El m¨¦todo Helguera
"Nos falta un central que pegue y juegue", dec¨ªa esta semana un jugador blanco. Tras la marcha de Hierro, a?orado hasta por sus colegas menos afines, el Madrid resisti¨® sin quebrarse por la zaga totalmente. Hasta que los tres goles de Osasuna, dos a la salida de un saque de banda y uno tras un centro al segundo palo, sumieron al club en una miseria que parece f¨¢cil haber evitado. Bastaba con haber tenido en el campo un central de esos que pegan y juegan, se imponen a los delanteros y saben que hacer con la pelota. Bastaba con haber tenido a Helguera, que lleva media temporada sufriendo problemas f¨ªsicos y hoy, ante el Atl¨¦tico, volver¨¢ con la rodilla dolorida, sin recobrarse del todo de una distensi¨®n de ligamentos. Queiroz, el t¨¦cnico, es consciente de que no puede permitirse perderle otra vez.
Helguera es el ¨²nico marcador experimentado en el centro de la defensa del Madrid, adem¨¢s del mejor cabeceador natural que le queda a la plantilla. Su presencia en el equipo parece un accidente, a la vista de la pol¨ªtica que se ha seguido a la hora de dar altas y bajas. Primero porque ni aparece en los anuncios de Pepsi, ni cuenta con otros contratos publicitarios propios, aparte del que le une a Nike por las botas que calza. Segundo, porque juega en el coraz¨®n de la defensa. Y tercero, porque tiene una rara vocaci¨®n de liderazgo que le lleva a hacer reivindicaciones, en p¨²blico y en privado, granje¨¢ndose detractores en la ejecutiva y en el vestuario. En los despachos le resienten por atrevido: le multaron en enero por decir que el Madrid estar¨ªa mejor con Hierro y Makelele y ¨¦l se jur¨® a si mismo no volver a hablar. En el vestuario, le miran con suspicacia por emperrarse con cosas tales como demandar a sus compa?eros un poco de responsabilidad. Muchas veces alzando la voz y hasta soltando una imprecaci¨®n: "?Defiende, hijo de puta!".
Estas expresiones rudas han sonado a ofensa imperdonable en m¨¢s de uno de los gal¨¢cticos o¨ªdos. En una plantilla plagada de individuos que hacen bandera del esp¨ªritu libre, de la autoindulgencia y el recreo art¨ªstico, las demandas de Helguera suenan a cosa repugnante. Por eso, algunos colegas le llaman El Autista. Porque parece que vive en otro mundo. Un mundo antiguo con olor a sudor y linimento, donde al f¨²tbol se le reconoc¨ªa el valor sagrado que tienen los buenos oficios.
Solos ante el ausentismo de muchos de sus compa?eros, Mej¨ªa y Bravo debieron soportar ante Osasuna una lluvia de balones a¨¦reos en inferioridad de condiciones. Ninguno de los dos se atrevi¨® a levantar la voz a los centrocampistas. Ni a Roberto Carlos, que dej¨® solo a Valdo en un partido que el delantero de Osasuna nunca olvidar¨¢. Como dijo el propio Valdo: "Nunca en toda la temporada me dejaron solo en el segundo palo. Nunca tuve la sensaci¨®n de que no hab¨ªa marcas personales asignadas en las jugadas a bal¨®n parado... Hasta que jugamos en el Bernab¨¦u".
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