"Nunca, nunca te rindas"
Guillermo Altadill, el tripulante espa?ol, convenci¨® al asustado multimillonario Fossett de no abandonar por un problema en el m¨¢stil
Acaba de completar su sexta vuelta al mundo en un velero y los tel¨¦fonos de su residencia, en Santa Cristina d'Aro (Girona), no paran de sonar. Es Viernes Santo por la tarde y Guillermo Altadill atiende cada una de las llamadas de felicitaci¨®n mientras saborea un caf¨¦ y una copa de co?ac con un amigo de Barcelona. Un placer prohibido durante los ¨²ltimos dos meses, en los que el espa?ol fue uno de los responsables del tim¨®n del Cheyenne, el catamar¨¢n del millonario empresario estadounidense Steve Fossett que acaba de establecer el r¨¦cord de la circunvalaci¨®n oce¨¢nica sin escalas ni asistencias en 58 d¨ªas, 9 horas y 32 minutos, casi seis d¨ªas menos que el franc¨¦s Bruno Peyron en 2002.
"Ha sido una de las vueltas al mundo m¨¢s f¨¢ciles", cuenta Altadill. As¨ª suele comportarse, con una sencillez fuera de lo com¨²n. No importa que haya realizado otra gesta de la navegaci¨®n; que se haya pasado otros 60 d¨ªas con la humedad pegada a su piel; que haya tenido que soportar infecciones o dormir apenas seis horas diarias, pero no seguidas, sino en turnos de tres. Y todo ello, conviviendo con otras doce personas en un catamar¨¢n en el que, pese a sus 38 metros de eslora, las dos cabinas interiores son zulos repletos de pantallas de ordenadores, radares y un largo etc¨¦tera de aparatos de alta tecnolog¨ªa. La estrechez forma parte, en efecto, de la vida a bordo de estos barcos, en los que el orden es una ley fundamental para aprovechar cada cent¨ªmetro cuadrado.
Para este barcelon¨¦s de 41 a?os, admirado en el circuito internacional de la vela, la gesta del Cheyenne ha tenido una raz¨®n fundamental: "Nos topamos con unas circunstancias meteorol¨®gicas perfectas, con los vientos de popa a favor y sin ninguna encalmada importante. Eso nos permiti¨® navegar r¨¢pidos sin someter a la embarcaci¨®n a grandes esfuerzos. Dudo de que se repitan esas condiciones en futuras regatas".
Las aver¨ªas tambi¨¦n respetaron al Cheyenne. Pero, en cualquier caso, parte del ¨¦xito fue por m¨¦rito de la tripulaci¨®n. Sucedi¨® cerca de la costa de Sur¨¢frica. El catamar¨¢n tuvo un serio problema en uno de los cables que sostienen el m¨¢stil y a Fossett le invadi¨® el p¨¢nico de tal manera que opt¨®, en primera instancia, por poner rumbo a Ciudad del Cabo y abandonar, tirando por la borda los cuatro millones de euros que hab¨ªa sacado de su propio bolsillo para la aventura.
Altadill, un tipo con un sexto sentido, con una energ¨ªa inagotable, decidido y capaz de gestionar el riesgo de la mejor manera, impidi¨® a su jefe, sesent¨®n, arrojar la toalla. Se reuni¨® a solas con ¨¦l en el interior de la cabina y le record¨® la frase de sir Winston Churchill cuando el entonces primer ministro ingl¨¦s, se opuso a la rendici¨®n de Inglaterra a la Alemania nazi. "Nunca, nunca te rindas", espet¨® Altadill a Fosset; "nos has contratado para batir el r¨¦cord. Vamos a solucionar el problema y a continuar". Su iniciativa, respaldada por sus compa?eros, cambi¨® el curso de la traves¨ªa, cuyo final fue feliz.
Otro contratiempo sucedi¨® pocas millas antes de cruzar el cabo de Hornos. Fosset ya no rechist¨® entonces y dej¨® el barco en manos de Altadill y los dem¨¢s.
Altadill se define como un regatista profesional, un mercenario de los mares. Los que lo conocen cuentan que tiene una gran capacidad para navegar en peque?os barcos ol¨ªmpicos -participar¨¢ en los Juegos de Atenas como entrenador de la clase Tornado- y tambi¨¦n en multicascos que alcanzan velocidades escalofriantes de hasta 40 nudos. "En este oficio no hay tiempo para saborear la belleza de los mares", dice; "mientras est¨¢s llevando el tim¨®n, s¨®lo da tiempo a visualizar los n¨²meros de los monitores que tienes en el panel de control". Seg¨²n explica, cada d¨ªa se llegan a ver hasta 60.000 n¨²meros digitales: "Es como si pilotaras un f¨®rmula 1, en el que las revoluciones del motor cambian constantemente".
El 11-M pill¨® al Cheyenne al sur de la costa argentina. Altadill recuerda que le llam¨® ese mismo d¨ªa un amigo para comunicarle el terrible atentado terrorista en Madrid. "Es una paradoja estar ah¨ª, jugando con la muerte en el mar abierto, y saber que muere gente asesinada en una ciudad al coger simplemente un tren por la ma?ana para ir a trabajar o a estudiar".
Altadill no oculta su genio cuando se enfada, aunque puede hacer sonre¨ªr incluso a la persona m¨¢s seria. Tiene su agenda repleta de entrevistas que conceder y conferencias que dar. Pero lo que le ocupa y preocupa desde hace tiempo es la falta de un proyecto espa?ol en los grandes acontecimientos de la vela, como la Copa del Am¨¦rica -tiene una oferta del sindicato franc¨¦s para la de 2007 en agua valencianas- o la Volvo Race, la vuelta al mundo con escalas, que partir¨¢ de Vigo en noviembre de 2005.
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