El hombre de Bush en Irak
John Negroponte, uno de los m¨¢s pol¨¦micos y experimentados diplom¨¢ticos de EE UU, ser¨¢ el pr¨®ximo embajador en Bagdad
John Negroponte cambia la suite en el Waldorf Astoria, de Nueva York, la que ocupa en calidad de embajador de EE UU en la ONU, por un palacio en Bagdad. El futuro representante del Gobierno estadounidense en Irak asume su trabajo m¨¢s dif¨ªcil, su misi¨®n m¨¢s peligrosa. George W. Bush cree que es "un hombre de enorme preparaci¨®n y experiencia", y por eso propuso su nombramiento, que ser¨¢ confirmado en los pr¨®ximos d¨ªas. Toda la experiencia y la preparaci¨®n de Negroponte le ser¨¢n vitales para sustituir a Paul Bremer, que concluye el 30 de junio su misi¨®n como representante de la Autoridad Provisional de la Coalici¨®n, y ponerse al frente de la mayor y m¨¢s peligrosa Embajada de EE UU en todo el mundo.
Fue acusado de facilitar la relaci¨®n de Reagan con la 'contra' nicarag¨¹ense
Negroponte debe preparar las elecciones de Irak en 2005, algo que nadie garantiza
Negroponte, de 64 a?os, naci¨® en el Reino Unido, hijo de un acaudalado armador griego, y se cri¨® en Nueva York. Se gradu¨® en Yale y entr¨® en el servicio diplom¨¢tico en 1960, destinado en Vietnam. Habla cinco idiomas -ninguno de ellos es el ¨¢rabe- y est¨¢ casado con una brit¨¢nica, Diana, con la que adopt¨® a sus cinco hijos, todos ellos hondure?os. Precisamente de su etapa como embajador en Honduras, entre 1981 y 1985, arrastra la pol¨¦mica que le ha acompa?ado casi toda su vida.
Bajo la presidencia de Ronald Reagan, la contra financiada por EE UU que hostigaba al Gobierno sandinista de Nicaragua operaba sobre todo desde Honduras. Negroponte fue acusado de facilitar esta relaci¨®n y de ignorar los abusos atribuidos a los escuadrones de la muerte para no poner en peligro la ayuda militar a Honduras. La cuesti¨®n casi no se ha abordado ahora, pero fue discutida cuando Bush lo nombr¨® embajador ante la ONU en la primavera de 2001 por influencia del secretario de Estado, Colin Powell, que tambi¨¦n ahora ha jugado un papel b¨¢sico al proponerle como embajador en Bagdad.
Hace tres a?os, el Senado retras¨® m¨¢s de seis meses la confirmaci¨®n. En ese tiempo, Negroponte se defendi¨® de las acusaciones de haber hecho desaparecer informes sobre violaciones de derechos humanos. "Hasta el d¨ªa de hoy, creo que en Honduras no actuaron los escuadrones de la muerte". Posteriormente, en una entrevista con Los Angeles Times -es un hombre de muy contadas reuniones con los periodistas-, Negroponte insisti¨®: "Nadie que me conozca personalmente me puede asociar con ninguna de esas cr¨ªticas". En todo caso, la ventolera del 11 de septiembre se llev¨® por delante todas las reservas y Negroponte fue confirmado una semana m¨¢s tarde. El pasado martes, en la apertura del debate para confirmar su ¨²ltimo nombramiento, uno de los dem¨®cratas que hace tres a?os le criticaron, el senador Chris Dodd, no manifest¨® ninguna objeci¨®n. Dodd dijo que sus anteriores diferencias con Negroponte no eran "suficientemente significativas" y alab¨® su historial. La sesi¨®n discurr¨ªa con tranquilidad hasta que una persona que escuchaba entre el p¨²blico trat¨® de intervenir.
