M¨¢s toros
Dijo el matador de toros Rafael el Gallo: " No s¨¦ qu¨¦ es peor, que te arrojen almohadillas en la plaza de Las Ventas o que te saquen a hombros en la Monumental de Barcelona". Ese torero ten¨ªa psicolog¨ªa. Imaginaba que un catal¨¢n aficionado a la fiesta nacional era como un extra?o ser disfrazado de castizo. Si este impostor te conced¨ªa dos orejas y rabo, hab¨ªa que hacer todo lo posible para que no se enteraran en Sevilla, porque ese ¨¦xito pod¨ªa arruinar tu carrera. Catal¨¢n y taurino felizmente parecen t¨¦rminos antit¨¦ticos, de modo que el sarcasmo de Rafael el Gallo debe ser tomado como un elogio por cuantos creemos que ignorarlo todo sobre la lidia supone un paso en el refinamiento del esp¨ªritu. El Ayuntamiento de Barcelona acaba de poner a votaci¨®n la posibilidad de suprimir la corrida de toros. Han ganado los partidarios de borrar esa ignominia de la ciudad, y en medio de la controversia que esta decisi¨®n ha levantado, un torero ha salido a la plaza de la Monumental a torear con una barretina por montera en un acto de afirmaci¨®n ¨¦tnica. No servir¨¢ de nada. Aunque el espect¨¢culo de matar reses para general regocijo del p¨²blico contin¨²e, es evidente que Catalu?a se va alejando de esa b¨¢rbara costumbre y llegar¨¢ pronto el d¨ªa en que la sensibilidad social y pol¨ªtica contemple esta fiesta exactamente como lo que es, una cochambre anticuada, llena de moscas. En cambio, en Madrid recientemente se ha producido un hecho que pone la carne de gallina. Estaba todav¨ªa palpitante el terrible atentado del 11-M y en beneficio de las v¨ªctimas de esa tragedia de Atocha se celebr¨® en la plaza de Las Ventas una corrida de toros. La generosidad del mundo taurino es cosa de admirar, pero resulta escalofriante el grado de insensibilidad que supone aceptar este festejo como algo natural sin darse cuenta de que no se puede desagraviar la muerte y la sangre de las personas a?adiendo a esa masacre el violento espect¨¢culo de otra matanza, aunque se trate de animales. No he sabido que en homenaje a los muertos y heridos del atentado de Atocha se haya celebrado un concierto donde sonara el R¨¦quiem de Mozart ante el Gobierno en pleno. En cambio, se ha oficiado una misa cat¨®lica y una corrida de toros. Un cardenal nos ha consolado con palabras vac¨ªas, y en la plaza de Las Ventas, ante un p¨²blico airado o regocijado seg¨²n cada faena, se ha producido un c¨²mulo de puyazos, banderillas, estocadas y descabellos. El arrastre de las mulillas ha marcado en la arena m¨¢s regueros de sangre.
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