El vicepresidente guerrero
Cheney hace campa?a en la convenci¨®n de la Asociaci¨®n Nacional del Rifle
El gran cazador y art¨ªfice de guerras Dick Cheney, que adem¨¢s es vicepresidente de EE UU, estuvo en la gloria el pasado s¨¢bado por la noche en Pittsburgh, cuando pronunci¨® el discurso principal de la 133? reuni¨®n anual de la Asociaci¨®n Nacional del Rifle (NRA), el gigantesco club -4,3 millones de afiliados- que agrupa y defiende a los usuarios de armas en EE UU. Aprovechando que dentro de seis meses y medio hay elecciones, Cheney lanz¨® sus disparos contra el dem¨®crata John Kerry. Kerry es un gran aficionado a la caza, como millones de personas en este pa¨ªs, pero es partidario de que haya regulaciones y de que ciertas armas sean prohibidas.
En su discurso, Cheney -en primer plano ahora por su papel crucial en el desencadenamiento de la guerra de Irak, seg¨²n el ¨²ltimo libro del periodista Bob Woodward- pint¨® a Kerry como un enemigo de la Segunda Enmienda constitucional, la que garantiza el derecho a llevar armas. Cualquiera sabe que esa Enmienda responde a un momento en el que hac¨ªa falta, como dice su texto, "una milicia bien regulada, necesaria para la seguridad de un Estado libre"; cualquiera sabe tambi¨¦n que la existencia de m¨¢s de 200 millones de armas -s¨®lo las legalmente registradas en EE UU- tiene mucho que ver con suicidios, peleas que acaban a tiros y accidentes dom¨¦sticos mortales: 3,3 millones de ni?os en EE UU viven en casas en las que hay armas, seg¨²n el hospital infantil de Boston; alrededor de 30.000 personas -entre ellas, 3.000 ni?os y j¨®venes- mueren cada a?o por armas de fuego, seg¨²n estad¨ªsticas oficiales.
Mauser, cuyo hijo muri¨® en Columbine, acudi¨® a la convenci¨®n para pedir que se proh¨ªban las armas
Pero la NRA trata de sacralizar la Segunda Enmienda -tiene en su web, con "prop¨®sitos informativos", 15 p¨¢ginas de individuos y organizaciones a los que califica de "enemigos"- y sobre ese sentimiento habl¨® Cheney. Seg¨²n ¨¦l, lo que ha hecho Kerry a lo largo de su carrera parlamentaria "es aprobar una regulaci¨®n tras otra" a favor de controlar ciertas armas y a los que las venden y en contra de que se proteja a los fabricantes de armas. En cambio, dijo Cheney, entre aplausos y gritos de "?cuatro a?os m¨¢s!", Bush "os ha demostrado su respeto, ha ganado vuestros votos y agradece vuestro respaldo".
Una voz valiente y solitaria en los alrededores de este festival de m¨¢s de 50.000 amantes de las armas que entre el viernes y ma?ana est¨¢n desfilando por la convenci¨®n de Pittsburgh fue la de Tom Mauser, cuyo hijo muri¨® en el tiroteo del instituto de Columbine. Ma?ana se cumplen cinco a?os de la muerte de 12 estudiantes y un profesor en Littleton, Colorado. Ellos y una veintena de heridos cayeron bajo las balas de Dylan Klebold, de 17 a?os, y Eric Harris, de 18, armados hasta los dientes con escopetas, armas semiautom¨¢ticas y bombas, como ha descrito Michael Moore en Bowling for Columbine. Tom Mauser se calz¨® el s¨¢bado los zapatos de su hijo Daniel y camin¨® con ellos hasta la convenci¨®n de la NRA. Su intenci¨®n era pedir a Cheney que se extienda la prohibici¨®n sobre la libre venta de armas de asalto de 1994, que expira en septiembre. "Son las armas de las bandas, de los narcotraficantes y de los perturbados. Son armas de guerra, y no las queremos en nuestras calles", dijo Mauser antes de dirigirse a la convenci¨®n. Al entrar, fue devuelto a la calle por varios guardias.
Cheney no dijo si el Gobierno piensa renovar la prohibici¨®n. La NRA volver¨¢ a respaldar a Bush y a Cheney -como hizo en 2000- se renueve o no la prohibici¨®n.
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