El feminismo es de izquierdas
El desarrollo del pensamiento feminista de las ¨²ltimas d¨¦cadas, ha llegado a cuestionar el modelo de Estado para la efectiva integraci¨®n de la mujer en la sociedad. C. MacKinnon, en Hacia una teor¨ªa feminista del Estado, y nuestra Alicia Miyares, en Democracia feminista, consideran de estricta justicia la "ciudadan¨ªa plena" de las mujeres. El feminismo ser¨ªa as¨ª, una teor¨ªa pol¨ªtica inclusiva de la sociedad.
No acierto a ver sin embargo la diferencia entre este nuevo modelo de Estado y las conocidas teor¨ªas socialistas que, desde el humanismo, integran los intereses de "los d¨¦biles" en un proyecto redistributivo de la sociedad. El feminismo, desde la voluntad pol¨ªtica, puede ser, a mi juicio, integrado en el Estado Social y Democr¨¢tico de Derecho.
El Estado Social, ciertamente, no ha abordado todav¨ªa con decisi¨®n los conflictos derivados del g¨¦nero. El n¨²cleo esencial del patriarcado permanece intangible ante la superaci¨®n del Estado Liberal por el pensamiento marxista, que penetra en la ideolog¨ªa pol¨ªtica del XIX, y trastoca la naturaleza program¨¢tica de las Constituciones liberales, para asentar normativamente un importante cat¨¢logo de derechos fundamentales con eficacia directa. El siglo XX fue ya en su segunda mitad, una ¨¦poca de normalidad constitucional en Europa, donde asentada la igualdad, la ley no pod¨ªa discriminar a los sujetos, so pena de incurrir en inconstitucionalidad, y ser anulada por los Tribunales Constitucionales que garantizan la supremac¨ªa constitucional.
En la segunda mitad del siglo XX, sobre todo a partir de los ochenta, el feminismo de la diferencia (Evans, Irigaray, Young) intenta redefinir el modelo de sociedad patronada por el hombre y para ¨¦l, sin que la incorporaci¨®n progresiva y lenta de la mujer a la sociedad, trastocara sustancialmente los cimientos en los que se asienta esa sociedad. Ocurre as¨ª que la maternidad, la crianza, y algunos otros aspectos de la mujer, adquiridos o innatos, que tanto daba a estos efectos, irrumpen en el mundo de los hombres produciendo una importante traslocaci¨®n.
El desenvolvimiento de la actividad social en un mundo de hombres, nos llev¨® a las mujeres de mi generaci¨®n a llevar corbata negra a los tribunales, togas de tallas grandes, sentarnos en sillones de direcci¨®n, (escasamente, la verdad) desmesurados, con despachos fr¨ªos, y por terminar esta fr¨ªvola relaci¨®n, a reunirnos a horas muy desacostumbradas para la salud.
Esta diferencia en las formas, oculta con seguridad una importante diferencia tambi¨¦n en concepciones sociales mas profundas. Y pone en evidencia la necesidad de volver a la teor¨ªa del Estado y a la necesidad de integrar el feminismo como elemento transformador de la realidad. Sin embargo, a diferencia de la Ilustraci¨®n, base del Estado Liberal, o del marxismo, embri¨®n te¨®rico del Estado Social, el feminismo surge de los estudios cient¨ªficos de las mujeres oprimidas, y no ha conseguido comprometer te¨®ricamente a los hombres. S¨®lo as¨ª se puede comprender que ante la n¨®mina de te¨®ricas de nuestro entorno, (C. Amor¨®s, M.A. Dur¨¢n, V. Camps. A. Valc¨¢rcel) s¨®lo algunos hombres se hayan asomado a ¨¦l con ocasi¨®n de otro tipo de motivos, (paridad electoral, discriminaci¨®n laboral).
Este escaso inter¨¦s intelectual de los hombres por conocer y participar en el desarrollo cient¨ªfico de una corriente de pensamiento que lidera ya en Europa y EE.UU. importantes proyectos de investigaci¨®n universitarios, y contiene una aquilatada doctrina cient¨ªfica en la sociolog¨ªa, filosof¨ªa pol¨ªtica y teor¨ªa del Estado, contrasta con la decidida actitud de los l¨ªderes de algunos partidos pol¨ªticos, destacadamente comunistas y socialistas, en alg¨²n caso tambi¨¦n nacionalistas, que se han empe?ado y conseguido, elevar al mayor nivel la paridad pol¨ªtica en sus gobiernos, en alg¨²n caso adem¨¢s, como en Andaluc¨ªa, invirtiendo la inercia hacia la primac¨ªa de la mujer, en este caso y por primera vez en la Historia de Espa?a, con una sobrerepresentaci¨®n del g¨¦nero.
La circunstancia de un Gobierno nacional paritario, consecuencia de un compromiso electoral del Partido Socialista, cuyas mujeres han destacado por defender la cuota pol¨ªtica asentada en los Estatutos de su partido, y derrotada en las iniciativas parlamentarias que presentaron en la anterior legislatura, y un Gobierno auton¨®mico que sobrepasa con creces las exigencias de su propio partido, ha llenado de color la pol¨ªtica. Los Parlamentos porque las listas respond¨ªan al modelo estatutario, y los Gobiernos por la voluntad pol¨ªtica de sus l¨ªderes.
Con esta voluntad pol¨ªtica, se integra el feminismo en el Estado Social y Democr¨¢tico de Derecho desde un socialismo humanista y solidario. Las luchas reivindicativas de muchas generaciones de mujeres, adquieren de repente el sentido de hacer realidad el deseo. La Ley Integral contra la violencia dom¨¦stica, acelerar¨¢ el proceso de modificaci¨®n de pautas sociales, luchando contra el machismo preventivamente por su contenido transversal en ense?anza, publicidad, medios de comunicaci¨®n, y fomentando la igualdad real.
Puede ser el inicio de la erosi¨®n del patriarcado. En varias generaciones se puede erradicar el machismo, si se mantienen estas pol¨ªticas activas, generosas por parte de los l¨ªderes pol¨ªticos, pero tambi¨¦n hay que decir, estrictamente justas para la igualdad de g¨¦nero.
Ahora bien, los temores de que la pol¨ªtica se "feminice", o de que haya una mirada espec¨ªficamente "femenina", o un gobierno que renuncie a los valores de la izquierda para realizar el ideario feminista, son infundados. El feminismo es de izquierdas, es la izquierda de hoy.
Mar¨ªa Luisa Balaguer es catedr¨¢tica de Derecho Constitucional en la Universidad de M¨¢laga.
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