La nueva Europa
1. "Para asegurarse al menos la posibilidad de llegar a ser un ciudadano m¨¢s de un mundo liberado del fantasma de la sangre y del hechizo del horror no pudo menos que anticipar la destrucci¨®n del mundo existente". Este texto es de Hannah Arendt. El ciudadano, el hombre de buena voluntad al que se refiere, es Franz Kafka. Kafka muri¨® en 1924 y, por tanto, no vio como se cumpl¨ªa el hundimiento que ¨¦l presagiaba. Ni tampoco vio el destino que aguardaba a su ciudad, condenada a vivir una prolongaci¨®n de la agon¨ªa del pasado. Ahora que, por fin, Europa empieza a estar entera, con Praga incluida, la evocaci¨®n de Kafka sirve para recordar que la gran fundaci¨®n de Europa ha sido el tab¨² de la guerra civil.
Entre los horrores de la guerra, la guerra civil destaca por encima de todo. La humanidad habita espacios limitados de pertenencia, que se han ido ensanchando poco a poco: la familia, la comunidad, la ciudad, la naci¨®n. La guerra civil es aquella que no enfrenta a Estados, sino a miembros de una misma comunidad. Desde el momento en que Europa se hace territorio com¨²n, cualquier guerra entre Estados europeos tendr¨ªa algo de guerra civil. Con la construcci¨®n de la Uni¨®n Europea se ha hecho impensable la guerra civil en Europa. Para construir este tab¨² fue necesario el descenso al ¨²ltimo sal¨®n de los infiernos: los llamados cr¨ªmenes de l¨®gica, el asesinato organizado desde la burocracia de Estado con criterios industriales de optimizaci¨®n del esfuerzo. S¨®lo despu¨¦s del genocidio nazi, los europeos entendieron que no pod¨ªan seguir mat¨¢ndose entre ellos. La Uni¨®n Europea es en su origen un gran mercado (y resulta muy laborioso conseguir que sea realmente m¨¢s que un mercado), pero llevaba consigo, desde el primer momento, un componente moral profundo.
En el siglo XX, Europa rompi¨® la idea de l¨ªmites. El totalitarismo part¨ªa de la creencia de que todo es posible. La raz¨®n dej¨® de ser cr¨ªtica y se hizo legitimadora de la voluntad de poder, es decir, sinraz¨®n. Y se toc¨® fondo. Cuando, poco a poco, despu¨¦s de la guerra se fue haciendo visible la realidad del exterminio nazi, cuando se tom¨® conciencia de las dimensiones de lo que los alemanes no hab¨ªan querido ver y los dem¨¢s no pod¨ªan creer, se empez¨® a tejer en la conciencia de los ciudadanos la idea de que no se pod¨ªa repetir. Y si hoy la Uni¨®n Europea significa algo, es exactamente esto: el tab¨² de la guerra civil.
2. Los tiempos no fueron los mismos para toda Europa. En el Este, el descenso a los infiernos tuvo pr¨®rroga. Algunos supervivientes pasaron sin soluci¨®n de continuidad del Lager al Gulag porque el poder, que encuentra su fuerza en la arbitrariedad, decidi¨® que el que hab¨ªa sobrevivido a los campos nazis era sospechoso. Para millones de ciudadanos la liberaci¨®n no fue m¨¢s que el paso de un totalitarismo a otro. Ahora vuelven a reunirse con la Europa a la que pertenecieron. El pac¨ªfico discurrir de las revoluciones que efectuaron a finales de la d¨¦cada de 1980 demuestra que tambi¨¦n ellos hab¨ªan empezado ya a interiorizar el tab¨² de la guerra civil. Europa se va completando. Pero quedan todav¨ªa algunos puntos negros: el principal de todos, los Balcanes. All¨ª el tab¨² de la guerra civil no alcanz¨® y salieron del comunismo a sangre y fuego, hasta el triunfo de la limpieza ¨¦tnica como soluci¨®n validada internacionalmente. Es el fracaso de Europa, que sirve de recordatorio de que nunca nada est¨¢ adquirido definitivamente: ni siquiera el tab¨² de la guerra. Y de que cada vez que Europa ha renunciado a su principal arma, la raz¨®n cr¨ªtica que le permiti¨® dar el gran salto a partir del renacimiento, y ha entregado la raz¨®n al servicio de la voluntad de poder -sea en nombre de la patria, de la clase, de la etnia, de la religi¨®n o de la t¨¦cnica- se ha abierto el camino a la guerra civil y al desastre. Faltan los Balcanes. No cabe mantenerlos a distancia, como una especie de reserva potencial de las bajas pasiones.
