El Norte y el Sur magn¨¦ticos tardan unos 7.000 a?os en intercambiarse
Si hubiera existido una br¨²jula hace 790.000 a?os, su aguja habr¨ªa dejado de apuntar al Sur y habr¨ªa empezado a indicar el Norte, como todav¨ªa ocurre en la actualidad. Pero no hubiera sido un cambio de direcci¨®n s¨²bito. La aguja habr¨ªa ido girando poco a poco, durante unos 7.000 a?os, seg¨²n un estudio elaborado por Bradford M. Clement, de la Universidad Internacional de Florida (Estados Unidos).
Los polos magn¨¦ticos de la Tierra, que hoy pr¨¢cticamente coinciden con los polos geogr¨¢ficos Norte y Sur, se sustituyen mutuamente de manera impredecible. El ¨²ltimo de esos intercambios ocurri¨® hace unos 790.000 a?os, es la llamada inversi¨®n Brunhes-Matuyama. La duraci¨®n media del proceso es de unos 7.000 a?os, seg¨²n la investigaci¨®n de Clement, publicada en Nature el pasado 8 de abril. Pero este cient¨ªfico ha apuntado adem¨¢s que dicha transici¨®n se completa m¨¢s r¨¢pidamente en latitudes bajas, es decir, en regiones pr¨®ximas al ecuador terrestre.
Se trata de un fen¨®meno natural que sucede aleatoriamente, a intervalos que van desde unos 20.000 a?os hasta cerca de 50 millones de a?os. Lo que Clement ha determinado no es cada cu¨¢nto ocurre la transici¨®n, sino cu¨¢nto tarda ¨¦sta en completarse cuando se desencadena.
El campo magn¨¦tico terrestre existe porque nuestro planeta funciona como una dinamo; una m¨¢quina que transforma la energ¨ªa mec¨¢nica en energ¨ªa el¨¦ctrica. El proceso se produce en el n¨²cleo terrestre, que tiene dos capas, una externa, l¨ªquida (con material fundido), situada entre unos 2.890 y 5.150 metros de profundidad; y otra interna, -s¨®lida, y rica en materiales ferrosos-, entre los 5.150 y los 6.378 metros.
La capa externa se mueve alrededor de la interna, con lo que genera un diferencial de energ¨ªa que, por inducci¨®n electromagn¨¦tica, produce la mayor parte del campo magn¨¦tico terrestre (hay una parte del campo de origen externo, causada por el Sol).
Los minerales que componen algunas rocas se magnetizan de acuerdo con la polaridad del campo magn¨¦tico existente en el momento en que ¨¦stas se forman. El magnetismo original puede quedar congelado en ellas hasta nuestros d¨ªas, aunque posteriormente haya habido nuevas inversiones de polaridad.
Las ¨¦pocas en las que se han dado esas transiciones son conocidas, por eso el paleomagnetismo es ¨²til para datar restos f¨®siles y geol¨®gicos
Un caso paradigm¨¢tico de este tipo de dataciones fue el de los restos de Homo antecessor (el europeo m¨¢s antiguo conocido), hallados en el nivel TD-6 de Gran Dolina, en el yacimiento de Atapuerca. Hasta 1994 se pensaba que los primeros pobladores del continente europeo llegaron hace unos 500.000 a?os. Los restos humanos en TD-6 se hallaban -mirando los estratos de arriba a abajo- por debajo de la franja de Brunhes-Matuyana, lo que indicaba que los primeros pobladores llegaron por lo menos hace 790.000 a?os, fecha de la ¨²ltima inversi¨®n. Adem¨¢s se encontraron restos de una rata de agua, la Mimomys savini, que desapareci¨® de Europa hace unos 600.000 a?os. Posteriormente, dataciones m¨¢s precisas han situado la edad del Homo antecessor en un mill¨®n de a?os.
Clement ha utilizado para sus an¨¢lisis muestras obtenidas por perforaci¨®n de sedimentos marinos que contienen minerales magn¨¦ticos los cuales han registrado con precisi¨®n las cuatro ¨²ltimas transiciones. Los datos sugieren que ¨¦stas tardaron una media de 6.992 a?os en completarse.
La inversi¨®n Brunhes-Matuyama, en concreto, se complet¨® en unos 2.000 a?os cerca del ecuador, y en 10.000 en latitudes intermedias. Para Clement tal diferencia no se debe a errores de medici¨®n y ha dise?ado modelos matem¨¢ticos que explicar¨ªan esa variaci¨®n en los datos; modelos en los que, adem¨¢s del campo magn¨¦tico bipolar tradicional -con dos polos, uno negativo y otro positivo-, se introducen campos electromagn¨¦ticos multipolares que coexisten con el bipolar.
Ronald T. Merrill, de la Universidad de Washington, en Seattle, comenta en Nature: "El modelo empleado por Clement quiz¨¢ no es realista desde el punto de vista de la f¨ªsica", pero, a?ade, "es una gran contribuci¨®n para la comprensi¨®n de las inversiones de campo magn¨¦tico en nuestro planeta".
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