La furiosa independencia de Cassavetes
Ray Carney re¨²ne en una biograf¨ªa las teor¨ªas del padre del cine de bajo presupuesto americano
John Cassavetes muri¨® de cirrosis el 3 de febrero de 1989. Ten¨ªa 59 a?os y, fuera de Europa y de los c¨ªrculos de los j¨®venes cineastas estadounidenses (donde era, sencillamente, Dios), el director de Shadows era casi un desconocido. Una exhaustiva biograf¨ªa, Cassavetes por Cassavetes, editada en Espa?a por Anagrama, re¨²ne ahora (y en m¨¢s de 600 p¨¢ginas) muchas de sus teor¨ªas y pensamientos. El libro, escrito por Ray Carney, recopila textos, entrevistas y declaraciones. "Como artista que soy", dijo Cassavetes, "y por encima de todo, me atrevo a fracasar".
Arrogante, eternamente furioso e impulsivo, John Cassavetes era conocido como actor por La semilla del diablo o Doce del pat¨ªbulo. Con el dinero que ganaba actuando rodaba sus pel¨ªculas, siempre desafiantes, intransigentes y reveladoras. Y siempre al margen de la industria de Hollywood.
A finales de los a?os ochenta, ninguna de las pel¨ªculas de Cassavetes estaba disponible en v¨ªdeo. Sony le hab¨ªa ofrecido una cuantiosa cifra por comercializarlas, pero el cineasta se neg¨®: "?T¨² piensas que yo quiero ser popular?", dijo Cassavetes a su bi¨®grafo. "?Crees que quiero que mis pel¨ªculas circulen en v¨ªdeo? ?Que quiero que millones de personas vean mis pel¨ªculas? ?Por qu¨¦ raz¨®n querr¨ªa yo eso?". El director de Faces a?adi¨®: "Llevo 25 a?os haciendo pel¨ªculas, y ninguna ha hecho mucho dinero. Pero no hay nadie en el mundo que pueda decirme que no consegu¨ª lo que quer¨ªa".
Dotado de un poderoso magnetismo f¨ªsico, Cassavetes conoci¨® a su ¨²nica mujer, la actriz Gena Rowlands, en 1954. Se casaron a los cuatro meses de estar juntos y nunca se separaron. "Antes de conocer a Gena, yo era un soltero que iba por la vida torturando a la gente... Desde mi punto de vista, yo ten¨ªa que renunciar a mi precioso ego". Pese a que la relaci¨®n era tempestuosa, con continuas peleas y malentendidos ("ella y yo ten¨ªamos fricciones en cuanto a estilo de vida y gustos. No est¨¢bamos de acuerdo absolutamente en nada"), se convirtieron en inseparables. La relaci¨®n con su mujer, sus hijos y sus amigos fue la base de su cine. "Gena y yo somos raros, en serio. Estamos total y locamente obsesionados con querer transmitir algo que nos cuesta much¨ªsimo expresar en nuestra vida", dijo el cineasta. Las resonancias autobiogr¨¢ficas est¨¢n en la mayor¨ªa de su filmograf¨ªa (Faces, Maridos, As¨ª habla el amor, Una mujer bajo la influencia, Corrientes de amor). Incluso est¨¢n en Gloria, una pel¨ªcula que Cassavetes hizo en 1987 por "accidente" y por su mujer. Cassavetes escribi¨® el gui¨®n de Gloria para venderlo y no para dirigirlo, pero al final la pel¨ªcula acab¨® en sus manos. Extra?amente tocada por la muerte del padre de Cassavetes (a quien el cineasta estaba muy unido), Gloria es una pel¨ªcula sobre el amor y la muerte dirigida por un hombre que sent¨ªa una profunda aversi¨®n por la violencia en el cine: "Me gust¨® Doce del pat¨ªbulo, pero no la violencia final", dijo una vez sobre una de sus pel¨ªculas m¨¢s conocidas como actor. "Intent¨¦ escaquearme del final de la pel¨ªcula, dije que estaba harto, que no dar¨ªa un paso m¨¢s, pero me amenazaron con ir a juicio. No me gustaba la idea de matar a noventa millones de nazis api?ados en un s¨®tano, tirar una bomba y quemarlos vivos. No comprendo qu¨¦ tiene que ver eso con actuar".
Lo que no sabemos
Cassavetes detestaba el cine pol¨ªtico; tambi¨¦n el cine pretendidamente art¨ªstico. Quer¨ªa un cine directo, que hablara de lo que "no sabemos". Ni cobraba ni pagaba a sus actores (no lo permit¨ªan sus m¨ªnimos presupuestos); trabajaba por ello con sus mejores amigos (Peter Falk, Ben Gazzara), creando un sistema al margen de cualquier convenci¨®n en el que el rodaje era la m¨¦dula de una experiencia creativa ¨²nica. Los resultados poco importaban. "No es f¨¢cil explicar qu¨¦ significa independencia, pero para aquellos que la tienen, el cine sigue siendo un misterio, no una salida", dijo una vez el director, que tambi¨¦n apunt¨® la hipocres¨ªa de muchos de los colegas que tanto le idolatraban: "Todos dicen que quieren trabajar como lo hago yo, pero no es cierto. No quieren pasar por lo que hay que pasar para trabajar de esa manera. Quieren protegerse. Tienen miedo. No quieren arriesgarse".
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