La nueva Argelia del siglo XXI
Hemos estado leyendo tanto tiempo sobre las barbaridades de la refriega del islamismo y contra el islamismo en Argelia que corremos el peligro de que se nos olvide el pa¨ªs. En torno a los 150.000 muertos en 10 a?os de enfrentamiento; una sensaci¨®n de d¨¦j¨¤-vu cuando un antiguo conocido, el casi eterno ministro de Exteriores, Abdelaziz Buteflika, de la a?eja dictadura del FLN, quiere ahora convencernos de que est¨¢ dirigiendo la transici¨®n a la democracia, son todas ellas estampas que nos remiten a ese pasado no s¨®lo aparentemente inm¨®vil, sino que, peor, uno puede creer que se repite mon¨®tonamente a s¨ª mismo. Pero en las pasadas elecciones presidenciales, que Buteflika se ha embolsado con un improbable 83% de sufragios, hay suficientes elementos novedosos como para tratar de recuperar la antena argelina.
Aunque decir que la matanza ha concluido ser¨ªa prematuro, es evidente que Buteflika ha sabido presidir un giro decisivo en los combates, de forma que hoy el n¨²mero de muertos inocentes ha disminuido radicalmente; y no s¨®lo eso, sino que las ciudades pueden considerarse ya al abrigo del terror, que da sus ?¨²ltimos? coletazos en el medio rural, tan alejado de la habitaci¨®n de la burgues¨ªa de Estado o de la ya apreciable clase media, como, por ejemplo, las FARC, de la milla de oro de Bogot¨¢.
Por primera vez en la reciente y atormentada historia argelina, el Ej¨¦rcito se ha retirado a sus cuarteles. Es cierto que nadie puede garantizar tampoco que ¨¦se sea un camino sin retorno, pero los generales, erradicadores o posibilistas en su actitud ante la insurrecci¨®n del integrismo, han dejado que las elecciones discurrieran sin imponer ni ama?ar candidato; e incluso prefer¨ªan al modesto rival de Buteflika, su ex primer ministro y l¨ªder del actual FLN, Al¨ª Benflis, de impecable reputaci¨®n personal, pero menos formidable como presidente que quien repite mandato. Y es precisamente el Ej¨¦rcito quien puede vanagloriarse de esa victoria contra el GIA, en el que se hab¨ªa infiltrado copiosamente, sin que parezca que por ello pida nada a cambio.
El propio Buteflika se ve a s¨ª mismo, en el peor de los casos, como protagonista de una transici¨®n entre un variado Pinochet argelino o, en el mejor, como el primer presidente de un Estado de derecho en construcci¨®n. Su caudal de votos no est¨¢, seguramente, limpio como una patena; ha habido alg¨²n grado de fraude, aunque no escandaloso, como demuestra el hecho de que la oposici¨®n le acuse sin verdadera aportaci¨®n de pruebas; pero, sobre todo, ese empujoncito a las urnas ha sido, por primera vez tambi¨¦n, de mano civil. ?Menudo progreso!, se dir¨¢, pero, sin embargo, lo es. Un fraude fabricado por el ej¨¦rcito tiene vocaci¨®n de hacerse end¨¦mico; civil, mucho menos.
Y en ¨²ltimo t¨¦rmino, pero muy lejos de ser lo menor, en Argelia hay sociedad, una clase media, un Estado y, por haber, incluso un esquema de doctrina republicana, mamada a los pechos de Par¨ªs, que est¨¢ servida por una aut¨¦ntica libertad de expresi¨®n, al menos en los medios de papel, que contrasta con la situaci¨®n en el vecino Marruecos, formalmente m¨¢s avanzado en el camino a la democracia pero donde el Makhzen es todav¨ªa un enorme pilar central de poder, que pone l¨ªmites a la transformaci¨®n de lo legislado en lo social y en lo vivido. Una historia de dos sociedades que son muy distintas.
El historiador Charles Powell se?ala c¨®mo las transiciones de la dictadura a la democracia son diferentes, seg¨²n se hagan desde el Estado u otro tipo de centros de poder: tribales, cl¨¢nicos, siempre paralelos a las instituciones formalmente constituidas. Este ¨²ltimo caso es el de Irak, lo que explica algunos de los problemas de la coalici¨®n para convertir a Bagdad en un alumno obediente. Y el primero es el de Argelia, donde Francia concibi¨® un d¨ªa un pa¨ªs donde musulmanes aut¨®ctonos y trasplantados de la metr¨®poli fueran todos igual de franceses, con los mismos derechos democr¨¢ticos. Aquello no fue posible por cobard¨ªa republicana y racismo de clase y base. Pero todo ello contribuye a que podamos pensar hoy en la nueva Argelia del siglo XXI.
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