Un pulso con la literatura
Este libro, que publica ahora S¨ªntesis en presentaci¨®n y traducci¨®n impecables, es una obra de aluvi¨®n de veinte a?os, construida con retazos y revisiones de tesis doctoral, art¨ªculos, manuscritos, ensayos... comenzando con el famoso de 1957: "?Hemos de pensar lo que decimos?". Fruto de innumerables cambios de opini¨®n confesos. A pesar de ello es una de las obras m¨¢s significativas de la filosof¨ªa norteamericana de la segunda mitad del siglo veinte (se public¨® originalmente en 1979). Y la obra maestra de uno de los autores m¨¢s representativos de ella, hoy d¨ªa profesor em¨¦rito de Harvard. Probablemente, junto con Rorty, el m¨¢s lleno de esp¨ªritu independiente y original. De esp¨ªritu mediador, tambi¨¦n, entre la filosof¨ªa continental y la anglosajona, entre filosof¨ªa y literatura. Y una de las figuras m¨¢s importantes del panorama filos¨®fico actual.
REIVINDICACIONES DE LA RAZ?N
Stanley Cavell
Traducci¨®n de Diego Ribes
S¨ªntesis. Madrid, 2003
656 p¨¢ginas. 29,8 euros
El libro consta de cuatro partes. Resumiendo su t¨ªtulo: Wittgenstein, Escepticismo, Moralidad y Tragedia. En ¨¦l confluyen los escritos anteriores de Cavell y de ¨¦l parten, como continuaci¨®n, los posteriores, proporcionando unidad a todo su pensamiento. En el pr¨®logo (julio de 1978) dice: "Si hoy tuviera que seguir desde el lugar en que termina la parte cuarta podr¨ªa empezar haciendo la observaci¨®n de que no soy m¨¢s esc¨¦ptico acerca de la existencia de los otros de lo que lo soy de la necesidad de mi propia muerte: S¨¦ que no puedo dudar de ello, sin embargo no s¨¦ que lo s¨¦". ?Es ¨¦ste el lazo de uni¨®n de toda la obra de Cavell? S¨ª, por lo menos, el de las ideas de escepticismo y tragedia que recorren estas p¨¢ginas: s¨¦ que no puedo dudar de ciertas cosas, sin embargo no s¨¦ que lo s¨¦. (Pero s¨ª s¨¦ que no lo s¨¦, a?adir¨ªamos ad infinitum al drama.)
La unidad propia de este escrito de aluvi¨®n reside en la conciencia de que las ideas se resisten a su profesionalizaci¨®n, y en el empe?o filos¨®fico en reconocer perpetuamente la necesidad de comenzar de nuevo, de volver atr¨¢s como si se hubiese perdido algo en el camino, o como si se hubiese perdido el camino mismo. En la perpetua sorpresa y desconcierto por el hecho de que lo humano exija incesantemente este volver sobre sus pasos, y de que los reencuentros con nosotros mismos deban conformarse siempre a t¨¦rminos ling¨¹¨ªsticos corrientes y normales (yo, t¨², nosotros, ellos, m¨ªo, mi...), cuyo significado se oculta en su familiaridad. En este sentido, esta obra intenta descubrir las fuentes del impulso filos¨®fico a escapar de lo ordinario. No enuncia, pues, las conclusiones de una aventura filos¨®fica, sino que describe la tortuosa aventura filos¨®fica misma. Como las Investigaciones filos¨®ficas de Wittgenstein, su modelo (junto con algunos escritos de Austin). La destrucci¨®n wittgensteiniana (casi ingenua, porque surge espont¨¢neamente del mero an¨¢lisis del uso del lenguaje) de las "estructuras de aire" de todo lo interesante, todo lo grande de nuestra cultura, significa s¨®lo un cambio de consideraci¨®n de las cosas, una especie de conversi¨®n que asume Cavell: ninguna base o direcci¨®n del pensamiento puede aceptarse como m¨¢s fundamental que otra.
