Pere Casald¨¢liga y Nicol¨¢s Castellanos defienden la vigencia de los curas obreros
"No es que la clase obrera se alejase de la Iglesia; fue la Iglesia la que se alej¨® de la clase obrera", dice el catal¨¢n Pere Casald¨¢liga, obispo de S?o F¨¦lix do Araguaia (Brasil), a prop¨®sito del libro Los curas obreros en Espa?a, del sacerdote Julio P¨¦rez Pinillos, editado por Nueva Utop¨ªa. Otro prelado, Nicol¨¢s Castellanos, que abandon¨® el palacio episcopal de Palencia para irse a trabajar a una de las zonas m¨¢s pobres de Bolivia, subraya la importancia de esta pol¨¦mica experiencia presbiteral, perseguida inicialmente por la jerarqu¨ªa cat¨®lica y aceptada m¨¢s tarde por el Concilio Vaticano II a impulsos de Juan XXIII, que antes de ser elegido pont¨ªfice romano vivi¨® en Par¨ªs como embajador (nuncio) vaticano.
El movimiento de los curas obreros naci¨® en 1944 en Francia y se extendi¨® a Espa?a en 1964. Muchos participaron en las revueltas sindicales contra la dictadura franquista, encabezando comit¨¦s de empresa y sonadas reivindicaciones obreras. Adem¨¢s del cura Pinillos, destacaron entonces Mariano Gamo y Francisco Garc¨ªa Salv¨¦.
"Los curas obreros se colocaron en la periferia, como Jes¨²s de Nazaret, en medio de los excluidos y empobrecidos. Colocarse ah¨ª supone muchas rupturas institucionales, suscita recelos, envidias, amenazas al poder y del poder, contestaci¨®n a muchos h¨¢bitos aburguesados, faustos y poder¨ªos, que huelen poco a evangelio", dice Castellanos, que prologa con en¨¦rgicas palabras el libro de Pinillos. Casald¨¢liga escribe el ep¨ªlogo, tambi¨¦n con radicales apreciaciones de apoyo y denuncia. Seg¨²n P¨¦rez Pinillos (El Cerrato, Palencia, 1941), en Espa?a hay ahora unos 400 curas obreros. Llegaron a sumar 800. [En Espa?a hay 20.000 sacerdotes diocesanos, con una edad media de 65 a?os].
Los primeros, en Bilbao
"La primera constancia de curas obreros nos remite a Vizcaya-Bilbao, foco industrial importante de la ¨¦poca y puerta-frontera con Francia, de donde nos llegaron los aires eclesiales y pastorales renovadores que la Espa?a franquista silenciaba, retrasaba y, si pod¨ªa, asfixiaba", dice Pinillos antes de citar al primer cura obrero, el jesuita David Arment¨ªa, de la f¨¢brica Laminaciones de Bandas. Su obispo le orden¨® dejar el trabajo a causa de un conflicto con la patronal, pero Arment¨ªa sigui¨® en el tajo, protegido por su superior provincial. Poco m¨¢s tarde, el sacerdote secular Pedro Solabarr¨ªa obtuvo permiso episcopal para trabajar a jornada completa.
"Los curas obreros fueron una riqueza para la Iglesia por su compromiso y contenidos sociales y ministeriales, dando sentido radical del Evangelio y de la vida. La hora del bocadillo era entonces un tiempo revolucionario en el que los trabajadores ten¨ªan el poder compartido con la empresa porque tres mil obreros unidos pod¨ªan parar una f¨¢brica; hoy eso ya no es posible porque ni siquiera quedan f¨¢bricas como aquellas", dijo Pinillos en un encuentro con periodistas, acompa?ado de Luis Santiago D¨ªez Maestro, coordinador nacional del colectivo.
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