M¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa
Valentino Rossi, cinco veces campe¨®n, tres en la m¨¢xima categor¨ªa, intentar¨¢ repetir el ¨¦xito con Yamaha, una escuder¨ªa que no gana el t¨ªtulo desde 1992
Tras conquistar cinco t¨ªtulos mundiales, pisar 90 podios y ganar 59 carreras, podr¨ªa suponerse que a Valentino Rossi le quedan pocos retos por superar, algo impropio en un deportista de s¨®lo 25 a?os. Pero el italiano, a quien le vienen a dar igual los r¨¦cords, los n¨²meros y cosas por el estilo, aunque los destroce con singular reiteraci¨®n, ha encontrado un nuevo desaf¨ªo: ganar su sexto t¨ªtulo pilotando una moto que no sabe lo que es conseguir una corona en la m¨¢xima categor¨ªa desde hace 12 a?os.
En la madrugada espa?ola del pr¨®ximo domingo comenzar¨¢n en Sur¨¢frica los Campeonatos del Mundo de motociclismo m¨¢s abiertos de los ¨²ltimos tiempos. Porque, por vez primera, hay signos de que el reinado de Rossi en la cilindrada de MotoGP puede ser cuestionado. El histri¨®nico piloto italiano decidi¨® al finalizar la pasada temporada largarse de Honda dando un sonoro portazo para caer en brazos de su gran adversaria, Yamaha. Diferencias de criterio y 15,6 millones de euros anuales de sueldo neto, sobre todo estos ¨²ltimos, tuvieron la culpa.
Desde el entorno del italiano s¨®lo se habla con cierto temor de un rival: Sete Gibernau
Aterrizaba as¨ª Rossi en el equipo al que ha llevado a mal traer en los ¨²ltimos a?os. Yamaha no gana el t¨ªtulo en la m¨¢xima categor¨ªa desde que en 1992 lo hiciera el estadounidense Wayne Rainey por tercera vez consecutiva. Al a?o siguiente, Rainey sufri¨® un brutal accidente en Italia, que le dej¨® paral¨ªtico, y Yamaha comenz¨® su particular traves¨ªa del desierto. Desde entonces, sus pilotos se han tenido que conformar con el segundo puesto final en tres ocasiones -los italianos Luca Caladora en 1994 y Max Biaggi en 2001 y 2002-, una cadena de desilusiones que apenas mitigaron sus dos t¨ªtulos de constructores, en 1993 y 2000, o los 24 triunfos en grandes premios, ocho de ellos con Biaggi como protagonista.
As¨ª las cosas, la significaci¨®n hist¨®rica de la llegada de Rossi a Yamaha es gigantesca. Ya no se trata de vencer con la moto m¨¢s evolucionada que jam¨¢s pilot¨® corredor alguno, la Honda de 2003, sino de hacerlo con otra que en el ¨²ltimo ejercicio no gan¨® un solo gran premio.
Un asunto nimio, la continuidad del norteamericano Nicky Hayden en el equipo, acab¨® de empujar a Rossi a abandonar la escuder¨ªa con la que arras¨® en los tres ¨²ltimos Mundiales para irse a otra tambi¨¦n japonesa, Yamaha, en la que convivir¨¢ con Carlos Checa. Rossi est¨¢ convencido de que, con ¨¦l al frente, el car¨¢cter perdedor del equipo pasar¨¢ a mejor vida."Se ha ido por dinero", sentenci¨® Mike Doohan, el predecesor de Rossi en el papel de dios de este deporte. Sea como fuere, Rossi quiere convertirse, tras lograrlo el m¨ªtico estadounidense Eddie Lawson en 1988 y 1989, en el ¨²nico en vencer con las dos marcas niponas.
Los primeros entrenamientos del a?o dispararon las dudas. "Esta moto es m¨¢s ligera pero menos potente que la Honda". ?ste fue el lamento de Rossi cuando prob¨® la Yamaha. En Australia alcanz¨® a duras penas los 300 kil¨®metros por hora mientras la Ducati de Loris Capirossi se disparaba hasta los 315 y la Honda de Biaggi hasta los 310. Apret¨® Rossi las tuercas a los ingenieros y los resultados llegaron de inmediato. En Montmel¨®, en los primeros entrenamientos oficiales, super¨® a todos y se llev¨® de premio un BMW valorado en m¨¢s de 35.000 euros. Y en Jerez se exhibi¨® hasta el punto de rebajar el r¨¦cord del circuito, que pose¨ªa ¨¦l mismo.
Volvi¨® a sonre¨ªr Rossi y a la mayor¨ªa de sus rivales se les puso cara de p¨¢nico. "El piloto es m¨¢s importante que la moto", declar¨® desafiante.
Desde su entorno s¨®lo se habla con cierto temor de un adversario: Sete Gibernau, que en los pasados Mundiales le puso en aprietos en m¨¢s de una ocasi¨®n, am¨¦n de ganar cuatro grandes premios. "Asumo sin miedo el reto de ser favorito al t¨ªtulo", declar¨® el espa?ol, encantado con su moto. Va a tener a su disposici¨®n todo el potencial de Honda. Igual que el brasile?o ?lex Barros, que ha heredado el juguete con el que Rossi gan¨® nueve carreras en el ejercicio pasado.
Ellos dos, junto a Biaggi, son los mejor situados para acabar con la dictadura de Rossi, un tipo de aspecto y modos circenses que busca el m¨¢s d¨ªf¨ªcil todav¨ªa: ganar con una m¨¢quina que no gana. Para que lo logre Yamaha ha aceptado todas y cada una de las peticiones del corredor, como rodearle de algunos de sus hombres de confianza en Honda, entre ellos su jefe de mec¨¢nicos, el australiano Jeremy Burgess, que se ha llevado con ¨¦l a cuatro ayudantes. Todo con tal de que el rey del motociclismo mundial no deje de serlo.
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