El triunfo de las circunstancias

Demasiado castigo para el Zaragoza, demasiada gentileza con el Athletic. No hubo para tanto. Con la vara de medir, el ¨¢rbitro, Medina Cantalejo, tembleque¨® en su presunta firmeza. Prabablemente, acert¨® -c¨®digo en mano- con las dos expulsiones del Zaragoza, aunque la de ?lvaro pareci¨® un tanto exagerada para un partido limpio, pero sin duda se equivoc¨® en la acci¨®n m¨¢s ingrata del partido. Era el minuto 42, y Del Horno se revolvi¨® con Cani, que triunf¨® en el enga?o. El pu?o de Del Horno se fue contra la cara del jugador zaragocista, que se escapaba por su espalda. La sangre brot¨® abundantemente, y V¨ªctor Mu?oz decidi¨® cambiar a su futbolista ante la abundancia de la herida.

M¨¢s que un error arbitral -que lo fue-, result¨® premonitorio. En la segunda mitad, con el 1-0 en el marcador tras un precioso gol de chilena de Etxeberria, el Zaragoza padeci¨® la injusticia en el trato. Primero Milito se fue al vestuario por hacer algo menos que lo que hizo Del Horno (dar un codazo a Tiko en un braceo) y cinco minutos despu¨¦s ?lvaro, no exento de imbecilidad en la acci¨®n, recibi¨® un severo castigo por entrar a destiempo en una banda a Etxeberria. Dos acciones severas, de c¨®digo en mano, que se convert¨ªan en injustas por la desigualdad de trato.

El ¨¢rbitro perdon¨® la expulsi¨®n de Del Horno y castig¨® a Milito y ?lvaro por menos

Y ah¨ª encontr¨® el Athletic el partido so?ado. Cuando fue peleado, 11 contra 11, hall¨® un gol magn¨ªfico, por obra y gracia de Etxeberria que emul¨® al mejor Hugo S¨¢nchez en una chilena ejemplar.

Pero el partido hab¨ªa comenzando con otra pinta. El asunto para el Athletic era ahogar a Movilla, un futbolista que acostumbra a resguardarse cerca de los centrales para tentar a su marcadores, en este caso Tiko y Gurpegui, empe?ados en seguirle donde fuera con tal de que no manejara el bal¨®n. Pues bien, nadie acert¨®. Ni el Zaragoza entendi¨® que la posici¨®n de Movilla habilitaba a los de los tres cuartos (Cani y Savio, especialmente), ni el Athletic, que llevar a sus marcadores tan arriba le desguarnec¨ªa en la defensa, porque dejaba muchos metros a sus espaldas. Daba la impresi¨®n de que nadie sab¨ªa nada, de que nadie conoc¨ªa a nadie, de que se jugaba de inc¨®gnito, al albur de las circunstancias, hasta que el Athletic meti¨® la cuarta velocidad y entonces el Zaragoza ocult¨® su mueca de atrevimiento y se guareci¨® en su cueva.

Sin jugar un f¨²tbol de sal¨®n, el equipo rojiblanco se sac¨® un gol m¨¢gico. Iraola porfi¨® con un despistado David Pirri, centr¨® con estilo desde la l¨ªnea de cal y Etxeberria se sac¨® el gol de la temporada: de espaldas, de chilena.

Hasta ah¨ª lleg¨® el partido. A partir de entonces interfirieron los acontecimientos. Las expulsiones de Milito y ?lvaro en cinco minutos rompieron el partido y desvalorizaron el resultado. 11 contra nueve nunca da la medida de lo ocurrido. El Zaragoza, l¨®gicamente, se hundi¨®, trat¨® de guarecerse ante el previsible chaparr¨®n y encaj¨® tres goles m¨¢s. Lo esperado. Ni m¨¢s ni menos.

El Athletic jug¨® con inteligencia, moviendo el bal¨®n a los costados, donde casi nunca hay gente. Movilla ya no ten¨ªa nada que hacer y se evadi¨® de la contienda. Hasta Villa malgast¨® una ocasi¨®n de oro de las que no acostumbra a regalar.

El Zaragoza estaba fundido y el Athletic congraciado. Cuando ?lvaro se fue se sab¨ªa ganador. Alguien deb¨ªa haber avisado a los centrales de que no era su d¨ªa: los dos del Zaragoza acabaron expulsados y los del Athletic advertidos. Tanto, que Valverde sustituy¨® al amonestado Karanka por Luis Prieto y a los dos minutos el sustituto ya estaba advertido de expulsi¨®n. No, a Medina Cantalejo no le gustan los centrales.