Todas las vidas

Hay vidas que parecen resumirlo todo, no tan s¨®lo lo que vivieron ellas mismas, sino lo de otras muchas m¨¢s que parecen reflejarlas en su propia experiencia, por mucho que se presente como ¨²nica en s¨ª misma. No suelen ser vidas felices, o al menos no del todo, sino agridulces, como lo son las vidas de verdad, con su mezcla de tragedia y felicidad, de dichas y desdichas, pues no las hay distintas, y recuerden lo que dijo Tolst¨®i al principio de Ana Karenina: las familias felices no tienen historia. Y hasta podr¨ªamos a?adir que s¨®lo las hay desdichadas, pues toda vida humana desemboca en su desaparici¨®n, y todo depender¨¢ del momento en que se hable de ella, de qui¨¦n lo haga, qu¨¦ cuente, por qu¨¦ y c¨®mo lo cuente, no se olvide que estamos en el terreno de la verdad, un paso m¨¢s all¨¢ de lo que solemos denominar literatura.

La vida de Josefina Rodr¨ªguez (La Robla, Le¨®n, 1926) reconvertida al final en "Josefina Aldecoa" con el apellido de quien fue su marido, el inolvidable (e inolvidado, el olvido es en este caso algo imposible de concebir) Ignacio Aldecoa, es una de estas existencias que ya podemos resumir como ejemplar y representativa de lo que fue su tiempo y su espacio, y al que ella misma, en uno de sus primeros libros, etiquet¨® como nadie en 1983: "Los ni?os de la guerra", una breve pero muy representativa antolog¨ªa de aquella generaci¨®n de intelectuales y escritores que hered¨® lo imposible, lo que era inconcebible heredar: la nada de un pa¨ªs autodestruido y arruinado despu¨¦s de la guerra civil y al que no se sabe muy bien por qu¨¦ (bendita inercia) seguimos llamando Espa?a. Una vida vertebrada en dos columnas fundamentales, la pedagog¨ªa y la literatura, que la han mantenido viva y f¨¦rtil hasta hoy mismo y que ojal¨¢ siga as¨ª durante todo el tiempo que tengamos por delante para nuestro placer, provecho y lecci¨®n.

Nacida en una familia liberal

de la burgues¨ªa rural, hija de negociante y de una estirpe de maestras que al parecer tambi¨¦n la marc¨® gen¨¦ticamente, curs¨® estudios superiores en Le¨®n y Madrid, y tuvo la suerte (inconcebible) de caer en el interior de un grupo surgido en la Facultad de Letras de Madrid que la reuni¨® nada menos que con el citado Ignacio Aldecoa, Rafael S¨¢nchez Ferlosio, Jes¨²s Fern¨¢ndez Santos, Alfonso Sastre, Medardo Fraile, Carmen Mart¨ªn Gaite, Rafael Azcona o gente m¨¢s alejada como Ana Mar¨ªa Matute, Juan Benet y Luis Mart¨ªn Santos. Tras sus estudios de pedagog¨ªa y un viaje a Londres, se cas¨® con Aldecoa, tuvo una hija, viaj¨® por Europa y Estados Unidos, public¨® un libro de relatos, A ninguna parte (parcialmente recuperados en Fiebre), y acompa?¨® a su marido en su corta e intensa carrera como novelista y cuentista que marcar¨® para siempre la evoluci¨®n de nuestra literatura del siglo XX. Y al mismo tiempo se lanz¨® a una serie de experiencias pedag¨®gicas que culminaron en la creaci¨®n del Colegio Estilo, inspirado en los principios de la Instituci¨®n Libre de Ense?anza, toda una instituci¨®n en el campo de la educaci¨®n espa?ola actual.

La muerte repentina de Ignacio Aldecoa en 1969 supuso un terrible mazazo en la vida dif¨ªcil, aventurada y aventurera de aquella joven madre y aprendiza de escritora, que tard¨® bastante en reponerse de la tragedia. Su intenso y profundo trabajo del colegio, sus viajes y experiencias en el mundo de la formaci¨®n, y el apoyo de sus amigos le ayudaron a salir del bache, merced tambi¨¦n a la herencia de su marido, de la que empez¨® a ocuparse tambi¨¦n, y de donde sali¨® aquel primer libro antol¨®gico de 1983 (Los hijos de la guerra) y una gran edici¨®n que reuni¨®, tras su gran introducci¨®n personal, los Cuentos completos de Aldecoa en 1995. En la segunda mitad de los ochenta public¨® tres novelas, basadas en temas de la mujer y sus problemas amorosos, que alcanzaron una buena repercusi¨®n, La enredadera, Porque ¨¦ramos j¨®venes y El vergel, pero su triunfo m¨¢s importante lo alcanzar¨ªa en los noventa con otras tres novelas basadas en las vidas de algunas mujeres maestras, republicanas y exiliadas: Historia de una maestra, Mujeres de negro y La fuerza del destino, que alcanzaron una gran repercusi¨®n popular. Y ahora, tras un relato infantil, la recuperaci¨®n de Fiebre, unas "confesiones de una abuela", y otra novela m¨¢s, El enigma, sobre el fracaso de las relaciones amorosas, entrega esta memoria de su propia vida, En la distancia, que es una especie de recopilaci¨®n vital, de testamento, de testimonio y de resumen de muchas otras existencias que han marcado nuestras vidas personales y colectivas. S¨®lo a?adir¨ªa para terminar, el sentido de conservaci¨®n de la naturaleza que inspiran muchos de sus ¨²ltimos libros, y la habilidad y sabidur¨ªa que ha adquirido en sus descripciones de esa misma naturaleza en la que deposita al fin y al cabo las esperanzas finales.