Morientes gu¨ªa al M¨®naco
El jugador espa?ol desarma al Chelsea y lleva al equipo franc¨¦s a la final
Nada como una sensaci¨®n de derrota para proponer un asalto a la victoria. El Chelsea ingl¨¦s, aparentemente multimillonario, ilustrado, sali¨® dolido del partido de ida disputado en el Principado de M¨®naco y del que se llev¨® una derrota por 3-1. As¨ª que tocaba apelar a las esencias del f¨²tbol ingl¨¦s y someter al M¨®naco a un interrogatorio extremo desde el primer al ¨²ltimo minuto. Es decir, hab¨ªa partido, tomada la frase en el sentido m¨¢s literal.
Tanto que cuando m¨¢s arrugado estaba el M¨®naco, como un invitado pobre en una fiesta de ricos, Gronjkaer tir¨® un centro que acab¨® en la red ante el asombro de Roma, el portero monegasco. Fue el ¨²nico asombrado porque al p¨²blico le pareci¨® algo normal: tantas se?ales negativas hab¨ªa emitido el portero franc¨¦s que lo sorprendente result¨® lo m¨¢s normal del mundo. Y luego remat¨® Gudjhonsen al larguero tras otra actuaci¨®n personal del meta Roma. Y luego, el gol de Lampard, sin culpa (por fin) del portero franc¨¦s. Y la eliminatoria encarrilada.
CHELSEA 2 - M?NACO 2
Chelsea: Cudicini; Melchiot (johnson, m. 64), Gallas, Terry, Bridge; Gronkjaer, Lampard, Geremi (Parker, m. 69), Cole; Gudjohnsen y Hasselbaink (Crespo, m 69).
Monaco: Roma; Givet, Rodr¨ªguez, Squillacci (Plasil, m. 45), Evra; Ibarra, Bernardi, Ciss¨¦, Rothen; Giuly (Prso, m. 67) y Morientes (Nonda, m. 8).
Goles: 1-0. M. 21. Centro-chut de Gronkjaer, desde la banda derecha, que sorprende a Roma. 2-0. M. 44. Lampard, de tiro cruzado. 2-1. M. 45 (+). Morientes cabecea un centro de Rothern e Ibarra remacha en la l¨ªnea de gol. 2-2. M. 60. Morientes que resuelve una pared con Bernardi.
?rbitro: Anders Frisk (Suecia). Amonest¨® a Evra, Bernardi, Rothen, Cole, Johnson.
Unos 42.000 espectadores Samford Bridge.
Pero, ya se sabe, el M¨®naco es el equipo m¨¢s enga?oso de cuantos han actuado en la Champions League. Cuanto m¨¢s herido aparece, m¨¢s temible resulta. As¨ª, por ejemplo, Morientes, sin duda la estrella del club del Principado, ya hab¨ªa errado un remate facil¨®n, en plena agon¨ªa, y enviado un remate al palo, en otro contragolpe. Y as¨ª, poco a poco, a hurtadillas, con la eliminatoria perdida, el M¨®naco apel¨® a sus esencias.
Apareci¨® Rothen, un zurdo desgarbado, cl¨¢sico, se quit¨® el sombrero y empez¨® a hacer diabluras por su costado. Morientes lo agradeci¨®. La primera grandiosa jugada del franc¨¦s la pein¨® a la escuadra y el argentino Ibarra la empuj¨® en la raya de gol.
Despu¨¦s, tras el descanso, a la vuelta del vestuario, Morientes se invent¨® una pared t¨ªpica de un medio punta de toda la vida y fusil¨® al portero del Chelsea. Morientes, probablemente lo m¨¢s ajustado al manual cl¨¢sico del delantero centro, tan feliz se siente en M¨®naco que se ha inventado la posici¨®n del medio punta como si la hubiera practicado toda la vida.
Y el Chelsea se hundi¨®, se fundi¨®. Toda la energ¨ªa utilizada cuando hab¨ªa que superar la monta?a del partido de ida, se convirti¨® en impotencia cuando Morientes se invent¨® el segundo gol. Ya no era voluntad, sino impaciencia, a lo que apelaba el equipo de Ranieri.
Y frente a eso, el M¨®naco es un equipo impasible, el invitado inesperado que acaba adue?¨¢ndose de la fiesta. Y siempre igual: equivoc¨¢ndose al principio y arregl¨¢ndolo despu¨¦s. As¨ª hasta la final de la Copa de Europa.
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