Un arma de guerra llamada violaci¨®n
Violar es como matar a alguien", les dijo en noviembre pasado una mujer de 21 a?os agredida sexualmente a los m¨¦dicos del hospital de emergencia que la organizaci¨®n no gubernamental M¨¦dicos Sin Fronteras (MSF) tiene en la ciudad de Baraka, a orillas del lago Tanganika, en la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo.
Ella misma ha perdido su vida, porque el abuso sexual sufrido a manos de los combatientes que peleaban en el territorio la ha condenado a la exclusi¨®n social y, probablemente, a la enfermedad. "Desde que me violaron hace dos a?os, mi novio rompi¨® el compromiso y no he estado con otro, porque los hombres creen que tengo sida. Estoy muy preocupada, porque nadie puede asegurarme que aquellos hombres no estuvieran infectados. Y por eso no paro de pensar en lo que me ocurri¨®, sobre todo por las noches", cuenta.
La doctora Kohn cita el caso de una ni?a de cuatro meses que contrajo la s¨ªfilis tras haber sido violada y a la que atendi¨® en el Congo
Si no hay atenci¨®n m¨¦dica inmediata, es una cuesti¨®n de vida o muerte, porque el acto sexual forzado causa heridas que facilitan la transmisi¨®n del sida
Su testimonio est¨¢ recogido en el informe La violencia sexual como arma de guerra, que la organizaci¨®n acaba de terminar y que se difunde por primera vez en Espa?a. En ¨¦l se echa por tierra la creencia de que el abuso sexual es un efecto secundario del conflicto armado. "La violencia sexual es tambi¨¦n un arma de guerra", sostiene. "Las mujeres son el objetivo porque pertenecen a un cierto grupo y porque el da?o y la humillaci¨®n ejercidos sobre ellas da?a y humilla profundamente a su comunidad". M¨¦dicos Sin Fronteras afirma adem¨¢s que el uso de la agresi¨®n sexual ha sido sistem¨¢tico, ligado a la estrategia militar y con una clara intenci¨®n de torturar. De hecho, en m¨¢s del 75% de los casos atendidos en Baraka, los testimonios se?alan que hab¨ªa entre dos y cinco hombres presentes, formando "bandas de violadores".
Una mujer de 34 a?os, violada en un campo de cultivo de Baraka y forzada a presenciar la agresi¨®n sobre su hija de 15, describ¨ªa as¨ª lo sucedido: "Cuando ella trat¨® de escapar, la golpearon y le partieron una pierna de un disparo. Tres hombres la violaron. Me afect¨® mucho y me gustar¨ªa haber podido evitarlo. Ella todav¨ªa era virgen".
La cirujana y ginec¨®loga Celia Kohn asegura que es dif¨ªcil entenderlo en Occidente. "Es una cuesti¨®n de da?ar, de dominar. Es un arma de guerra, y eso no se comprende del todo desde nuestra mentalidad", explica en conversaci¨®n telef¨®nica esta doctora, que trabaj¨® durante tres meses en el programa de MSF de atenci¨®n a v¨ªctimas de violencia sexual de Bunia, en la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo, donde se atend¨ªa a una media de 15 mujeres diarias. Desde hace 20 d¨ªas est¨¢ en Monrovia, la capital de Liberia, para poner en marcha un servicio similar y formar al equipo que se encargar¨¢ de prestarlo. Desde enero se ha identificado ya a 80 mujeres agredidas sexualmente.
Dice que lo que ha visto es peor que cualquier pel¨ªcula de terror. "Hay todo tipo de perversidades", cuenta, y cita como ejemplo el caso que atendi¨® en Bunia, adonde lleg¨® una ni?a de cuatro meses con s¨ªfilis, tras haber sido violada. "Esto es como un iceberg, estamos viendo s¨®lo lo de arriba", contin¨²a. "Estoy convencida de que hay muchas m¨¢s de las que nos llegan. No s¨®lo porque hay quienes no se atreven a pedir ayuda m¨¦dica, sino porque existen problemas de inseguridad por los que muchas no pueden llegar al hospital".
