Las consecuencias econ¨®micas de los ataques terroristas
Los ataques terroristas tienen siempre, adem¨¢s de la lamentable e irrecuperable p¨¦rdida de tantas vidas humanas, otras consecuencias inmediatas y negativas sobre la econom¨ªa, dif¨ªcilmente cuantificables, aunque la experiencia muestra que estas ¨²ltimas, suelen tener una duraci¨®n corta, a menos que se repitan dichos ataques.
En primer lugar, un ataque terrorista, como el 11-M y como cualquier desastre, tiende, parad¨®jicamente, a reducir la riqueza de un pa¨ªs, por su destrozo, de su stock de capital humano: los muertos y heridos, y de capital f¨ªsico: las infraestructuras destruidas o da?adas, pero, al mismo tiempo, tiende a aumentar el flujo que se produce con dicho stock, es decir, a aumentar la renta nacional, ya que se movilizan miles de personas y abundantes medios p¨²blicos y privados para paliar sus devastadores efectos, con lo que aumenta la actividad y la renta.
En segundo lugar, un ataque terrorista como el del 11-M tiene un efecto muy general sobre la confianza y la seguridad de los ciudadanos y especialmente sobre las expectativas de los consumidores y de los inversores, ya que crea una incertidumbre enorme en su quehacer diario y en las decisiones que tienen que tomar.
Dicha incertidumbre deriva de que es una acci¨®n por sorpresa, en la que pierden la vida cientos de personas y otros miles sufren heridas, realizada por un enemigo an¨®nimo, que no puede distinguirse f¨¢cilmente del resto de los ciudadanos, que es dif¨ªcilmente infiltrable, que funciona con una racionalidad diferente, ya que es producto del fanatismo, que no tiene conciencia ni remordimiento por el mal que hace, que no discrimina en sus objetivos, que no le importa, si es necesario, inmolarse, ya que as¨ª entiende que se asegura el para¨ªso prometido en el m¨¢s all¨¢ y que, adem¨¢s, en este caso, ha podido prepararse con tiempo suficiente.
No hay nada peor para las decisiones econ¨®micas que la incertidumbre, los agentes econ¨®micos se pueden adaptar al riesgo y, de hecho, los inversores viven de ¨¦l, pero nadie sabe c¨®mo actuar en un entorno totalmente incierto y, en este caso, dif¨ªcilmente controlable. La incertidumbre pura es la situaci¨®n en la que no se sabe nada sobre la probabilidad de que un determinado acontecimiento ocurra o vuelva a ocurrir. Por el contrario, el riesgo puro es la situaci¨®n en la que, por lo menos, se tiene la incertidumbre de que la probabilidad puede oscilar entre 0 y 1, y la certeza pura es la situaci¨®n en la que se sabe que la probabilidad es 0 o es 1. Nos encontramos, pues, ante un caso extremo de incertidumbre, ya que no afecta s¨®lo a la econom¨ªa, sino sobre todo a la misma vida de las personas.
La reacci¨®n inmediata de los ciudadanos es pensar que, en lugar de ser un ataque aislado, pueda volver a darse o pueda ser parte de una cadena de atentados. Esto hace que muchos de ellos reaccionen con miedo y, en algunos casos, con p¨¢nico. Son estas situaciones las que producen un mayor deterioro en la actividad econ¨®mica, a mayor miedo mayor paralizaci¨®n de la vida econ¨®mica. Lo que ocurre en nuestro pa¨ªs es que lleva muchos a?os sufriendo el terrorismo de ETA, con lo que los ciudadanos espa?oles est¨¢n, desgraciadamente, m¨¢s acostumbrados a convivir con el terrorismo y es m¨¢s dif¨ªcil que entren en un estado de p¨¢nico. De hecho, su reacci¨®n est¨¢ siendo mucho m¨¢s tranquila que fue en EE UU, despu¨¦s de los ataques del 11-S, claro est¨¢ que ¨¦stos fueron mucho m¨¢s letales causando m¨¢s de 2.600 muertos.
Sin embargo, a diferencia de ETA, la ¨²nica certidumbre que existe respecto a los ataques por parte de terroristas isl¨¢micos es que intentan aniquilar indiscriminadamente al mayor n¨²mero de personas posible y, por tanto, van dirigidos a los lugares donde pueden congregarse mayores masas de gente. De ah¨ª que la reacci¨®n inmediata y l¨®gica de los ciudadanos, en los primeros d¨ªas, haya sido rehuir su presencia en los lugares p¨²blicos de mayor aglomeraci¨®n de personas, es decir, en los grandes centros o edificios, en los transportes p¨²blicos y en los espect¨¢culos masivos.
