La cultura del ingeniero
El Villarreal ha crecido buscando perlas ocultas en Suram¨¦rica, la ¨²ltima, Pellegrini, el t¨¦cnico chileno que hizo campe¨®n a River y San Lorenzo
El Villarreal debe tener un sat¨¦lite orbitando el planeta f¨²tbol. Desde all¨ª desenrosca su propio Hubble, un telescopio sencillo y pr¨¢ctico, de buen ojo, capaz de enfocar la materia oscura de la rutina, y observa los destellos de los jugadores o entrenadores que brillan con luz propia. Enfoc¨® en su momento al goleador Anderson, se detuvo en Riquelme, despu¨¦s en el defensa Coloccini, de paso por Suram¨¦rica descubri¨® a Battaglia y fue as¨ª consolidando un grupo rendidor. Los rayos ultraamarillos revisaron luego los antecedentes del entrenador chileno Manuel Pellegrini, 50 a?os, desvinculado del River Plate de Argentina. Algo hab¨ªa ah¨ª. Algo hay de bueno para el equipo en ese hombre culto, sereno, responsable y decente.
Pellegrini dice lo justo, no ocupa puestos que no le corresponden ni se arroga m¨¦ritos ajenos
La carrera del ingeniero, como se llamaba a Pellegrini en Buenos Aires, parec¨ªa haber llegado a la cima desde que conquistara el torneo Clausura 2001 de la Liga con el San Lorenzo, equipo al que llev¨® adem¨¢s a conseguir su primer t¨ªtulo internacional, la Copa Suramericana, equivalente a la copa de la UEFA. Nunca un entrenador chileno hab¨ªa conseguido tanto en Argentina. Todas las farolas del ¨¦xito encendidas sobre ¨¦l revelaron a la mayor¨ªa de los aficionados un tipo de persona extra?a al ambiente. No se le recuerdan declaraciones pol¨¦micas, actitudes de soberbia, faltas de respeto con jugadores o periodistas, sobreactuaciones para las c¨¢maras de la televisi¨®n ni desmesuras en el festejo.
El ex defensa central formado en la cantera del Audax Italiano de Chile, destacado luego en la Universidad de Chile, se cri¨® en una familia acomodada donde importaba m¨¢s una carrera profesional que la deportiva. Pero Pellegrini era bueno en las dos. Lleg¨® a jugar en la selecci¨®n nacional de Chile y tambi¨¦n se licenci¨® como ingeniero en la Pontifica Universidad Cat¨®lica. Siempre fue eficiente y rindi¨® en los puestos que ocup¨®, dentro y fuera del campo. A¨²n en su condici¨®n de ¨²ltimo hombre de la defensa, lleg¨® a marcar 30 goles en 400 partidos oficiales. Sabe manejar con los pies y la cabeza todos los lenguajes del f¨²tbol, adem¨¢s habla italiano, ingl¨¦s y franc¨¦s.
Como entrenador fue campe¨®n de la Copa Chile en 1995 con la Universidad Cat¨®lica, gan¨® el campeonato nacional de Ecuador con la Liga Deportiva Universitaria de Quito, el Torneo Clausura de 2001 y la Copa Mercosur con San Lorenzo de Argentina y el Clausura de 2003 con el River. A fines de ese a?o, cuando el equipo perdi¨® de forma inmerecida 1-0 el partido de vuelta frente al modesto Cienciano de Per¨² en la final de una nueva Copa Suramericana, los directivos y el entrenador acordaron los t¨¦rminos de lo que era un final anunciado desde que el River perdiera en casa 0-2 el cl¨¢sico frente al Boca por el Torneo Apertura.
Los jugadores y el presidente del club no quer¨ªan que se marchara as¨ª, tampoco el entrenador imaginaba terminar de un modo tan ingrato en el River. En realidad, Pellegrini sufri¨® la ¨²nica derrota que los hinchas del River no perdonan: perdi¨® contra el Boca. A fines del pasado a?o, mientras el Boca ganaba el torneo y venc¨ªa al Mil¨¢n en la Copa Intercontinental, el River cerraba la segunda mitad del a?o sin t¨ªtulos. A Pellegrini le despidi¨® Carlos Bianchi, entrenador del Boca, que con su irrompible m¨¢quina de ganar viene haciendo picadillo de carne con todos los entrenadores del River, a¨²n los ex jugadores y los hist¨®ricos como Ram¨®n Pelado D¨ªaz y Am¨¦rico Gallego.
Pellegrini no alz¨® la voz, firm¨® su renuncia y regres¨® a Chile. Hace dos meses fue el Manchester United el que le vio pasar como una estrella fugaz. Dicen que el viejo zorro de Ferguson le quer¨ªa para ocupar el cargo vacante desde la partida de Queiroz. Era el hombre ideal para ensayar t¨¢cticas, dise?ar estrategias, recomendar nuevos jugadores. Pellegrini trabaja, dice lo justo, no pretende los puestos que no le corresponden ni se arroga los m¨¦ritos de otros.
Pero fue el Villarreal al fin, el que desenrosc¨® su catalejo y al verlo se pregunt¨®: ?Eh, pero c¨®mo, es que un hombre honesto y preparado como Pellegrini, con capacidad y experiencia, est¨¢ disponible?
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