"Tengo una pregunta para Dutroux: ?Por qu¨¦ no me mat¨®?"
Una v¨ªctima planta cara al pederasta belga
Sabine Dardenne tiene s¨®lo 20 a?os, pero ayer fue capaz de encararse a su verdugo, el famoso pederasta Marc Dutroux, y hasta ironizar sobre las mentiras con las que la mantuvo secuestrada durante 80 d¨ªas. La sala le evit¨® la descripci¨®n de los abusos sexuales vividos entonces, cuando ten¨ªa 12 a?os, a pesar de lo cual los padres de otras dos v¨ªctimas del hombre m¨¢s odiado de B¨¦lgica se indispusieron y fueron evacuados en camilla. Dutroux se enfrenta a cadena perpetua por haber raptado y violado a seis ni?as y j¨®venes entre 1995 y 1996 y haber matado a cuatro de ellas.
El testimonio de Sabine Dardenne era esperado con emoci¨®n contenida en B¨¦lgica. Es la principal testigo de cargo contra Marc Dutroux y la que m¨¢s sufri¨® las penalidades impuestas por el monstruo. Ochenta d¨ªas de cautiverio, la mayor parte de ellos en un zulo de apenas seis metros cuadrados, sufriendo las violaciones del pederasta desde el primer d¨ªa, como ayer dej¨® bien claro ante el tribunal que juzga el caso desde el 1 de marzo pasado.
Sabine fue secuestrada el 28 de mayo de 1996 cuando se dirig¨ªa en bicicleta al colegio. Pas¨® casi tres meses en el mismo zulo -s¨®lo tras su liberaci¨®n lo sabr¨ªa- en el que otras cuatro ni?as y adolescentes hab¨ªan sufrido ya su misma experiencia antes de morir abandonadas y desnutridas.
En contra de lo esperado, Sabine Dardenne, que acud¨ªa por vez primera a la sala de audiencia de Arlon, al sur del pa¨ªs, no s¨®lo mir¨® de frente al pederasta, sino que despleg¨® cierto sentido del humor para relatar su experiencia. Fue, quiz¨¢, su venganza. Y as¨ª se ri¨®, algo nerviosa, al contar c¨®mo desde el primer momento, al llegar a la funesta casa de Dutroux, ¨¦ste la desnud¨®, la encaden¨® por el cuello a una cama y le dijo que en realidad le estaba salvando la vida porque su jefe quer¨ªa matarla. La ni?a le crey¨® hasta tal punto que cuando el pederasta la encerr¨® tres d¨ªas m¨¢s tarde, se alegr¨®. "S¨ª, estaba contenta. Contenta de alg¨²n modo porque cre¨ªa que me escond¨ªa as¨ª mejor de ese jefe que me iba a matar", cont¨® ayer Sabine, sentada en una silla alta, sola, en medio de la sala, ante el tribunal (detr¨¢s, la otra v¨ªctima viva, Laetitia Delhez, como d¨¢ndole aliento), con los pies apoyados en alto, nerviosa, pero controlando la situaci¨®n.
El testimonio de Sabine Dardenne demuestra hasta qu¨¦ punto es manipulable un ni?o inocente. Dutroux le hizo creer a Sabine que sus padres no quer¨ªan pagar el pretendido rescate pedido por ella y ella les escrib¨ªa cartas suplic¨¢ndoles cari?o y generosidad.
Las misivas las encontr¨® la polic¨ªa despu¨¦s bajo una alfombra, pero desempe?aron su papel. Dutroux las le¨ªa y le hac¨ªa creer que incluso su madre le aconsejaba en la distancia ser m¨¢s buena y amar el sexo. Son tales las mentiras que Sabine Dardenne asegura que nunca podr¨¢ perdonar, seg¨²n ha declarado con anterioridad a la prensa.
Ayer, en cambio, no hubo reproches, sino su relato desdramatizado. Cuando el 9 de agosto Dutroux la sac¨® del zulo y le present¨® a Laetitia Delhez, a la que acababa de secuestrar, ella cuenta que estaba desnuda y que, bueno, la otra ni?a debi¨® pensar qu¨¦ cosas m¨¢s raras ocurr¨ªan en esa casa. Acept¨® haber pedido una amiga para estar acompa?ada, pero r¨ªe tambi¨¦n al aclarar que nunca supuso que ¨¦sta tuviera que ser secuestrada tambi¨¦n. Dutroux asegura haberlo hecho s¨®lo para satisfacer el deseo de Sabine.
Al final del testimonio, ante la oferta de si quer¨ªa a?adir algo, Sabine contest¨®: "S¨ª, quiero preguntarle una cosa a Marc Dutroux". Se volvi¨® hacia ¨¦l, aunque no le habl¨® directamente. "Si yo ten¨ªa un car¨¢cter tan dif¨ªcil como ¨¦l dec¨ªa, ?por qu¨¦ no me mat¨®". La voz grave y fr¨ªa de Dutroux respondi¨®: "No pensaba hacerlo. Reconozco haber abusado de ella, pero no pensaba matarla". Sabine Dardenne ya ha perdido la inocencia y a la salida del juicio s¨®lo hizo una declaraci¨®n para decir que la respuesta de Dutroux no fue convincente.
Un drama sin perd¨®n
En el banquillo de los acusados, junto a Marc Dutroux, se sientan su ex mujer, Michelle Martin, su c¨®mplice en los secuestros, Michel Leli¨¨vre, y el supuesto contacto con la red mafiosa, Jean-Michel Nihoul. Cuando Sabine Dardenne abandonaba ayer la sala, Martin reclam¨® su presencia para presentarle sus excusas por no haber denunciado a la polic¨ªa ni su secuestro ni el de las dem¨¢s ni?as. "Usted sab¨ªa d¨®nde estaba y el da?o que me estaban haciendo", le contest¨® Sabine. "No puedo aceptar sus excusas".
Michelle Martin colabor¨® activamente en las fechor¨ªas de su marido, si bien se escuda en su condici¨®n de mujer maltratada, paralizada por el temor. Ayer reconoci¨® haber cocinado s¨®lo para las dos primeras secuestradas de esta segunda tanda de cr¨ªmenes de Dutroux (en 1985 viol¨® a otras seis ni?as, hechos por lo que cumpli¨® seis a?os de c¨¢rcel). Preparaba comidas para Julie Lejeune y Melissa Russo, de ocho a?os, ambas muertas. Pero no lo hizo para las otras cuatro: An Marchal (17 a?os) y Eefje Lambrecks (19), muertas tambi¨¦n, ni para Sabine ni para Laetitia Delhez.
Martin, que tiene tres hijos con Dutroux, incluso ayud¨® a su marido a filmar algunas de sus violaciones, como las grabadas en 1995 y 1996 con tres j¨®venes eslovacas que se han negado a acudir al juicio.
Son etapas morbosas de un juicio que no est¨¢ dando respuesta a todas las inc¨®gnitas que este caso plantea. Tras ocho a?os de investigaci¨®n, la justicia belga cuenta casi en exclusiva con las versiones de los acusados y sus dos v¨ªctimas vivas, raz¨®n por la cual algunos padres no acuden a la vista oral.
La ausencia m¨¢s clamorosa es la de la familia Russo, la m¨¢s activa durante a?os, que s¨®lo conoce los ¨²ltimos d¨ªas de su ni?a Melissa por el relato de su verdugo.
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