Una buena excusa
Entre los muchos t¨®picos sobre nuestro pa¨ªs, uno de los m¨¢s extendidos es que somos renuentes a los cambios. Como sucede con todos los estereotipos, hay mucho de falso. Es dif¨ªcil encontrar otro pa¨ªs que haya enfrentado de forma ininterumpida durante los ¨²ltimos 30 a?os tal intensidad de cambios. Recordemos algunos. La crisis econ¨®mica e industrial de los a?os setenta, que se llev¨® por delante gran parte del tejido empresarial. Vino despu¨¦s el tr¨¢nsito del franquismo a la democracia, y la construcci¨®n del Estado de las autonom¨ªas, todo un acierto de ingenier¨ªa pol¨ªtica y social del que a¨²n no somos del todo conscientes. A continuaci¨®n nos enfrentamos al reto de la integraci¨®n plena en la CEE en s¨®lo cinco a?os. Sin tiempo para tomar aliento, nos propusimos entrar desde el primer momento en la Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria Europea y en el euro, y se consigui¨®. De ser un pa¨ªs inflacionista y manirroto, hemos pasado a ser ejemplo de estabilidad presupuestaria.
Viene a cuento este recordatorio optimista ante el temor con el que en Espa?a y, en particular, en Catalu?a se ve la nueva ampliaci¨®n de la Uni¨®n Europea que tuvo lugar anteayer. Algunas de las caracter¨ªsticas de los 10 nuevos pa¨ªses (salarios m¨¢s bajos, condiciones laborales m¨¢s laxas y buena formaci¨®n educativa y profesional de su poblaci¨®n) hacen temer a algunos que los nuevos miembros puedan transformarse en una amenaza para la industria, el empleo y el bienestar de los espa?oles.
Es dif¨ªcil predecir con exactitud los efectos finales de la ampliaci¨®n sobre nuestra econom¨ªa. Entre otras cosas, porque el futuro no est¨¢ escrito. Los resultados depender¨¢n tanto de la situaci¨®n de partida como de la forma como juguemos nuestras bazas. En principio, no hay motivos para suponer que nos vayan a arrasar. Las cuotas de las exportaciones espa?olas en los mercados europeos y mundiales no experimentar¨¢n grandes variaciones, dado que los flujos comerciales con esos pa¨ªses est¨¢n ya muy liberalizados. Con las inversiones internacionales suceder¨¢ algo similar. El temor a que un fuerte incremento de la inmigraci¨®n procedente de esos pa¨ªses pueda disminuir el empleo para los espa?oles es tambi¨¦n exagerado, al menos si tomamos como referencia lo que pas¨® con la emigraci¨®n hacia la UE en los a?os siguientes a la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn. Es m¨¢s cierto, sin embargo, que se reducir¨¢n los fondos europeos (tanto los estructurales como los de cohesi¨®n y los de la PAC) que recib¨ªa Espa?a.
Pero tambi¨¦n hay que ver la ampliaci¨®n como una nueva fuente de oportunidades. Los nuevos miembros de la UE pueden ser contemplados por las empresas espa?olas de dos formas: como pa¨ªses f¨¢brica para sus inversiones o como nuevos mercado para vender sus productos fabricados en Espa?a. Mi impresi¨®n es que hay que verlos m¨¢s como nuevos mercados. Por dos motivos. Primero, porque tienen un fuerte potencial de crecimiento y consumo. Segundo, porque los salarios y la inflaci¨®n en esos pa¨ªses subir¨¢n r¨¢pidamente y, en menos de una d¨¦cada, perder¨¢n su ventaja competitiva actual. Por lo tanto, las inversiones en nuevas plantas que se hagan en raz¨®n de sus costes salariales tendr¨¢n que ser amortizadas r¨¢pidamente y cerradas. Es lo que est¨¢ sucediendo con muchas de las inversiones norteamericanas en M¨¦xico, que est¨¢n cerrando para trasladarse a China. En este sentido, el atractivo como pa¨ªs f¨¢brica no est¨¢ tanto en el este europeo como en el este asi¨¢tico. Un empresario catal¨¢n me dec¨ªa estos d¨ªas que el coste de un trabajador/hora en su empresa del Baix Llobregat es de 16 euros y en la de Corea del Sur es de 1,2 euros, y eso teniendo en cuenta que, por responsabilidad social corporativa, sus trabajadores asi¨¢ticos gozan de condiciones laborales y salarios superiores a la media de aquella zona.
Pero tampoco deber¨ªamos ver con temor estas inversiones espa?olas en el exterior. Aunque parezca parad¨®jico, no disminuyen el empleo en Espa?a. La raz¨®n es que se deslocalizan las l¨ªneas de producci¨®n o de producto con mayor contenido salarial y se dejan en el pa¨ªs de origen la producci¨®n "de lujo", es decir, de mayor valor a?adido y que requiere empleo m¨¢s cualificado y mejor pagado. Pero dado que los mercados crecen y la demanda mundial se expande, hay producci¨®n y empleo para todos.
Mi impresi¨®n es que la ampliaci¨®n de la UE no representa un peligro para la econom¨ªa catalana y espa?ola. Pero s¨ª constituye una buena excusa para hacer aquello que en cualquier caso tendr¨ªamos que hacer si queremos mantener y mejorar los niveles de empleo y bienestar alcanzados en estos a?os. Eso es lo que sucedi¨® con el ingreso en la CEE en 1985, que permiti¨® llevar a cabo aquellos cambios (reconversi¨®n industrial, liberalizaci¨®n de los mercados, privatizaciones y otros) que dif¨ªcilmente se hubiesen podido hacer apelando s¨®lo a razones dom¨¦sticas.
Ya no podremos seguir compitiendo en salarios. Espa?a se ha beneficiado de ese handicap durante varias d¨¦cadas, pero ahora esa ventaja les corresponde a otros. Ahora tenemos que procurar ser los mejores en algunas cosas. No en todas. El caf¨¦ para todos tampoco vale a la hora de dise?ar pol¨ªticas que incentiven la competitividad de nuestra econom¨ªa. Para estar en los primeros puestos de la liga econ¨®mica europea hay que apostar por unos cuantos sectores productivos. Hay que fortalecer algunas actividades que ya tienen una fuerte posici¨®n exportadora y de empleo, y elegir una o dos nuevas donde hay semillas que pueden germinar de forma r¨¢pida. Eso es lo que han hecho los pa¨ªses y las naciones sin Estado que mejor se han posicionado en los ¨²ltimos a?os. El miedo a caer en el viejo intervencionismo industrial del franquismo ya no tiene sentido dentro de la UE. Sencillamente, hay que tener mentalidad de ganador y perder el miedo a volar. La ampliaci¨®n es una buena excusa para hacerlo.
Ant¨®n Costas es catedr¨¢tico de Pol¨ªtica Econ¨®mica de la Universidad de Barcelona.
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