Adi¨®s a Valderrama
Ha muerto feliz. Tras degustar un descafeinado y unos dulces, con todos los honores merecidos sobre los anaqueles del mueble del sal¨®n. Valderrama respetado, admirado, amado siempre. Pero fue necesario un largo trayecto, cargado tambi¨¦n de silencios, galas mal pagadas, programadores culturales despreciativos, intelectuales superados por sus propios prejuicios. No fue hasta que los ni?atos de la nouvelle vague dieron su aprobaci¨®n, que los cineastas cl¨¢sicos americanos fueron considerados como tales. Y as¨ª nos va.
Yo recuerdo al Valderrama de los ochenta, en un momento delicado para todo lo que sonara tradicional, sin¨®nimo para muchos de franquista, reaccionario y pueril. Y lo recuerdo en un s¨ªmil de camerino, sin espejo, sin calefacci¨®n, con el aseo al otro lado del pasillo. Yo, actor adolescente de provincias, lo que a¨²n sigo siendo -adolescentes no, claro est¨¢-, profan¨¦ aquel espacio, no por triste menos sagrado, y descubr¨ª al cantaor aterido de fr¨ªo junto a una Dolores Abril cubierta por un kimono floreado detenida en la pared desnuda y a la espera de salir a un improvisado escenario, bajo el que aguardaba un p¨²blico de la tercera edad, ellos oliendo fuertemente a colonia y pa?uelo reci¨¦n planchado, ellas de luto festivo, adornadas de medallas y pulseras con el hor¨®scopo de los hijos.
Les llevamos entonces -¨¦ramos j¨®venes, actores e imprudentes- una peque?a estufa de dos resistencias -tal vez una de ellas no funcionaba- y el espejo sustra¨ªdo de un aseo tan descuidado como lejano.
?l sonri¨® apenas, ella, como una gran diva, nos dio un beso presuroso. La m¨²sica les anunciaba el principio de la funci¨®n.
?l, parsimonioso, como eje de un rito en el que no cab¨ªa el tiempo, se ajust¨® el sombrero de medio lado. Ella se abri¨® el kimono falsamente japon¨¦s, dejando al descubierto un estallido de color y lentejuelas.
Y salieron al escenario, que ya no era una caseta de feria, sino el Carnegie Hall. Ese d¨ªa aprend¨ª -aprendimos los j¨®venes e imprudentes actores- lo que era el amor al escenario. El respeto al p¨²blico. La pasi¨®n. Nunca olvidaremos la lecci¨®n. Descanse en paz.
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