Pandillas
Yo no s¨¦ si en aquellas democracias que son m¨¢s antiguas y m¨¢s civilizadas que la nuestra mudan tambi¨¦n a todo el personal cada vez que cambian de Gobierno. Nosotros llevamos semanas viendo reaparecer rostros sonrientes, todos los colocados de Zapatero. Los descolocados de Aznar, en cambio, no salen en las fotograf¨ªas, porque a los perdedores les corresponde el castigo del anonimato. Se marchan, supongo, contritos y en silencio, camino del mismo destierro administrativo del que acaban de ser rescatados sus sucesores. Porque entre los reci¨¦n llegados rostros zapateriles hay caras veteranas, antiguos conocidos que hab¨ªan sido arrojados a su vez a las tinieblas exteriores hace a?os, cuando el anterior cambio de Gobierno. Y es que aqu¨ª nos las gastamos de este modo y, en cuanto que hay un vuelco electoral, nos trasmutamos en la Reina de Corazones de Alicia en el Pa¨ªs de las Maravillas, esa gran energ¨²mena que va berreando a diestro y siniestro: "?Que les corten a todos la cabeza!".
Es la llamada de la horda, que entre nosotros se manifiesta como una tentaci¨®n irrefrenable. Gerald Brenan, en su estupendo libro El laberinto espa?ol, publicado en 1943, hablaba ya de nuestro tremendo individualismo y de c¨®mo la sociedad espa?ola estaba atomizada en grupos tribales y era incapaz de concebir la realidad de la naci¨®n como algo com¨²n y colectivo. Han pasado sesenta a?os, pero nuestro talante no parece haber mejorado: seguimos siendo criaturas de clan, fogosos y leales pandilleros.
Yo estoy encantada de ver reaparecer algunos de los nuevos rostros de Zapatero: les conozco personalmente e incluso son amigos, y tambi¨¦n ellos fueron enviados a una injusta nevera. Pero me inquieta la aplicaci¨®n general por derechas e izquierdas del descabezamiento masivo del contrario. Sin duda una de las gracias y las glorias del cambio democr¨¢tico es la renovaci¨®n: pero la renovaci¨®n de los dirigentes. ?De verdad hay que cambiar adem¨¢s a todo el mundo? Si un profesional lo est¨¢ haciendo bien, ?tiene que marcharse s¨®lo porque llegue la pandilla contraria? Y con esta manera de funcionar, ?no resultar¨¢ m¨¢s conveniente servir a la horda que a los intereses del Estado?
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