La 'Dama de Hierro' del FMI, Argentina y Mark Twain
La directora en funciones del Fondo, Anne Krueger, act¨²a con dureza ante el Gobierno argentino
Mientras el espa?ol Rodrigo Rato toma posiciones como candidato para ocupar al puesto de director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), la directora en funciones, Anne Krueger, aplica estos d¨ªas mano dura. Esta economista norteamericana tiene desde hace largo tiempo fama de Dama de Hierro respecto a Argentina, tanto que el presidente N¨¦stor Kirchner suele a menudo bromear con su ministro de Econom¨ªa, Roberto Lavagna:
-Roberto, vos ten¨¦s por esta mujer un amor plat¨®nico. ?Qu¨¦ dice la Krueger?
S¨ª, ?qu¨¦ dice sobre Argentina? Anne Krueger, la n¨²mero dos del FMI, ahora que Horst K?hler ya tiene las maletas listas para marchar a ocupar la presidencia de Alemania, ha considerado llegada la hora de hablar m¨¢s alto y m¨¢s claro.
El problema central es la renegociaci¨®n de la deuda argentina y los 94.000 millones en bonos
El pasado 31 de marzo Krueger particip¨® en un seminario sobre Argentina y su salida de la suspensi¨®n de pagos. Era el escenario perfecto: el American Enterprise Institute. Uno de los tanques de pensamiento que apoyan al presidente George W. Bush. Tanto en sus planteamientos econ¨®micos como pol¨ªticos. Alguno de los miembros de la instituci¨®n, como Richard Perle, por ejemplo, ha sido uno de los grandes protagonistas de la campa?a propagand¨ªstica que llev¨® a la guerra de Irak.
"Cualquiera que haya seguido los acontecimientos en Argentina desde 2001 sabe que la relaci¨®n entre el FMI y el Gobierno argentino no siempre ha sido f¨¢cil. Pero los desacuerdos entre unas autoridades nacionales y el FMI es dif¨ªcilmente algo nuevo. A los que escriben grandes titulares les encanta explotar las diferencias de puntos de vista, a menudo de modo imaginativo, y las informaciones de la prensa son con frecuencia tan exagerados como los de la muerte de Mark Twain", dijo, dos minutos despu¨¦s de comenzar su exposici¨®n, Krueger. All¨ª le segu¨ªa un panel selecto. Estaban Randy Quarles, secretario adjunto para Asuntos Internacionales del Tesoro norteamericano, y otros profesionales de las finanzas, como Vincent Truglia, de la agencia de calificaci¨®n Moody's. Pero hab¨ªa otra gente con intereses directos. Por ejemplo, Hans Hume, responsable del Comit¨¦ Global de Bonistas Argentinos, y Adam Lerrick, de la agencia de reestructuraci¨®n de bonos argentinos. Esos bonos, se dice pronto, ascienden a 94.000 millones de d¨®lares.
"Las noticias de mi muerte son algo exageradas", escribi¨® Twain. Pero las diferencias entre Lavagna y su amor plat¨®nico, para seguir la broma de Kirchner, no lo son tanto. Y Krueger as¨ª lo admite.
La directora en funciones del FMI se?ala que las noticias sobre el crecimiento de la econom¨ªa argentina "son inequ¨ªvocamente buenas noticias por lo menos hasta el momento". ?Cu¨¢nto de inequ¨ªvocas? Krueger no tiene pelos en la lengua. "Pero esto es s¨®lo un comienzo. A pesar del r¨¢pido crecimiento del producto interior bruto real [8% en 2003 y un previsto 6% para 2004], hemos de recordar que el retroceso acumulativo de la producci¨®n entre 1999 y 2002 redonde¨® un 20%", advierte. "Mucho de lo que estamos viendo hasta ahora es parte de una recuperaci¨®n a niveles de actividad econ¨®mica pre-crisis. Pero para Argentina, lo que importa m¨¢s es el medio y el largo plazo". Y para ello, recuerda, es necesario un nuevo ciclo de inversiones, tanto procedentes del ahorro interior como de los capitales internacionales. ?Ad¨®nde quiere llegar? Es tan transparente como un cristal: ser¨¢ necesario que Argentina pueda volver al mercado internacional de capitales.
"Nada de todo esto ocurrir¨¢ a menos que los potenciales inversores se muestren convencidos de que las pol¨ªticas econ¨®micas argentinas hacen atractiva una inversi¨®n a largo plazo", subraya. En realidad, todo esto es el pr¨®logo para el problema central: la renegociaci¨®n de la deuda exterior, en particular los 94.000 millones de d¨®lares en bonos sobre los que Argentina mantiene la moratoria de pagos. Seg¨²n Krueger, los inversores "no van a considerar un proyecto atractivo
hasta que Argentina alcance un acuerdo de reestructuraci¨®n con sus acreedores".
De modo que, tanto Lavagna como Kirchner, siempre se han de topar con la misma piedra: la deuda exterior. Seg¨²n Krueger "una vez que se llegue a un acuerdo, habr¨¢ claramente una presi¨®n para aumentar el super¨¢vit fiscal primario en los pr¨®ximos a?os para asegurar la sostenibilidad de la estrategia macroecon¨®mica".
Aunque no lo dice directamente, Krueger cree, de hecho, que tanto Lavagna como Kirchner est¨¢n equivocados en su diagn¨®stico al abogar por un super¨¢vit primario (saldo positivo del presupuesto sin contabilizar pagos de intereses de la deuda) del 3%. El Gobierno argentino sostiene que un super¨¢vit mayor pone en riesgo la recuperaci¨®n y la aspiraci¨®n de reducir la pobreza. Krueger estima que se trata de un argumento pueril. "Creo que estos temores son injustificados. Las pol¨ªticas fiscales prudentes y estables no impiden la reducci¨®n de la pobreza. Ni reducen el crecimiento", dijo. Krueger tiene para los argentinos dos ejemplos: Brasil y Turqu¨ªa. Su programa ideal para Argentina ser¨ªa un plan de reformas como los de ambos pa¨ªses citados "que incluyan un objetivo desafiante de super¨¢vit primario".
El plan Krueger es un plan de choque m¨¢s o menos cl¨¢sico. Ajustar la relaci¨®n entre el Gobierno central y las autoridades de las provincias, para estimular una gran responsabilidad fiscal, pero no menos importante, seg¨²n Krueger, es la situaci¨®n del sector energ¨¦tico. "Si no se enfrenta el problema ahora, existe el riesgo de nuevos y m¨¢s serios apagones que van a minar las proyecciones de crecimiento econ¨®mico", vaticina. Pero, adem¨¢s, seg¨²n Krueger, las reformas deber¨ªa llegar a otros dos sectores: el bancario y el trabajo.
Cuando uno la escucha, es dif¨ªcil reprimir una imagen: ?c¨®mo se llevar¨ªa Rodrigo Rato con la Dama de Hierro? Los dos est¨¢n de acuerdo en lo esencial, pero la mano izquierda de Rato, seg¨²n miembros del Gobierno argentino, para quien el vicepresidente primero en funciones es cualquier cosa menos un blando, le convertir¨ªa en una buena pareja.
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