En su informe, MSF detalla los casos de agresi¨®n sexual en zona de conflicto que se atendieron en 2003 a personas de entre cuatro meses y 79 a?os. S¨®lo en la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo, entre julio y diciembre del a?o pasado, la organizaci¨®n trat¨® en su cl¨ªnica de Bunia a 822 v¨ªctimas de violencia sexual de entre 13 y 22 a?os. Y en Baraka, a m¨¢s de 550 desde agosto de 2003. En Burundi se atendi¨® a una media de entre 10 y 15 pacientes v¨ªctimas de violaciones en el hospital de Ruyigi desde febrero de 2003. En el centro de salud de Bujumbura, en el mismo pa¨ªs, se pas¨® de 40 casos al mes, el pasado septiembre, a los 92 de enero de este a?o.
En los dos hospitales abiertos por MSF en la capital de Congo, Brazzaville, el a?o pasado se atendi¨® en consulta a 900 mujeres. En los tres campos de refugiados de MSF al norte de Monrovia, la capital de Liberia, desde que empez¨® el programa, en octubre del a?o pasado, se ha atendido a 300 personas. Y en la Rep¨²blica Centroafricana, durante siete meses, MSF trat¨® en Bangui a 325 mujeres.
"El predominio de pa¨ªses africanos no significa que en otros lugares no se produzca violencia sexual", contin¨²a el documento. "Refleja la dificultad que supone apoyar a las v¨ªctimas de la violencia sexual" en zonas de conflicto como "Chechenia, Pakist¨¢n y Afganist¨¢n, donde el tab¨² y el estigma son m¨¢s acentuados y las mujeres corren el riesgo de ser expulsadas o posiblemente asesinadas, si la familia lo descubre".
Consecuencias f¨ªsicas terribles
Las consecuencias de una violaci¨®n son terribles. Por un lado, con la pandemia de sida, si no hay atenci¨®n m¨¦dica inmediata es una cuesti¨®n de vida o muerte, porque el acto sexual forzado provoca heridas y hemorragias que facilitan la transmisi¨®n del virus. La doctora Kohn cuenta que hay casos en los que las pacientes llegan antes de las 72 horas, cuando incluso se pueden administrar anticonceptivos de emergencia, "pero no es lo habitual". Ha llegado a tener pacientes violadas seis a?os antes de que pudieran ir al centro.
Otras consecuencias importantes derivan de que muchas se someten a abortos en malas condiciones. M¨¦dicos Sin Fronteras ha visto casos de infecciones inflamatorias de pelvis por esta causa. Tambi¨¦n se producen interrupciones an¨®malas del ciclo menstrual, dificultades para el embarazo, descenso del apetito sexual o dolor durante el sexo, as¨ª como importantes secuelas psicol¨®gicas, que se pueden traducir en trastornos de la salud mental y del sue?o.
Adem¨¢s de todo ello, prosigue el informe, las mujeres violadas "con frecuencia se ven rechazadas por la comunidad e incluso por sus propios maridos. Estas mujeres se ven obligadas a sobrevivir en la pobreza". La doctora Kohn a?ade que, en el caso de las ni?as, "muchas veces al estar estigmatizadas se prostituyen. Desvalorizan su cuerpo, que en su subconsciente est¨¢ sucio".
De momento apenas hay en estos pa¨ªses persecuci¨®n del abuso sexual por la continuidad de la guerra. Por eso, en MSF est¨¢n actuando como notarios. En cada caso se expiden certificados m¨¦dicos. "Cuando se reinstaure la justicia, las v¨ªctimas tendr¨¢n un soporte legal, si quieren perseguir a sus agresores", explica la doctora Kohn, quien cree que es preciso que Europa conozca lo que est¨¢ pasando. "Ha habido violencia sexual siempre, e incluso esclavismo sexual. Lo que pasa es que fue escondido. Ahora hay que hacer un esfuerzo para sacarlo a la luz".
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