El escritor Alberto Fuguet recrea su imaginario cinematogr¨¢fico
El autor chileno publica la novela 'Las pel¨ªculas de mi vida'
Beltr¨¢n Soler, el protagonista de Las pel¨ªculas de mi vida (Alfaguara), no es el escritor chileno Alberto Fuguet, pero se le parece bastante. Ambos nacieron en 1964, vivieron sus primeros a?os en EE UU, aprendieron antes el ingl¨¦s que el espa?ol y deliran por el cine. Cr¨ªtico cinematogr¨¢fico en otros tiempos, oficio en el cual dice que "ment¨ªa mucho", Fuguet tiende un puente entre "dos mundos distintos que ven las mismas pel¨ªculas".
"Un intelectual en Chile pod¨ªa comer hamburguesas pero no escribir de EE UU"
Cuenta que en la escuela le dec¨ªan "gringo". Algo raro para su pelo negro, sus ojos oscuros y su tez morena. El peso de lo autobiogr¨¢fico no es menor, pues, en Las pel¨ªculas de mi vida. "El verdadero motivo del libro", se sinceraba ayer Fuguet al empezar la entrevista en el C¨ªrculo de Bellas Artes de Madrid, fue "integrar California y el ingl¨¦s a mi literatura, a mi proyecto literario y a m¨ª mismo." Algo que, afirma, era imposible en el Chile de los a?os ochenta, cuando empez¨® a escribir. "Yo sent¨ªa que siendo un intelectual latinoamericano uno pod¨ªa ver pel¨ªculas americanas y comer hamburguesas, pero no escribir de EE UU, a menos que fuera para criticar el imperialismo".
El momento para hacer este "ajuste de cuentas con su pasado", afirma, ha sido el justo. "Ahora, el imaginario americano est¨¢ entrando en la literatura en espa?ol, como durante a?os ha estado Par¨ªs. Los latinoamericanos han escrito por d¨¦cadas sobre Europa sin ser criticados. Pero de EE UU hab¨ªa que re¨ªrse. Lo pol¨ªticamente correcto era pintar a los americanos como una sociedad de consumo, tonta e inculta." Eso, asegura Fuguet, est¨¢ cambiando: "Hoy basta entrar en una librer¨ªa para comprobar que dos autores muy distintos, pero muy prestigiosos, como Ray Loriga y Antonio Mu?oz Molina, han dedicado a EE UU sus ¨²ltimos libros".
Las pel¨ªculas de mi vida es la cuarta novela de Fuguet, quien aspira a ser "un buen disc¨ªpulo de Manuel Puig", el escritor argentino que hizo de la aleaci¨®n del pop y el cine una marca de la mejor literatura. En su novela Fuguet cuenta la historia de Beltr¨¢n Soler, un sism¨®lgo chileno que camino a Tokio hace escala en Los ?ngeles, pierde su avi¨®n y se enfrenta a su propio terremoto existencial: recuperar su pasado en una tierra que le sabe a infancia, recordando las 50 pel¨ªculas m¨¢s importantes de su vida. "A m¨ª la palabra met¨¢fora me da p¨¢nico, pero necesitaba una porque sent¨ªa que el libro, si no, pod¨ªa ser s¨®lo una cr¨®nica o una memoria", cuenta el autor de Tinta roja (1996).
La met¨¢fora lleg¨® desde la tierra: "Me puse a pensar en qu¨¦ ten¨ªan en com¨²n California y Chile y aparecieron los terremotos. Empec¨¦ a investigar y descubr¨ª que en Chile apenas hay 10.000 sism¨®logos, algo que es una locura en un pa¨ªs que tiembla recurrentemente. ?sa, me di cuenta, era mi met¨¢fora: me permit¨ªa hablar de la fragilidad y tambi¨¦n de cierta resistencia muy latinoamericana que te lleva a volver a construir donde todo ha sido devastado."
Vivir en un pa¨ªs que tiembla tiene, adem¨¢s, importancia en las relaciones sociales, dice Fuguet. "Un terremoto es un hito: en Chile todo el mundo tiene una peque?a historia que contar sobre qu¨¦ estaba haciendo cuando empez¨® tal o cual terremoto, igual que tiene una para decir qu¨¦ estaba haciendo cuando derrocaron a Allende."
En Las pel¨ªculas de mi
vida, adem¨¢s de un homenaje personal al cine ("quer¨ªa un libro en el cual las pel¨ªculas fueran el libro"), Fuguet ha intentado "no mitificar EE UU, sino contar ese pa¨ªs desde dentro y desde sus habitantes latinos". Y, adem¨¢s, hablar de los costos emocionales del desarraigo: "Irte de tu tierra es doloroso y tambi¨¦n trat¨¦ de contar eso. ?sa es la relaci¨®n real que podemos tener nosotros con un pa¨ªs que no es el nuestro".
De McOndo (1996), la antolog¨ªa que edit¨® junto a Sergio G¨®mez y en la cual se amortajaba al realismo m¨¢gico mostrando una Am¨¦rica Latina llena de autopistas, comida basura y nuevas tecnolog¨ªas, le quedaron a Fuguet una portada en la revista Newsweek y un agrio sabor de boca. "Hoy Am¨¦rica Latina ha demostrado que es McOndo, que no fue otra cosa que celebrar la mezcla. Pero entonces la cr¨ªtica se ensa?¨® conmigo", dice, aunque reconoce que en el gesto ol¨ªmpico de pasar a retiro al boom latinoamericano "puede haber habido algo de provocaci¨®n, aunque no deliberada".
El mestizaje es para Fuguet una ley tan v¨¢lida para la literatura como para la vida. "Yo no le tengo miedo a los choques de culturas ni a lo mestizo", dice en relaci¨®n con el ¨²ltimo vaticinio de Samuel Huntington, quien en su texto El reto hispano a EE UU ha anticipado la presunta amenaza que suponen los hispanos para ese pa¨ªs. "Una cosa es lo que dicen los polit¨®logos y otra lo que sucede en las calles. Quien ha estado en el centro de Los ?ngeles sabe que all¨ª la frontera mental entre latinos y americanos no existe...". Por otra parte, matiza, los recelos son parejos. "Yo me he sentido discriminado en Chile por gustar de la cultura americana. La idea recurrente es que lo americano arruina, diluye y empeora lo aut¨®ctono. No lo creo. Am¨¦rica Latina no es pura. El contacto transforma, pero, a la larga, enriquece. Adem¨¢s", bromea, "yo no creo ser un producto final tan malo".
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