Andres Thomas Conteris, un activista de derechos humanos, autor del documental Secreto a voces, sobre las relaciones entre Estados Unidos e Iberoam¨¦rica, fue expulsado de la sala. Al d¨ªa siguiente explic¨® a EL PA?S lo que quer¨ªa exponer: "Me levant¨¦ y dije que el pueblo de Honduras considera que John Negroponte es un terrorista de Estado. Les ped¨ª a los senadores que le preguntaran sobre el batall¨®n 316, un escuadr¨®n de la muerte de los a?os ochenta, cuando ¨¦l era embajador. ?l ha negado conocer su existencia, pero uno de sus asistentes, Rick Chittister, recibi¨® la orden de suprimir informaci¨®n sobre el hecho". En opini¨®n de Conteris, "hay muchas razones por las que no debe ser nombrado embajador en Irak. Su pasado en Honduras es quiz¨¢ el ejemplo m¨¢s expl¨ªcito, pero tambi¨¦n apoy¨® la ayuda a la contra en Nicaragua cuando la ley restring¨ªa esa ayuda".
Casimir A. Yost, director del Instituto para el Estudio de la Diplomacia de la Universidad de Georgetown, no est¨¢ de acuerdo: "El nombramiento es muy positivo. Por un lado, la sustituci¨®n de Bremer por un embajador refleja una nueva aproximaci¨®n m¨¢s diplom¨¢tica de la Administraci¨®n. Por otro, su experiencia en organizaciones como la ONU aporta un valor indudable".
Para Yost, Negroponte "es uno de los mejores y m¨¢s experimentados diplom¨¢ticos de EE UU". A su juicio, no deber¨ªa asumir la responsabilidad de la pol¨ªtica de Reagan en Centroam¨¦rica: "Respecto a las cr¨ªticas que han vertido algunos sectores, especialmente desde Am¨¦rica Latina, yo creo que la posici¨®n de EE UU fue muy compleja durante los a?os ochenta, pero no me parece oportuno revisitar la historia o dirigir las cr¨ªticas hacia un embajador que ha probado su val¨ªa en m¨²ltiples ocasiones".
Que Negroponte es uno de los diplom¨¢ticos estadounidenses con mayor experiencia queda claro en su biograf¨ªa. La primera parte de su carrera se extendi¨® durante 37 a?os, desde 1960 hasta 1997. En ese tiempo trabaj¨® en la Casa Blanca y el Departamento de Estado, y cumpli¨® destinos en Asia, Europa e Iberoam¨¦rica, adem¨¢s de integrar misiones especiales: asesor¨® a Henry Kissinger en las conversaciones de paz con Vietnam en Par¨ªs en 1968 y 1969 y el presidente Reagan lo nombr¨® adjunto de Colin Powell cuando ¨¦ste fue consejero de Seguridad de la Casa Blanca.
La Administraci¨®n de Clinton cambi¨® a Negroponte en 1993 de embajador en M¨¦xico a embajador en Filipinas. Entre 1997 y 2001 se dedic¨® a la empresa privada, vicepresidente de mercados del grupo McGraw-Hill, hasta que Bush lo nombr¨® embajador en la ONU.
En ese puesto, Negroponte batall¨® en 2002 y 2003 para mantener la presi¨®n de desarme sobre el r¨¦gimen iraqu¨ª. Como hombre de confianza de Powell -casi el ¨²nico defensor de la diplomacia en una Administraci¨®n antidiplom¨¢tica- defendi¨® la labor de los inspectores e Irak y celebr¨® el trabajo de su responsable, Hans Blix, hasta que se produjo el choque y la guerra. Pese a ello, Negroponte -un halc¨®n pragm¨¢tico- no ha dejado mal sabor de boca entre los embajadores, que valoran su profesionalidad.
Todo ello le ser¨¢ ¨²til para dirigir la Embajada de EE UU en Irak -en la que trabajar¨¢n 3.000 personas, que supervisar¨¢ el gasto de los 18.000 millones de d¨®lares de ayuda para la reconstrucci¨®n del pa¨ªs y que tendr¨¢ un estrecho contacto con el mando militar- en tiempos dif¨ªciles. En el mejor de los casos, a partir del 1 de julio se abrir¨¢ un periodo con mayor papel de la ONU en Irak, pero de gran inestabilidad y riesgo para los pa¨ªses activos en la zona y tambi¨¦n para el nuevo Gobierno provisional que deber¨ªa formarse en las pr¨®ximas semanas al amparo de la esperada resoluci¨®n del Consejo de Seguridad. Y el primer semestre de Negroponte en el cargo ser¨¢ de preparaci¨®n de unas elecciones que deber¨ªan celebrarse en enero de 2005, algo que nadie puede garantizar.
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