Cuando este escepticismo concierne a las otras mentes no es escepticismo, sino tragedia. A lo largo de estas largas p¨¢ginas Cavell va descubriendo distintas f¨®rmulas para relacionar ambos conceptos. Sobre todo en la parte cuarta, que representa el aspecto m¨¢s caracter¨ªstico de la filosof¨ªa del autor, y que comienza con una interpretaci¨®n original del argumento del lenguaje privado de Wittgenstein y termina con un impresionante estudio del Otelo de Shakespeare, en el que tiene su origen lo que se ha llamado posteriormente "escepticismo literario" o "cr¨ªtica filos¨®fica del arte". Desd¨¦mona para Otelo, Dios para el hombre: he ah¨ª c¨²lmenes de la tragedia del escepticismo. El otro o lo otro, todo lo que no soy yo, en general.
El descubrimiento de este
problema del otro para la filosof¨ªa es lo que caracteriza las Investigaciones filos¨®ficas de Wittgenstein, y no una refutaci¨®n te¨®rica del escepticismo (imposible porque ¨¦ste es te¨®ricamente insuperable: no hay lenguaje para hacerlo, dir¨ªamos), como cree la interpretaci¨®n oficial oxfordiense. A ella se enfrenta Cavell en la primera parte del libro con ideas originales como ¨¦sta, y otras, que suponen la base de su propia posici¨®n filos¨®fica. El escepticismo se diluir¨ªa, en tal caso, en la dial¨¦ctica extra?a de ese di¨¢logo con el interlocutor t¨¢cito omnipresente en las Investigaciones. Di¨¢logo en el que recurren incesantemente voces esc¨¦pticas y voces que responden, en un juego extra?amente casual y a veces extra?amente conclusivo, tortuoso a veces y a veces definitivo, en el que el lenguaje muestra la capacidad de refutarse a s¨ª mismo y de superar todas sus limitaciones convencionales, para decir de alg¨²n modo -y a pesar de todo- lo real y el mundo. Son los vericuetos de la b¨²squeda de una voz propia.
De una voz propia como la de Emerson y Thoreau cuya tonalidad, y no la del pensamiento pragmatista, caracterizar¨ªa la filosof¨ªa m¨¢s representativa de Am¨¦rica. Esta sorprendente afirmaci¨®n de Cavell nace, en la segunda parte del libro, de una revisi¨®n de la epistemolog¨ªa tradicional centrada en el escepticismo y de su cr¨ªtica por los fil¨®sofos del lenguaje ordinario. La tercera parte, dedicada a la moralidad, es la m¨¢s acad¨¦mica, m¨¢s sometida a los condicionamientos de su tesis doctoral y menos original del libro. La que el autor supera, m¨¢s que contin¨²a, en obras posteriores (principalmente en Conditions Handsome and Unhandsome). Claro, que lo hab¨ªa puesto dif¨ªcil: "El discurso moral no constituye separadamente un orden de debate p¨²blico sobre cuestiones que se sabe y asume, sino que es una forma de examen ¨ªntimo, cabr¨ªa decir privado, de un alma por otra".
La literatura ofrece mejor conocimiento ¨ªntimo, tanto del alma del outsider como de la propia, que la filosof¨ªa. Frente al escepticismo, y con ¨¦l, s¨®lo queda la autenticidad de "la b¨²squeda de la propia voz" emersoniana, que libere terap¨¦uticamente de la normalidad patol¨®gica de las falsas obviedades comunes, donde se ocultan uno mismo y el otro. ?Qu¨¦ significa que un libro como ¨¦ste comience con una interpretaci¨®n de las Investigaciones filos¨®ficas de Wittgenstein y termine con una lectura de Otelo, es decir, que un libro de filosof¨ªa concluya su argumentaci¨®n con literatura? Hay que seguir pens¨¢ndolo. (En esto quiz¨¢ consista hoy, en general, la aventura de la filosof¨ªa misma). Ficciones -conceptuales o intuitivas- son ambas. Este hecho resume y unifica la aventura de Cavell, que reconoce que la presi¨®n filos¨®fica que le llevaba a intentar entender la separaci¨®n entre culturas (inglesa y continental) se fue transformando en la presi¨®n a entender la divisi¨®n entre filosof¨ªa y literatura como escisi¨®n dentro de una y la misma cultura. De modo mucho m¨¢s claro que Rorty, Cavell queda en la tensi¨®n atormentante que manifiesta la pregunta que cierra este libro: "?Pero puede la filosof¨ªa convertirse en literatura y seguir reconoci¨¦ndose a s¨ª misma?".
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