El lirio de Xur¨¦s y otras emociones de mayo

Mayo tiene la fama de ser el mes m¨¢s primaveral, sobre todo cuando sus temperaturas hacen olvidar las escarchas ma?aneras, aunque en realidad el gran cambio anual que se produce con el renacimiento de la naturaleza viene produci¨¦ndose en la mayor parte de la Pen¨ªnsula ya durante todo el mes de abril. Los campos y montes espa?oles se convierten en esta ¨¦poca en momentos de gran belleza para los aficionados al mundo natural. La paleta de colores que compone el paisaje se aviva con los tonos m¨¢s llamativos y el¨¦ctricos del a?o para deleitar las pupilas. Pero tambi¨¦n es recomendable afinar los dem¨¢s sentidos, como el olfato y, por supuesto, el o¨ªdo.

En este tiempo de explosi¨®n demogr¨¢fica, los sonidos de la naturaleza enmascaran el resto de sensaciones que se pueden advertir, sobre todo los producidos durante el periodo de celo de las aves. Los campos bullen con el griter¨ªo de cientos de p¨¢jaros en busca de pareja; con los momentos m¨¢s lucidos para los machos, que con sus mejores galas y tonadas encandilan a sus compa?eras. Desde los de mayor tama?o, como la avutarda, el ave voladora m¨¢s grande del mundo, que dedica el d¨ªa a pavonearse con un ritual amoroso apodado "la rueda", hasta los m¨¢s peque?os, como mitos y herrerillos, que entonan sus cantos entre las espesuras del bosque. El latido del cuco, el relincho del pito real, la melod¨ªa del mirlo, el silbido del trepador azul o el grito del ratonero se a¨ªslan sin esfuerzo en medio de la mara?a ac¨²stica. Una sinfon¨ªa que merece la pena disfrutar y saborear detenidamente.

Se avecinan las primeras tormentas primaverales por los collados de la sierra con sus nubarrones negros de panza de burro, y en un instante las honduras se har¨¢n charcos, los caminos r¨ªos y los ¨¢rboles lluvia mientras el chaparr¨®n arrecie. Las c¨¢lidas humedades del nuevo equinoccio revientan de nueva vida cada rinc¨®n montuno de la geograf¨ªa hispana, convirtiendo algunos parajes en los mejores lugares donde disfrutar del momento.

1 Sierra de Grazalema (C¨¢diz)

Flanqueado por la sierra del Aljibe y la serran¨ªa de Ronda, el parque natural del macizo gaditano de Grazalema se alza entre abruptas crester¨ªas calizas y profundas gargantas y vallejadas. Su gran joya vegetal es el pinsapo, pero estos montes son tambi¨¦n pr¨®digos en otras espesuras mediterr¨¢neas, como lentiscos, madro?os, labi¨¦rnagos, acebuches, palmitos, jazmines y madreselvas, que atemperados por la primavera y regados por la abundante pluviosidad se convierten en un florido vergel. Las umbr¨ªas de la sierra del Pinar, la garganta Verde, el monte de las Encinas y los Laureles, la brecha del Salto del Cabrero y el r¨ªo El Bosque son algunos de los parajes m¨¢s emblem¨¢ticos del parque natural.

2 Dehesas de Extremadura (C¨¢ceres-Badajoz)

Si se trata de florecer con entusiasmo y albergar las correr¨ªas amorosas del mayor n¨²mero de especies de avifauna, hay que dirigir los pasos hacia las interminables dehesas extreme?as. El clima benigno de estas onduladas tierras favorece siempre una temprana primavera, anunciada cada a?o con la floraci¨®n de los cerezos del valle del Jerte. Pero donde la naturaleza estalla con todo el fulgor es en las dehesas: de la sierra de San Pedro, de los parques naturales de Monfrag¨¹e y Cornalbo, del puerto de Miravete, de los Ibores, de la sierra de la Garrapata, de la sierra de Mont¨¢nchez y de la amplia comarca entre Zafra, Fregenal de la Sierra, Jerez de los Caballeros y Villanueva del Fresno.

3 Sierra de Gredos (?vila)

La altura y orograf¨ªa de esta cordillera limita el asentamiento vegetal a unas cuantas especies bien adaptadas a las duras condiciones clim¨¢ticas reinantes, entre las que se encuentra el piorno como protagonista indiscutible de cimas y collados. Su floraci¨®n cubre de amarillo todas las laderas de la serran¨ªa y el intenso olor de sus p¨¦talos empapa cada recoveco montano. Cualquiera de las excursiones que parten de la Plataforma de Hoyos del Espino hacia el circo de Gredos o el puerto de Candeleda, o las que llevan a Los Galayos desde Guisando, ofrecen entre mayo y junio una de las primaveras tard¨ªas m¨¢s espectaculares de la Pen¨ªnsula.

4 Serra do Xur¨¦s (Ourense)

La geograf¨ªa gallega tiene, en sus l¨ªmites sure?os con los serrijones lusitanos del parque nacional de Peneda-Geres, uno de los macizos monta?osos m¨¢s desconocidos de la comunidad aut¨®noma. En estos momentos, la primavera irrumpe en las laderas de este parque natural, bautizado como Baixa Limia y Serra do Xur¨¦s, con la floraci¨®n de sus abundantes endemismos vegetales, entre los que destaca el lirio de Xur¨¦s. De las numerosas rutas senderistas que se pueden realizar para descubrir sus paisajes y los valores de su arquitectura popular sobresalen las de los molinos del r¨ªo Vilame¨¢, del r¨ªo Agro, de la mina de las Sombras, en Portela do Home, y la de los montes de O Quinxo, en Entrimo.

5 Macizo de Gorbeia (?lava)

Cientos de veneros brotan entre las frondas vascuences de Gorbeia, a caballo entre ?lava y Vizcaya, para dar vida al renacimiento de uno de los horizontes m¨¢s verdes de la Pen¨ªnsula. Las hechuras boscosas del parque natural m¨¢s grande del Pa¨ªs Vasco, repleta de apretados hayedos, robledales y pinares, abren en sus calveros extensas prader¨ªas que el sol y la humedad cubren de colores florales, para deleite de su abundante caba?a vacuna y caballar. Desde la peque?a localidad de Murua parte una ruta que pierde los pasos por la margen del r¨ªo Zubialde, camino de la impresionante cueva de Mairuelegorreta y la cima del Gorbeia.