Jack Lang, el padre de la criatura
El que fuera ministro de Cultura franc¨¦s impuso el t¨¦rmino que ha servido para frenar los impulsos de la OMC
La expresi¨®n "excepci¨®n cultural" nace del entorno de Jack Lang, el que fuera incombustible ministro de Cultura de la presidencia de Mitterrand (1981-1995). Su utilizaci¨®n como arma ideol¨®gica toma consistencia a partir de 1989, a ra¨ªz del debate que acompa?¨® la adopci¨®n de la directiva comunitaria Televisi¨®n Sin Fronteras, que reconoc¨ªa el derecho a establecer cuotas de producci¨®n nacional o europea dentro del espacio de la UE.
Pero la "excepci¨®n cultural" exist¨ªa mucho antes de ser as¨ª denominada. No hace falta remontarse a Luis XIV y su manera de poner en marcha una cultura de Estado, pero s¨ª recordar que fue el 3 de febrero de 1959 cuando el general De Gaulle dio existencia legal al primer Ministerio de la Cultura, un invento destinado a legitimar la grandeur de la que De Gaulle se quer¨ªa portaestandarte. El escritor y fantasista Andr¨¦ Malraux fue la primera cabeza visible de esa institucionalizaci¨®n de otra excepci¨®n: el respeto franc¨¦s por la letra impresa, por los intelectuales y artistas. Desde una perspectiva moderna, fueron Victor Hugo y ?mile Zola, con su compromiso c¨ªvico y su oposici¨®n a distintos poderes, quienes se ganaron un reconocimiento que antes la corona dispensaba a sus servidores, es decir, a gente tan dispar como Racine, Moli¨¨re o Lully.
La "excepci¨®n cultural" toma hoy otras formas que la defensa de cuotas de producci¨®n audiovisual europea en las peque?as pantallas francesas. Por ejemplo, Lang ide¨® una red de FRAC -fondos regionales de arte contempor¨¢neo- que permite potenciar la creaci¨®n pl¨¢stica actual sin necesitar del Estado centralista. Se consolidaron las ayudas a la traducci¨®n, tanto de obras francesas a idiomas extranjeros como al rev¨¦s. Las radios emiten un porcentaje determinado de m¨²sica francesa. Los actores y profesionales del "espect¨¢culo vivo" se benefician de unos subsidios de desempleo especiales que tienen en cuenta la precariedad de sus contratos. En definitiva, lo que en los pa¨ªses muy ricos hacen las fundaciones privadas, en Francia lo asumen el Estado, la regi¨®n o los ayuntamientos, sin que eso signifique que no existan las fundaciones. El objetivo -y as¨ª lo formul¨® Malraux- era "hacer por la cultura los que Jules Ferry hizo por la educaci¨®n". Ferry fue el ministro que puso en marcha, a finales del XIX, la ense?anza p¨²blica obligatoria, gratuita y laica.
La raz¨®n de existir de la "excepci¨®n cultural" es, seg¨²n sus defensores, el considerar que "la creaci¨®n art¨ªstica no es una mercanc¨ªa como las dem¨¢s", tal y como lo sostuvo Jacques Delors para evitar que la OMC impusiese su l¨®gica liberal a los intercambios culturales. La cultura tiene una dimensi¨®n simb¨®lica, de identidad colectiva, que ayuda a cohesionar la naci¨®n y que puede ser un cemento importante para la fr¨¢gil identidad europea.
La "excepci¨®n cultural" ha recibido distintos tipos de cr¨ªticas. El liberal cl¨¢sico le reprocha el propiciar el clientelismo, una cultura de paniaguados. No le falta raz¨®n, pero el mercado como ¨²nico criterio genera algo muy parecido, s¨®lo que en vez de privilegiar a un botarate minoritario, privilegia a un botarate de masas. El fil¨®sofo Alain Finkielkraut ha arremetido contra el "legado Lang" porque estima que ha propiciado lo que ¨¦l llama el "todo cultura", es decir, la equiparaci¨®n de la filosof¨ªa a la moda, el arte de Shakespeare a los m¨¦ritos de un modista. El profesor Marc Fumaroli ve, como consecuencia de querer salvar la ¨¦lite de la democratizaci¨®n de la cultura, la aparici¨®n de una cultura de Estado que funcionariza y clienteliza cada vez m¨¢s las artes y las letras. Michel Schneider, antiguo director del departamento de M¨²sica y Danza, precisamente con Jack Lang, escribi¨® en 1993, y en La com¨¦die de la cultura, que el balance de la gesti¨®n del ministro y su "excepci¨®n cultural" le lleva a aconsejar que los poderes p¨²blicos s¨®lo han de "ense?ar, conservar y reglamentar", es decir, han de arrogarse unas atribuciones mucho m¨¢s modestas. Pero, ?qu¨¦ vale el consejo cuando el presupuesto del Estado dedicado a cultura en los ¨²ltimos 25 a?os s¨®lo ha alcanzado una vez -en 1993- el m¨ªtico 1%? En definitiva, la excepci¨®n es menos excepcional de lo que parece.
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