En horas 24
Zapatero le ha hecho a?icos la cadena de mando a Bush, en una pl¨¢cida tarde de domingo: Espa?a sal¨ªa de la foto de las Azores y de la ocupaci¨®n ilegal del territorio iraqu¨ª, por el responsable compromiso con la voluntad mayoritaria de un pueblo, que se opuso a una guerra de saqueos, mentiras e injusticias, desde el primer momento. Entonces, nadie lo escuch¨® e incluso sufri¨® el desd¨¦n y hasta el insulto, de aquel que no dud¨® en mostrarse sumiso a un c¨¦sar con espuelas y goma de mascar, y arrogante, sin embargo, frente a cuantos le pagaban la n¨®mina. Un largo a?o despu¨¦s, ese mismo pueblo recuper¨® su soberan¨ªa en las urnas, y dio su confianza a quien se comprometi¨® a respetarla fielmente. Los pol¨ªticos que no cumplen su compromiso con la soberan¨ªa popular caen en el desvar¨ªo, en la soberbia y en los confines de la soledad. Los que los cumplen se empadronan en los or¨ªgenes de la democracia, y revalidad su condici¨®n de ciudadanos, que ya es todo un privilegio. Zapatero ha inaugurado su mandato con aplicaci¨®n,y ha superado un test, entre el laude de muchos, la perplejidad de otros y el estufido de los que se han hecho con el bot¨ªn. No m¨¢s argucias: la guerra de Irak no se libr¨® para desmantelar presuntos arsenales, ni redes del terrorismo internacional, sino para controlar dep¨®sitos de petr¨®leo. Involucrar a otros pa¨ªses en una operaci¨®n tan execrable, y exigir su complicidad resulta moral y militarmente intolerable. Los soldados espa?oles no tienen por qu¨¦ jugarse la vida ni los principios, protegiendo intereses viscosos. Lo han hecho y lo har¨¢n, si es preciso, en misiones humanitarias y de seguridad, bajo los auspicios de la comunidad internacional. Zapatero ha puesto las cosas en su sitio: en pol¨ªtica exterior, a Bush, en su despacho oval, recomi¨¦ndose de rabia; en interior, al fiscal general Jes¨²s Cardenal, en el cese fulminante. Si Lope, en menos de horas 24, pasaba de las musas al teatro, Zapatero, el nuevo gobierno y la ciudadan¨ªa, en menos de horas 24, pasan del autoritarismo y la regresi¨®n del cuatrienio nefasto, a la participaci¨®n democr¨¢tica.
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