar sin que todo lo experimentado vuelva a la memoria. Quien mate sabr¨¢ que sus secuaces guardan en la retina cuerpos reventados, mutilados, deshechos. Quien mate no escapar¨¢ a esa idea transversal que nos produce horror, a todos. Quisiera traspasar estas p¨¢ginas, atravesar nuestra subcultura de gente sensata y razonable. Que la idea de que "matar es una desgracia insondable" se desparramara como confetis en otros espacios, otras culturas, otros ¨¢mbitos de visi¨®n.
Pero esto es improbable. ?Llegar¨¢? Llegar¨¢. Nuestra sociedad es porosa.
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