Tras el ataque, lo m¨¢s importante es conseguir r¨¢pidamente que la ciudad recobre su normalidad, sin por ello olvidar la tragedia de los muertos, los heridos y el sufrimiento de sus familias. En el caso de Nueva York, despu¨¦s del 11-S, fue realmente sorprendente c¨®mo acud¨ªan miles de americanos de otras ciudades y estados a visitar la ciudad, a consumir, a comprar y, por qu¨¦ no, a acudir a ver el inmenso y terrible "agujero" producido en la llamada zona cero. Esta actitud solidaria de los americanos hizo que los neoyorquinos recuperaran la confianza con mayor rapidez y que la ciudad volviese m¨¢s r¨¢pidamente a la normalidad de lo que hubiese acontecido de encontrarse sin la ayuda inmediata del resto de los ciudadanos del pa¨ªs.
Hasta el momento, sus efectos inmediatos negativos han sido los siguientes. Por un lado, los inversores financieros, especialmente los extranjeros, han reducido las exposiciones de sus carteras al riesgo espa?ol y hemos visto c¨®mo ha habido una ca¨ªda temporal de las cotizaciones burs¨¢tiles, especialmente de las empresas relacionadas con el turismo, la hosteler¨ªa, el ocio y los seguros, que han ido recuper¨¢ndose lentamente. Por otro lado, ha habido muchos visitantes y turistas extranjeros que han cancelado los viajes que ten¨ªan contratados a nuestro pa¨ªs, por temor a que pueda a darse otro ataque. Estas decisiones han afectado fundamentalmente al sector de viajes, de hosteler¨ªa y de ocio. En tercer lugar, los inversores en general han reducido sus exposiciones a la renta variable y las han aumentado a la renta fija, reduciendo la prima de riesgo de las acciones sobre los bonos. Asimismo, ante la percepci¨®n de una mayor vulnerabilidad europea frente al terrorismo, han aumentado sus inversiones en d¨®lares y yenes frente a euros, as¨ª como en oro, que ha experimentado un alza considerable. Por ¨²ltimo, las familias espa?olas han reducido su consumo en bienes y servicios relacionados con el ocio y han preferido, al menos inicialmente, quedarse en casa y desplazarse lo menos posible, salvo para ir al campo y a zonas alejadas de las ciudades.
Los efectos a m¨¢s medio y largo plazo derivados de este salvaje atentado y en general de la mayor vulnerabilidad mostrada por los pa¨ªses europeos ante este tipo de actos terroristas, ante un ataque potencial pero no esperado, van a ser, fundamentalmente, una mayor demanda de seguridad por parte de todos los ciudadanos, para evitar que este tipo de matanzas masivas vuelvan a producirse. Esta mayor preferencia por la seguridad va a obligar al Gobierno espa?ol, as¨ª como a otros gobiernos y a la Uni¨®n Europea, a aumentar notablemente su gasto en inteligencia, seguridad y control, reduciendo el de otras partidas presupuestarias, sin duda m¨¢s productivas. Lo mismo va a ocurrir con las empresas, que van a tener que dedicar mayores recursos financieros a dichas actividades aumentando sus costes y reduciendo su eficiencia productiva.
Todas estas respuestas l¨®gicas por parte de los consumidores y de los inversores, que tienden a reducir la actividad econ¨®mica, requieren, como ocurri¨® en el caso de los EE UU tras el 11-S, una respuesta contundente y de signo contrario por parte de las autoridades econ¨®micas. No es de extra?ar que el Banco Central Europeo, a trav¨¦s de su presidente, acabe de sugerir la posibilidad de una bajada de tipos de inter¨¦s, para dar mayor confianza a los agentes econ¨®micos, asegur¨¢ndoles que la actividad econ¨®mica va a ser incentivada con pol¨ªtica monetaria si es necesario. Lo mismo podr¨ªa llegar a ocurrir con la pol¨ªtica fiscal, si los incentivos monetarios no fuesen suficientes.
En todo caso, lo m¨¢s importante de cara al futuro, es evitar que dichos actos asesinos se reproduzcan en Espa?a, en otros pa¨ªses europeos o en Estados Unidos, lo que socavar¨ªa todav¨ªa m¨¢s la confianza, aumentar¨ªa la incertidumbre y podr¨ªa producir una recesi¨®n o una ca¨ªda de la actividad mundial. Mientras tanto, el mejor ant¨ªdoto contra una ca¨ªda de la actividad econ¨®mica es que los ciudadanos intenten perder el miedo al terrorismo, adaptarse a la incertidumbre y volver a normalizar su vida cotidiana, ya que, de conseguirlo, pueden evitar que los terroristas alcancen su segundo objetivo que es amedrentar a la poblaci¨®n y provocar una recesi¨®n econ¨®mica en un momento en el que casi todas las econom¨ªas del mundo est¨¢n reanudando una senda de crecimiento m¨¢s vigorosa y estable que la de los a?os anteriores, incluida la econom¨ªa europea, en la que la recuperaci¨®n est¨¢ siendo m¨¢s lenta.
Guillermo de la Dehesa es presidente del CEPR (Centre for Economic Policy Research).
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