D¨ªas de teatro y trenes
No s¨¦ si a estas alturas sigue vigente la mala fama del color amarillo en la profesi¨®n teatral, la que impuls¨® precisamente la larga y gloriosa carrera que ha colocado a Fernando Fern¨¢n-G¨®mez en el centro nuclear de la historia y la cultura espa?ola de nuestros d¨ªas; pero no se puede olvidar que titul¨® as¨ª, como en un desaf¨ªo total, una de sus obras maestras, esas magistrales memorias que nos otorg¨® bajo el expresivo t¨ªtulo de El tiempo amarillo (Debate, 1998, en edici¨®n ampliada), apoy¨¢ndose precisamente en un verso inmortal de Miguel Hern¨¢ndez: "Pero yo s¨¦ que alg¨²n d¨ªa / se pondr¨¢ el tiempo amarillo / sobre mi fotograf¨ªa". Y ahora, para su und¨¦cima novela -pues ha tocado todos los g¨¦neros, el teatro y el cine fundamentalmente (como int¨¦rprete, autor y director), pero tambi¨¦n la novela, el memorialismo y la poes¨ªa- El tiempo de los trenes, vuelve su mirada tocada de una nostalgia bastante amarilla tambi¨¦n, hacia el mundo en el que naci¨®, del que procede y al que nunca ha dejado de volver jam¨¢s, pues ahora mismo acaba de montar su ¨²ltimo espect¨¢culo dram¨¢tico "morir cuerdo y vivir loco", de influjo claramente cervantino, una de sus principales inspiraciones de siempre. Toda su anfractuosa y aventurera historia es la de una resistencia, la de un resistente en la pr¨¢ctica y triunfador final, quiz¨¢ por haberlo sido as¨ª.
EL TIEMPO DE LOS TRENES
Fernando Fern¨¢n-G¨®mez
Espasa Calpe. Madrid, 2004
224 p¨¢ginas. 20 euros
Si fuera un acad¨¦mico -que adem¨¢s tambi¨¦n lo es, aunque, como siempre, a su manera- se le llamar¨ªa un "pol¨ªgrafo", dada la extensi¨®n de sus saberes y experiencias y la totalidad de g¨¦neros que en su obra ha abordado. Pero es que, por su formaci¨®n, podr¨ªa decirse que todo ¨¦l es un resultado, el producto total de una experiencia, de una pr¨¢ctica en la que se ha reunido ese "todo" del que ahora puede leg¨ªtimamente enorgullecerse. Todo lo ha conseguido a pulso, a partir de un origen siempre humilde y marginal, exc¨¦ntrico a toda formaci¨®n normalizada: hijo de actores, nieto de artesanos, hasta se fue a nacer a Lima durante una gira teatral de su madre y fue inscrito en Argentina, antes de regresar a Espa?a y afrontar una vida dif¨ªcil en manos de su madre y una abuela materna en un Madrid siempre fascinante y duro, que pronto conoci¨® los horrores de una Guerra Civil que luego testimoniar¨ªa en obras inolvidables. Fernando Fern¨¢n-G¨®mez es el resultado total de tantas experiencias que ya nunca olvidaremos, que se han plasmado en una obra m¨²ltiple y dispersa que nos acompa?ar¨¢ para siempre, por lo que ya forma parte de todos nosotros y para la eternidad. Pues ha sido su vida entera, el Caf¨¦ Gij¨®n, con sus tertulias y sus lecturas incesantes, entre otras cosas, que siempre le han acompa?ado, desde las primeras novelas de aventuras -Salgari, Sabatini, pero tambi¨¦n Los miserables- en todas las que a su vez, hasta las m¨¢s cl¨¢sicas, desde el Lazarillo a Cervantes y la picaresca, ha ido practicando, lo que le han convertido en lo que es: un gigante.
En esta nueva novela, de
apariencia ligera pero que resume todo lo que acabo de decir, por lo que siempre resulta de un gran inter¨¦s, vuelve Fern¨¢n-G¨®mez al mundo de los c¨®micos, que es el suyo propio, el que le vio nacer, el mismo que ha transitado explor¨¢ndolo y testimoni¨¢ndolo sin parar hasta hacerlo propio, como si fuera el que constituye su propia naturaleza de actor y creador genial; marginal, pero genial y central, como siempre son los c¨®micos cuando lo son. El tiempo de los trenes recuerda a otras obras del autor, como su gran novela El viaje a ninguna parte, nace de la memoria de El tiempo amarillo, y se centra en los viajes de las tropillas de c¨®micos que iban en tren a sus tourn¨¦s por las provincias espa?olas en el primer tercio del siglo XX, desde la dictadura de Primo de Rivera hasta la Guerra Civil, pues despu¨¦s se interrumpir¨¢ casi todo y aparecer¨¢ al cine para sucederlo (y tambi¨¦n frecuentarlo y asumirlo en su caso). Hay m¨²ltiples personajes, una iron¨ªa repleta de ternura, aventuras incesantes, incursiones clasicistas con las continuas alusiones al "desocupado lector", y hasta un pr¨®logo contra las novelas documentales -todo en Fern¨¢n-G¨®mez es documento- escenas teatrales incluidas en tres actos, dos entreactos, un ep¨ªlogo que se autoconsume y resume el final de una larga secuencia de veinte cap¨ªtulos que narran un conjunto de historias en una "especie de novela" (sic) tan cl¨¢sica como experimental en muchos casos. Unas escenas de c¨®micos que realizan sus escenas en medio del amor, de la esperanza, del dolor, de lo inesperado, y hasta una sesi¨®n de las Cortes espa?olas un mes antes del estalllido de la Guerra Civil, que terminar¨ªa con todo, o casi, pues al final es el tiempo el que lo destruye todo, y quien coloca en orden (?oh, el cap¨ªtulo X, "de la diferencia entre protagonistas y comparsas"!) a todo este conjunto de dramatis personae o reparto, t¨ªmidamente denominado "personajes por orden de aparici¨®n". Pero no se olvide que todo teatro de verdad -y ¨¦ste lo es- representa al mundo entero, es su mejor met¨¢fora. En resumidas cuentas ?acaso no es el propio Fernando Fern¨¢n-G¨®mez una aut¨¦ntica met¨¢fora de nuestro mundo, de todos nosotros mismos? Ac¨¦rquense que as¨ª lo ver¨¢n de verdad, todos te?idos de amarillo por el paso del tiempo, en un espejo ir¨®nico, sepia, nost¨¢lgico y repleto de ternura, y hasta semiexperimental, se lo prometo. S¨®lo falta un sumario o un ¨ªndice, que tambi¨¦n por su misma redacci¨®n, forma parte textual de la obra, y que aqu¨ª, no se por qu¨¦, se ha omitido, lo siento.
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