3. Una dial¨¦ctica mezquina parece colocar a los pa¨ªses reci¨¦n incorporados a la Uni¨®n Europea ante una prueba de fidelidad: o Europa o Estados Unidos. ?Qu¨¦ tiene de extra?o que quienes han vivido tantos a?os con Rusia como amenaza sientan una especial admiraci¨®n por quien fue el enemigo por excelencia: Estados Unidos? Pero el destino de estos pa¨ªses es Europa, y s¨®lo si ¨¦sta fracasara podr¨ªa ser otro. ?Qu¨¦ puede ser el fracaso de Europa? La incapacidad de hacer extensiva a todos la cohesi¨®n social adquirida, y por supuesto, la ruptura del tab¨² de la guerra civil. La Europa a 25 plantea problemas de ajustes econ¨®micos y sociales, pero, a largo plazo, su fuerza pasa por un punto central: la educaci¨®n y la cultura. La capacidad de inventar, de crear y de seducir tiene que ser el sello distintivo de Europa.
Europa se presenta como portadora de los derechos humanos. Pero si, como sosten¨ªan los ilustrados, el fundamento de la humanidad es la raz¨®n com¨²n a todos los hombres, los derechos humanos son universales, no son patrimonio exclusivo de nadie, y ser¨ªa ciertamente etnocentrismo creer lo contrario. Pero Europa supo desarrollar la curiosidad (principal motor del conocimiento) tanto para la conquista como para la ciencia, y supo desplegar la raz¨®n cr¨ªtica, que le permiti¨® dar grandes zancadas frente a otras civilizaciones encalladas en su propia gloria. Europa se ha arruinado cada vez que ha abandonado la raz¨®n cr¨ªtica. En la sociedad de riesgo en la que estamos metidos, Europa se ver¨¢ sometida una vez m¨¢s a la prueba de la raz¨®n cr¨ªtica. Europa no puede seguir prisionera de su propia impotencia en las relaciones internacionales, ni puede responder con la desbandada a los nuevos conflictos. Europa debe definir su modelo sin miedo a ser distinta, sin dejarse arrastrar por los t¨®picos que aseguran que todo se funda en el crecimiento y lo dem¨¢s se da por a?adidura. Europa debe defender la laicidad como territorio com¨²n a todos: los que est¨¢n y los que vienen, sin menoscabo de las creencias de cada cual. Si abandona la raz¨®n cr¨ªtica y se deja arrastrar por las verdades "que se solidifican en el cerebro" (Coetzee), si se mete por los caminos de la seguridad a cualquier precio, si se entrega a la fragmentaci¨®n comunitarista en nombre de un falso relativismo por miedo al reci¨¦n llegado, y si olvida la centralidad del hombre que ha dominado su cultura desde el Renacimiento, Europa empeque?ecer¨¢.
Los pa¨ªses que ahora se incorporan vienen de una experiencia distinta de la modernidad y con energ¨ªas renovadas despu¨¦s de un gran cambio. Todo esto debe sumar en Europa, a la vez m¨¢s abierta y m¨¢s densa. Algunos destacan la debilidad econ¨®mica de los reci¨¦n llegados. Me parece m¨¢s inteligente subrayar el potencial educativo y creativo, que es muy alto. Mal empezar¨ªa Europa ampliada si los tratara con displicencia, con recelo y con paternalismo.
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